Buena voluntad no falta
Se?ora:Le juro que he hecho lo que he podido y me dejaron, aunque salta a la vista que he podido poco, sin duda porque no me dejaron hacer m¨¢s. Le ruego que sepa hallar disculpa a mi escaso ¨¦xito y le encarezco que no me niegue su mantenido favor porque al llegar a ciertas edades se agradece mucho la piadosa tolerancia de lo que los jesuitas, con su gran conocimiento del mundo, llamaban ligeros toqueteos. En esto de la pol¨ªtica, arte en la que me torearon al natural quiz¨¢ para que no me aburriese demasiado, todos tienen a todos m¨¢s miedo del debido y necesario y, a cambi¨® de que el pr¨®jimo no ponga mala cara, algunos son capaces de llevar el consenso hasta el catre y, para precauci¨®n mayor, taparte, no vaya a hacer el diablo que se enfr¨ªe.
Ya tenemos Constituci¨®n, se?ora, a la que naturalmente votar¨¦ en el refer¨¦ndum como ya vot¨¦ en el Senado. Podr¨ªa haber sido mejor y m¨¢s clara, sin duda, y tambi¨¦n menos consentidora y braguica¨ªda, pero pienso que peor fuera no haberla tenido, seg¨²n los acreditados usos de Espa?a. Las aburridas y prolijas sesiones del Congreso y las fatigosas y estivales juntas del Senado que tanto aburrieron, las m¨¢s y las otras, al personal, pudieron haberse ahorrado porque, a la postre, los miembros de la Comisi¨®n Mixta hicieron de su capa un sayo y, m¨¢s o menos, lo que les vino en gana, pero eso, se?ora, ya no es de nuestra incumbencia.
En los centones paramid¨®gicos -no en el de Mart¨ªnez Klieser, que es muy mirado- suele registrarse un refr¨¢n muy orientador: A la baraja y a la mujer, todo lo que se le pueda ver. A las Constituciones, por el camino inverso, no les pasa lo mismo, porque no basta con que tengan buen aspecto y se ense?en sin recato, sino que, como los melones, no dan en la diana del gusto m¨¢s que a cala y a prueba. Confiemos en que todo salga seg¨²n nuestra voluntad y buen prop¨®sito.
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