Los objetores de conciencia: rotunda negativa a la guerra
Las motivaciones religiosas son las que han dado un mayor n¨²mero de objetores de conciencia: el respeto a la vida, el principio de la Biblia ?no matar¨¢s?, ha sido en muchas ocasiones la raz¨®n de la negativa a empu?ar las armas de una buena parte de los objetores de conciencia. El valor de la persona, la promoci¨®n de la vida, lo inhumano de la guerra, el sentimiento de solidaridad entre los hombres por encima de naciones y fronteras, han llevado tambi¨¦n a muchos j¨®venes a negarse a participar en la guerra o en su preparaci¨®n mediante la prestaci¨®n del servicio militar. La no violencia, como forma de lucha en una sociedad fundamentalmente violenta, el an¨¢lisis de una sociedad que dedica a gastos militares m¨¢s dinero que a la promoci¨®n del hombre en un mundo donde las dos terceras partes de sus habitantes pasan hambre son causas tambi¨¦n para algunos en su negativa activa de colaborar con este estado de cosas, como expresi¨®n de su actitud cr¨ªtica ante el militarismo y los engranajes que institucionalizan la violencia.Entre los primeros cristianos existi¨® una tradici¨®n no violenta y era frecuente su negativa a participar en la guerra. Esta tradici¨®n se rompe a partir de Constantino y la Iglesia, aliada del poder temporal, comienza a justificar la guerra llegando a promoverla y sacralizarla como un medio eficaz de evangelizaci¨®n.
Sin embargo, la objeci¨®n de conciencia, como negativa al cumplimiento de una obligaci¨®n ciudadana, no aparece hasta que Napole¨®n no implant¨® la obligatoriedad del servicio militar y su ejemplo fue seguido por la mayor parte de los Estados europeos. Los cu¨¢queros, adventistas y anabaptistas, que consideraban contrario a su conciencia empu?ar las armas, sufrieron a partir de este momento una dura represi¨®n que les movi¨® a emigrar masivamente a Am¨¦rica.
El movimiento de objeci¨®n de conciencia no adopta una organizaci¨®n diferenciada de los distintos grupos religiosos que la asumen hasta la primera guerra mundial. El horror a esta guerra, con millones de v¨ªctimas y en la que ya se utilizan t¨¦cnicas destructivas de enorme eficacia, despierta una conciencia pacifista y un movimiento antib¨¦lico que se extiende y organiza y que tiene su expresi¨®n en hombres y pensadores como Bertrand Russell. En la segunda guerra mundial el movimiento est¨¢ firmemente asentado en Europa y solamente en Alemania fueron ejecutados 32.000 objetores que se negaron a colaborar con la pol¨ªtica militar agresiva de Hitler.
Despu¨¦s de la segunda guerra mundial y, de la tremenda destrucci¨®n por las bombas at¨®micas de Hiroshima y Nagasaki, el movimiento contrario a la guerra y su expresi¨®n en la objeci¨®n de conciencia frente a la obligatoriedad del servicio militar se hace masivo en todo Occidente.
La objeci¨®n de conciencia en nuestro pa¨ªs
En 1959 es la primera ocasi¨®n en que dos testigos de Jehov¨¢ se niegan a hacer el servicio militar, sobre los que recaen sucesivas condenas de seis meses a seis a?os hasta que a la edad de 38 a?os obtienen la licencia. Aunque su postura la mantienen en silencio, ya que no se la plantean como alternativa social, representan un problema por cuanto el C¨®digo de Justicia Militar no preve¨ªa la negativa al cumplimiento del servicio militar.Para regular esta situaci¨®n el Gobierno, en 1970, present¨® a las Cortes un proyecto de ley sobre la objeci¨®n de conciencia por motivos religiosos, proponiendo la sustituci¨®n del servicio militar habitual, para j¨®venes de confesi¨®n religiosa no cat¨®lica, por un servicio militar no armado en grupos especiales del Ej¨¦rcito y por un per¨ªodo no superior a tres a?os. El proyecto del Gobierno fue rechazado; era la primera vez que ocurr¨ªa algo semejante, y en las enmiendas se lleg¨® a solicitar tratamiento psiqui¨¢trico para los objetores.
