Algunas observaciones al documento econ¨®mico de Fuentes Quintana
Gabinete T¨¦cnico del PSOE
Desde el domingo 10 de septiembre de 1978 hasta el pasado martes 10 de octubre, a lo largo de siete densos y documentados art¨ªculos, el Equipo de Coyuntura Econ¨®mica, dirigido por el asesor econ¨®mico del presidente del Gobierno, profesor Fuentes Quintana, ha diagnosticado los males de la econom¨ªa espa?ola y ha esbozado las l¨ªneas generales de lo que, a juicio del citado equipo, deber¨ªa ser la pol¨ªtica econ¨®mica a seguir en 1979. Un trabajo tan extenso no puede resumirse de pasada, por lo que en este caso se va a hacer aqu¨ª un comentario cr¨ªtico sobre los puntos fundamentales de los art¨ªculos aparecidos, hasta el momento, en EL PAIS. Tales puntos fundamentales, a nuestro juicio, son los siguientes:
- La necesidad de que la econom¨ªa espa?ola cree en el per¨ªodo 1979-1981 un n¨²mero anual de puestos de trabajo que permita reducir el nivel actual de paro relativo. Para ello se justifica la creaci¨®n de 200.000 puestos de trabajo al a?o, lo que requerir¨ªa un crecimiento de la producci¨®n (PIB) del 4,5%, a precios constantes.
- Una pol¨ªtica de rentas y de inversi¨®n p¨²blica que permita conseguir los objetivos anteriores.
- Un cuadro macroecon¨®mico parcial para 1979, donde se resume el crecimiento que en dicho a?o deben registrar las principales variables para que se alcance el 4,5% del aumento real del PIB.
El equipo de coyuntura econ¨®mica inicia su trabajo a partir de un objetivo fundamental: lograr estabilizar el paro a sus niveles actuales. Esto ¨²ltimo exige que el n¨²mero de puestos de trabajo crezca anualmente de forma que se absorba el aumento de la poblaci¨®n activa. Si se mantiene la tasa de actividad de 1978 (activos sobre poblaci¨®n total), el crecimiento de los activos en 1979 ser¨ªa de 158.000 personas (en torno al 1,3% del total de personas con empleo), pero, puesto que ese crecimiento es superior en los j¨®venes entre quince y veinticinco a?os, cuyo total anual va a crecer en tomo a los 200.000, entonces el objetivo a conseguir es la creaci¨®n de un n¨²mero id¨¦ntico de puestos de trabajo. Si se hacen los c¨¢lculos, esto ¨²ltimo significa que el crecimiento del empleo se hace superior al de la poblaci¨®n activa, lo que necesariamente originar¨ªa una reducci¨®n, tanto del porcentaje de parados sobre activos como del total absoluto de parados. La reducci¨®n se producir¨ªa en la misma cuant¨ªa en que van saliendo activos ocupados del mercado de trabajo por razones vegetativas y de jubilaci¨®n. El objetivo de los 200.000 puestos de trabajo, plena y totalmente deseable, es m¨¢s ambicioso de lo que la lectura del art¨ªculo puede hacer deducir, y supondr¨ªa que en 1979 el total del empleo crecer¨ªa en un 1,6%. En el tercer art¨ªculo de la serie (EL PAIS, 24-9-78, p¨¢gina cuarenta) se afirma que ?en ning¨²n quinquenio de los analizados (1955 a 1978) la econom¨ªa espa?ola logr¨® incrementos del empleo que alcanzaran el 1 % acumulativo?. Desde 1973 a 1977 la econom¨ªa espa?ola ha visto reducirse su volumen de empleo a una tasa acumulativa anual del -1,1%. Todos los datos apuntan, pues, hacia el car¨¢cter voluntarista que presenta la tasa ofrecida como objetivo, que, aparte de tener car¨¢cter excepcional dentro de la evoluci¨®n pasada de la econom¨ªa espa?ola, rompe por completo con la tendencia inmediata registrada por la misma.
Una vez justificado un crecimiento del empleo del 1,6%, anual, se pasa despu¨¦s a determinar cu¨¢l debe ser la tasa de crecimiento de la producci¨®n necesaria para ocasionar una creaci¨®n, tan intensa de puestos de trabajo. La respuesta es la siguiente: el PIB debe crecer a un 4,5% en t¨¦rminos reales y la productividad por persona ocupada debe hacerlo en un 2,9%, con lo que el empleo crecer¨¢ en el 1,6% considerado como objetivo. Este es uno de los puntos m¨¢s dudosos y m¨¢s cargados de voluntarismo de todo el trabajo aqu¨ª estudiado. En el per¨ªodo 1975-1978, el crecimiento medio de la productividad fue del 3,4%, frente a un aumento medio del PIB del 2%. Si 1979 va a ser un a?o de recuperaci¨®n (crecer en 1979 al 4,5, frente al 2,7 de 1978 puede calificarse as¨ª) es l¨®gico que, con los retrasos obvios que el aumento del empleo lleva con la variaci¨®n de la producci¨®n, la productividad se acelere y no ocurra al contrario, como se pretende en el trabajo en cuesti¨®n.
