Recelos brit¨¢nicos ante el afianzamiento del eje Par¨ªs-Bonn en la CEE
Gran Breta?a deber¨¢ elegir entre sumarse al compromiso franco-alern¨¢n para estabilizar la econom¨ªa de la Comunidad Econ¨®mica Europea, o quedarse fuera de un acuerdo que, querido o impuesto, comparten ya el resto de los miembros de la CEE. Este es el mensaje fundamental de la reuni¨®n de ministros de Finanzas del Mercado Com¨²n, que tuvo el lunes por escenario Bruselas, y en donde ha quedado patente una vez m¨¢s el aislamiento brit¨¢nico. El tema rebasa con mucho su inicial planteamiento econ¨®mico. Lo que est¨¢ en juego, una vez m¨¢s, es la contrapuesta idea de la Europa futura que existe a ambos lados del canal.
Aunque ninguna decisi¨®n final ha sido tomada en la capital belga sobre el nuevo sistema monetario que pretende hacer de Europa una zona de estabilidad, parece claro que ¨¦ste girar¨¢ en torno al marco alem¨¢n y que el resto de los pa¨ªses miembros de la CEE deber¨¢n ajustar sus pol¨ªticas econ¨®micas para mantener ¨ªndices de inflaci¨®n pr¨®ximos a los alemanes. La opci¨®n defendida por Gran Breta?a ha quedado enterrada. En su lugar funcionar¨¢ un dispositivo de paridad que vincular¨¢ directamente a todas las monedas comunitarias y que impedir¨¢ su fluctuaci¨®n por encima de unos estrechos m¨¢rgenes. Es decir, una versi¨®n modificada de la serpiente que rige para Alemania, Noruega, Dinamarca, B¨¦lgica y Holanda y que ligar¨¢ las monedas de los restantes miembros de la CEE mediante el establecimiento de una relaci¨®n fija de intercambio, probablemente sobre la. base del marco cuyos m¨¢rgenes permanecen todav¨ªa sin delimitar.La clave del nuevo sistema reside en la s¨²bita conversi¨®n francesa, antes partidaria de la f¨®rmula brit¨¢nica, a las tesis alemanas, sobrevenida en la reciente cumbre entre Schmidt y Giscard en Aachen. El ministro de Hacienda brit¨¢nico ha sugerido en Bruselas que Bonn y Par¨ªs se han convertido en los aut¨¦nticos patrones de Europa y protesta de porque Gran Breta?a no ha sido informada oficialmente del alcance de unas conversaciones trascendentales entre los l¨ªderes alem¨¢n y franc¨¦s y que han desembocado en un virtual ?lo tomas o lo dejas?.
Londres teme especialmente el liderazgo asumido por Giscard d'Estaign, puesto de relieve en su reciente carta a los primeros ministros de la CEE, sujiri¨¦ndoles el paso final de la creaci¨®n de un consejo de notables dentro de la Comunidad, encargado de adoptar las decisiones importantes. Desde el punto de vista ingl¨¦s, de ah¨ª a una Europa centralizada. dirigida por el eje Bonn-Par¨ªs, no hay m¨¢s que un paso. Y la sola idea espanta a los pol¨ªticos de este pa¨ªs, laboristas y conservadores, empe?ados por todos los medios en ampliar a doce miembros el Mercado Com¨²n para diluirlo en un grupo de Estados con intereses encontrados.
Por debajo de estas fundamentales consideraciones pol¨ªticas, Londres arguye motivos econ¨®micos. Una estrecha vinculaci¨®n a la pol¨ªtica antiinflacionista germana y al valor de su moneda impedir¨ªa al Gobierno brit¨¢nico, por ejemplo. fijar a su antojo el tipo de cambio de la esterlina para utilizarlo como instrumento de relanzamiento econ¨®mico o de fortalecimiento de su, pol¨ªtica de empleo.
La decisi¨®n pol¨ªtica de ir adelante, sin embargo, parece haber sido irrevocablemente tomada por Par¨ªs Y Bonn. Y la voz de Londres, en opini¨®n de los expertos, va a contar poco o nada para modificarla.
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