Paralelamente, y desde 1967, se hab¨ªan ido gestando grupos de acci¨®n no violenta y uno de sus miembros, Jos¨¦ Bouza, es el primer objetor que se niega a la prestaci¨®n militar, por lo que fue procesado y encarcelado en abril de 1971. En solidaridad con su postura se inicia una campa?a internacional y una marcha de unos setecientos objetores, desde Ginebra a la c¨¢rcel de Valencia, que fue detenida al llegar a la frontera espa?ola, lo que provoc¨® huelgas de hambre, ocupaci¨®n de embajadas y cartas y peticiones de la Comisi¨®n Internacional de Juristas, de la Asamblea del Consejo de Europa y de Amnesty International pidiendo el reconocimiento de la objeci¨®n de conciencia. Tambi¨¦n en nuestro pa¨ªs se iniciaron campa?as en favor de un estatuto que regulara la objeci¨®n de conciencia y reclamando libertades democr¨¢ticas, saliendo en varias ciudades encartelados en manifestaci¨®n.
Estas acciones movieron al Gobierno a presentar un nuevo proyecto a las Cortes que origin¨® tal divisi¨®n entre los procuradores que fue retirado por el propio Gobierno.
En diciembre de 1973 las Cortes aprueban la ley de Negativa a la Prestaci¨®n del Servicio Militar, en la que se condena a los objetores a penas de tres a ocho a?os de c¨¢rcel y a la privaci¨®n, tras cumplir la condena, de derechos pol¨ªticos e incapacitaci¨®n para trabajar en entidades p¨²blicas, en la Administraci¨®n local y en la ense?anza. Como respuesta, los objetores proponen en un documento la creaci¨®n de un cuerpo, Voluntarios para el Desarrollo, donde se prestar¨ªa un servicio civil no superior a los dos a?os en aquellos lugares en que fuera m¨¢s necesario y no se interfiriera con puestos de trabajo remunerados. El documento, avalado por 1.250 firmas, fue presentado al Gobierno por Justicia y Paz. Pese a que la propuesta no fue aceptada, un grupo de objetores la pone en pr¨¢ctica en 1975 en el barrio barcelon¨¦s de Can Serra, que padece graves deficiencias infraestructurales. All¨ª se encargan de organizar colonias de verano, guarder¨ªas, escuelas de adultos y no olvidan tampoco a los ancianos, pero en febrero del a?o siguiente y pese a las peticiones de los vecinos, cinco del grupo son detenidos, quienes permanecen encarcelados hasta agosto de 1976, fecha del decreto de amnist¨ªa, en el castillo de Figueras. A su salida, denuncian que el problema de la objeci¨®n de conciencia sigue sin resolverse y sin que el Gobierno le encuentre una soluci¨®n. Algunos de ellos se trasladan al barrio de Tetu¨¢n, en Madrid, donde inician una labor semejante a la llevada a cabo en Barcelona. Sucesivamente otros grupos se asientan en Bilbao, L¨¦rida, M¨¢laga, Tarragona y Vich, donde prestan servicios asistenciales de forma autogestionada conjuntamente con asociaciones de vecinos y grupos de acci¨®n no violenta, pero sin contar con el reconocimiento oficial.
A nivel legislativo, la situaci¨®n se modifica en diciembre de 1976 con un real decreto sobre la objeci¨®n de conciencia por motivos religiosos que estipula: ?Se establecen pr¨®rrogas de incorporaci¨®n a filas de cuarta clase que podr¨¢n disfrutar los mozos que por razones de conciencia, de car¨¢cter religioso, se muestren opuestos al empleo de las armas y opten por sustituir el servicio militar en filas por una prestaci¨®n personal en puestos de inter¨¦s c¨ªvico (...) Durante la pr¨®rroga les ser¨¢ extendido un certificado de su comportamiento en el puesto asignado que, de ser favorable, les permitir¨¢ solicitar nueva pr¨®rroga. La prestaci¨®n del servicio en condiciones favorables por tres per¨ªodos consecutivos de un a?o permitir¨¢ obtener la exenci¨®n del servicio militar activo pasando a la situaci¨®n de reserva.?