Si en 1979 la productividad crece al ritmo que lo hizo, por t¨¦rmino medio, entre 1975 y 1978, esto es, un 3,4% (tasa muy inferior a la de 1978), entonces el empleo crecer¨ªa s¨®lo en un 1,1%, lo que supondr¨ªa que s¨®lo se crear¨ªan 128.700 puestos de trabajo. Ni la evoluci¨®n reciente de la productividad, ni su evoluci¨®n previsible en 1978, ni tampoco su tendencia a largo plazo, justifican en modo alguno que, de crecer la econom¨ªa al 4,5% en 1979, el empleo aumentar¨ªa al ritmo considerado como objetivo. Ser¨ªan precisas medidas muy en¨¦rgicas para conseguir la desaceleraci¨®n citada en la productividad por persona, y con el volumen actual de la inversi¨®n p¨²blica no parece que en estos momentos se disponga de instrumentos para conseguir tal objetivo, que m¨¢s bien parece propio de una econom¨ªa de planificaci¨®n centralizada, caso que no es el espa?ol. La evoluci¨®n de la tendencia a largo pIazo del empleo indica que, con un crecimiento del PIB del 4,5 % en 1979 y en ausencia de aumento real en los salarios, el empleo crecer¨¢ en torno al 1,07%, lo que supone s¨®lo unos 130.000 puestos de trabajo. (*)
En resumen, el objetivo de los 200.000 puestos de trabajo es algo que s¨®lo tiene sentido si se piensa en un objetivo a alcanzar a medio plazo, pero no para 1979. Es evidente que el trabajo dirigido por Fuentes Quintana tiene un horizonte mayor que el anual (1978-81), pero tambi¨¦n es seguro que hay que dejar a 1979 fuera de esa previsi¨®n.
La pol¨ªtica de rentas y precios
El argumento esencial del documento del profesor Fuentes Quintana consiste en que el crecimiento de los costes salariales debe permitir un aumento real del PIB del 4,5% en 1979, y creaci¨®n de 200.000 puestos de trabajo, a la vez que se establece un objetivo de aumento de los precios de consumo del 9% entre diciembre de 1979 e igual mes de 1978 (en 1977 dicho ¨ªndice creci¨® en un 26,4% y se prev¨¦ para 1979 un aumento del 17,5-18 %).
Para Conseguir ambos objetivos los salarios deben crecer s¨®lo en la cuant¨ªa en que lo haga el ¨ªndice medio de precios de consumo en 1979. De este modo en el trabajo del ?equipo Fuentes? se establece un objetivo de aumento de la masa salarial del 13,5% para 1979, lo que supone, partiendo de un aumento del empleo del 1,6%, que el salario de una persona deber¨ªa aumentar en un 11,8 en dicho a?o.
Frente a todo lo anterior, la primera observaci¨®n a realizar es que el 9% de aumento de los precios en 1979 parece una desaceleraci¨®n excesiva. Si en 1978 los precios van a crecer al 18%, la reducci¨®n que se pretende conseguir en su crecimiento durante 1979 resulta demasiado fuerte. En casi ning¨²n pa¨ªs de la OME se han vuelto a registrar, en los ¨²ltimos a?os, tasas de inflaci¨®n similares a las que tuvieron lugar antes de la reciente crisis, que es lo que supondr¨ªa para Espa?a la inflaci¨®n prevista para 1979.
Por otra parte, si los precios van a crecer en 1978 en un 18% y si en 1979 lo hacen al nueve, su aumento medio entre 1979 y 1978 ser¨ªa del 12,8%, y no del doce, como se pretende en el cuadro macro del ?documento- Fuentes ?. Si los salarlos creciesen al 11,8 antes citado. el asalariado medio espa?ol perder¨ªa en 1979 casi un punto de poder adquisitivo. Esto ¨²ltimo impedir¨ªa que el consumo privado creciese al ritmo previsto en el citado cuadro. macro.
Lo m¨¢s l¨®gico es que en 1979 los precios, de mejorar mucho las cosas, crezcan entre un 10 y un 11 %, y no en un nueve. Lo anterior supondr¨ªa un crecimiento medio de los precios del 14% porcentaje este ¨²ltimo que hay que tomar como punto de partida a la hora de pensar en crecimientos salariales con los que se mantenga el poder adquisitivo de la renta del trabajo.
