Extravagante
Ante semejante t¨ªtulo, muchos pensar¨¢n -y con raz¨®n- que se trata de una pel¨ªcula m¨¢s de la ola de erotismo ?S? y pre-pornogr¨¢fico que nos invade o, en el mejor de los casos, que nos hallamos ante la obra de un ¨¦mulo de Chabrol. Por si fuera poco, el reparto, absolutamente ca¨®tico, contribuye a incrementar el despiste.Michel Vianey no es un desconocido entre nosotros, aunque ¨¦sta sea la primera pel¨ªcula dirigida por ¨¦l que aqu¨ª se estrena. Hace a?os le descubrimos a trav¨¦s de un libro original y fascinante titulado Esperando a Godard, y, m¨¢s tarde, vimos una historia suya -Lily, ¨¢mame- realizada por Maurice Dugowson. Antes del filme que hoy comento ha dirigido Un type comme moi ne devrait jamais mourir.
Er¨®ticos juegos de la burgues¨ªa (Plus ?a va, moins ?a va)
Gui¨®n y direcci¨®n: Michel Vianey. Fotograf¨ªa: Georges Barsky, M¨²sica: Mort Schuman.Int¨¦rpretes: Jean-Pierre Marielle, Jean Carmet, Nadiuska, Niels Arestrup, Louis Jourdan, Helga Lin¨¦, Caroline Cartier, M¨¢ximo Valverde y Henri Garcin. Franco-espa?ola, 1977.
Er¨®ticos juegos... se abre con un crimen y se cierra con otro. Entre medias no ocurre nada. O s¨ª: ocurren muchas cosas y conocemos a muchos personajes, pero nada m¨¢s. Dos inspectores de polic¨ªa, Melville y Pignon, recorren en un destartalado coche la zona del crimen, un rico barrio residencial cerca de Cannes, movi¨¦ndose continuamente en c¨ªrculo, interrogando justo a quien no deben, envidiando a los poderosos, deseando a sus mujeres y despreciando a sus criados. Maltratando a cualquier pied noir que encuentren en su camino. Entrando y saliendo, continuamente, en un decorado que les rechaza. En ¨¦l, una serie de personajes vac¨ªos, mezquinos o, en el mejor de los casos, acabados, se debaten en una especie de muerte lenta puntuada por el m¨¢s atroz de los aburrimientos. Un productor de cine, un industrial, un novelista absolutamente idiota -encarnado por M¨¢ximo Valverde-, un actor en el final de su carrera llamado Paul Tango, y sus respectivas mujeres, se mueven en un c¨ªrculo vicioso, en un laberinto cuya salida ni siquiera buscan y del que s¨®lo el actor, visti¨¦ndose de clown y ahog¨¢ndose en la piscina, y la mujer del industrial, fug¨¢ndose con el jardinero, conseguir¨¢n escapar.
Esta burgues¨ªa es para Vianey una clase muerta. Una clase que observa despiadadamente, con una crueldad no exenta de odio y fabricada de desprecio. Los dos polic¨ªas, incapaces de encontrar al asesino, carecen de una justificaci¨®n social m¨ªnima, s¨®lo sirven para torturar inocentes, y su estupidez es la de toda una gran clase media por la que Vianey no parece sentir tampoco ning¨²n afecto.
Un filme bastante extra?o e inclasificable, curioso y original, que, sin ser una gran obra, tampoco merece pasar inadvertido, lo que, sin duda, parece pretender su lanzamiento espa?ol.
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