Su situaci¨®n actual
Inmediatamente, los objetores muestran su desacuerdo con el decreto en el que s¨®lo se reconocen motivaciones de car¨¢cter religioso, por tratarse de una ley militar en la que la exenci¨®n se regula mediante pr¨®rrogas de incorporaci¨®n a filas que adem¨¢s est¨¢n condicionadas por tres certfificados de buena conducta, porque en caso de no conseguir estos certificados quedan obligados a realizar el serviciomilitar y porque finalizado el servicio no armado pasan a la reserva. Tambi¨¦n critican la ambig¨¹edad del decreto en lo que se refiere a la jura de bandera, a la situaci¨®n en caso de guerra y por la duraci¨®n de las prestaciones, m¨¢s del doble que el militar. Apoyados por otros grupos como los de acci¨®n no violenta inician una nueva campa?a, pidiendo recurso de contrafuero y como consecuencia de esta campa?a se suspende el consejo de guerra contra varios objetores que ten¨ªa que celebrarse en septiembre de 1977, siendo puestos en libertad once de los diecis¨¦is que permanec¨ªan presos en el castillo de Figueras.Contin¨²a siendo enormemente ambigua para cerca de sesenta miembros del Movimiento de Objetores de Conciencia (MOC) que en estos momentos han alegado esta motivaci¨®n para no incorporarse a filas.
El MOC ten¨ªa elaborado un proyecto de estatuto jur¨ªdico para incluirlo en la Constituci¨®n en base al servicio civil y que, en su d¨ªa, presentaron a los distintos partidos para recabar su apoyo, pero en la Constituci¨®n, tal como se encuentra en estos momentos y en su art¨ªculo 28, la objeci¨®n de conciencia aparece como un motivo m¨¢s de exenci¨®n, similar a tener los pies planos o una enfermedad ps¨ªquica, pero se sigue sin reconocer el derecho de la persona a sustituir el servicio militar por un servicio civil, si as¨ª lo desea.
En marzo pasado el Ministerio de Defensa remiti¨® al presidente del Gobierno un proyecto de ley en el que se reconoc¨ªa que el de diciembre de 1976 ?no ha solucionado satisfactoriamente la cuesti¨®n? y proponiendo la reducci¨®n del servicio civil a treinta meses (doble que el militar) e incluyendo como posibles motivaciones para la objeci¨®n las de tipo ¨¦tico y moral, adem¨¢s de las religiosas. Ese mismo mes el MOC, en una asamblea, se?al¨® que, aunque lo ¨¦tico y moral es lo bastante ambiguo como para acogerse a ello cualquiera, deber¨ªa bastar la sola referencia a motivos de conciencia. Al ser la comisi¨®n interministerial la encargada de juzgar las motivaciones, ejercer¨ªa funciones de tribunal cuando la conciencia del individuo no puede ser juzgada. Por otra parte, no queda clara la independencia de los objetores de la jurisdicci¨®n militar, ni su situaci¨®n en caso de guerra, y adem¨¢s, el que el servicio civil sea el doble que el militar supone de hecho un castigo. En esta misma asamblea se redact¨® una plataforma de ?puntos m¨ªnimos? asumidos por todos de cara a la elaboraci¨®n del Estatuto de Objeci¨®n:
1. Servicio civil no militarizado ni militarizable.
2. Las actividades de los servicios civiles no agravar¨¢n el paro, no se desarrollar¨¢n en sectores laborales retribuidos, especialmente en los ¨¢mbitos en que exista una demanda de puestos de trabajo.
3. Libertad para los encarcelados por motivos de objeci¨®n.
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