La cr¨ªtica realizada en este apartado se refiere, en primer lugar, al objetivo-precios: el 9% parece muy dif¨ªcil de obtener en 1979. En segundo lugar, la cr¨ªtica incluye al crecimiento establecido para el salario por persona ocupada: con un 11,8% de crecimiento en 1979, los asalariados perder¨ªan poder adquisitivo, caer¨ªa posiblemente el consumo privado y el 4,5% establecido como objetivo de aumento real del PIB se har¨ªa de imposible consecuci¨®n.
El cuadro macroecon¨®mico de 1979
En el cuadro uno se han recogido, en su ¨²ltima columna, las tasas reales de crecimiento previstas para los principales agregados de la econom¨ªa en 1979, seg¨²n aparecieron en el tercer art¨ªculo de la serie (EL PAIS, 24-9-78, p¨¢gina 39).
Para facilitar el comentario se han recogido en dicho cuadro uno las tasas correspondientes a los a?os 1975 a 1978, y la tasa media anual correspondiente al conjunto de dicho per¨ªodo.
De entrada, llama la atenci¨®n la fuerte tasa de crecimiento prevista para la inversi¨®n bruta, en general, y, en particular, para la inversi¨®n del sector privado: frente a una disminuci¨®n media de la inversi¨®n privada del -5% en 1975-78, se pretende que en 1979 dicha magnitud crezca en un 8,4%. Esta ¨²ltima tasa no parece, en absoluto, viable. As¨ª, la situaci¨®n de muchas empresas espa?olas en estos momentos no est¨¢ -dominada por una problem¨¢tica de mayor o menor inversi¨®n, sino por su posibilidad o no de supervivencia. Por otra parte, las disponibilidades de recursos para invertir, por parte de la empresa espa?ola, parecen ser muy limitadas. Es probable que en 1979 el excedente empresarial crezca a mayor ritmo que la masa salarial. pero ¨¦sta no es condici¨®n suficiente para estimular la inversi¨®n privada, muy castigada tambi¨¦n por los alt¨ªsimos tipos de inter¨¦s ahora dominantes.
La experiencia de otros pa¨ªses es tambi¨¦n ilustrativa: como puede apreciarse en el cuadro dos, en los pa¨ªses industriales en los que la situaci¨®n ha mejorado netamente desde el punto m¨¢s bajo de la crisis, la inversi¨®n ha presentado unas tasas de aumento particularmente d¨¦biles.
En Francia, la inversi¨®n de las empresas privadas va a ser inferior en 1978, en un 5% a la de 1973, y s¨®lo a trav¨¦s de un fuerte esfuerzo inversor de las empresas p¨²blicas se va a conseguir que la inversi¨®n presente una tasa mediocre, aunque positiva, de crecimiento.
El 8,4% de crecimiento real de la inversi¨®n bruta privada no pasa de ser, pues, otro de los objetivos cargados de voluntarismo que figuran en el ?documento-Fuentes?. El crecimiento real de las exportaciones, 12,3%, parece tambi¨¦n muy dif¨ªcil de conseguir, puesto que, aunque el comercio mundial crezca al 6% en 1979, no parece que las exportaciones espa?olas puedan seguir ganando posiciones, a nivel mundial, en dicho a?o, en el que la presente devaluaci¨®n del d¨®lar favorecer¨¢ las ventas de Estados Unidos.
En resumen, y centrando la atenci¨®n tan s¨®lo en la coherencia de los objetivos econ¨®micos del largo documento aparecido en EL PAIS, puede decirse que en el mismo aparecen tasas de crecimiento para, 1979 que revisten el car¨¢cter de objetivos con muy escasas posibilidades de consecuci¨®n. El propio crecimiento del PIB en un 4,5% resulta muy problem¨¢tico, como puede deducirse de todo lo hasta aqu¨ª dicho. Los 200.000 puestos de trabajo considerados como objetivo clave de la pol¨ªtica econ¨®mica se configuran como una variaci¨®n del empleo muy poco coherente con lo que ha sido la pasada evoluci¨®n de esta magnitud. La tasa de aumento de la inversi¨®n privada resultar¨¢ ut¨®pica para la mayor¨ªa de los empresarios espa?oles. El documento incorpora una tasa de aumento salarial que supone, ante la evoluci¨®n previsible de los precios, una reducci¨®n del salario medio real por persona ocupada.
Las incoherencias se?aladas en el documento aqu¨ª estudiado resultan excesivas, en n¨²mero y alcance, salvo que se considere que en dicho documento subyace, de hecho, una pol¨ªtica econ¨®mica que no es la que en el mismo se refleja.
(*) La ecuaci¨®n b¨¢sica es TN = = - 1,9 + 0,66 TPIB-9,2 TWR, donde TN es el aumento porcentual de empleo, TPIB es el crecimiento real del PIB. TWR representa la tasa de expansi¨®n de los salarios reales.
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