El refer¨¦ndum en el Pa¨ªs Vasco
LOS RESULTADOS del refer¨¦ndum constitucional en el Pa¨ªs Vasco pueden ser objeto de interpretaciones ampliamente divergentes, seg¨²n las diferentes opciones pol¨ªticas. La lectura forzada de los datos para hacerlos cuadrar con los deseos est¨¢ facilitada por las caracter¨ªsticas que presentan los noes y las abstenciones en Euskadi y por el problema que ofrece la inclusi¨®n o exclusi¨®n de Navarra dentro de la autonom¨ªa vasca.El marcado desequilibrio entre las provincias de Guip¨²zcoa y Vizcaya -un 56% de abstenci¨®n- y la de Alava -un 41 %- se hace todav¨ªa m¨¢s evidente cuando se comparan esos porcentajes con el 33,5% de Navarra. Si Euskadi se limita a las tres llamadas Provincias Vascongadas, la abstenci¨®n global alcanza el 54,48 %; pero si en las fronteras de ese territorio se da cabida a Navarra, el porcentaje desciende varios puntos. ?Cu¨¢l de esas dos bases de poblaci¨®n total hay que aceptar? Resulta parad¨®jico que los planteamientos del PNV, defendidos mediante la abstenci¨®n, salgan mejor librados si se toman las tres provincias vascas como t¨¦rmino de referencia y perjudicados si se acepta la tesis tradicional de Sabino Arana de que el antiguo reino pertenece al Pa¨ªs Vasco. En cambio, la inclusi¨®n de Navarra dentro de Euskadi da cierto consuelo precisamente a quienes defienden la exclusi¨®n del antiguo reino del futuro territorio auton¨®mico.
El voto negativo ha sido la consigna de la izquierda abertzale a lo largo de toda la campa?a. Los grupos que han enarbolado esa bandera no siempre apoyan la ?alternativa de la KAS?, tras la que apenas se oculta ETA militar. Los partidarios de ETA pol¨ªtico-militar, que militan en EIA y en Euskadiko- Ezkerra, y otros ciudadanos no vinculados directamente a ninguna de las dos ramas de la organizaci¨®n terrorista, tambi¨¦n han apoyado el voto negativo. Unos y otros tienen en com¨²n la bizarra utop¨ªa de una Euskadi independiente, monoling¨¹e y socialista, que anexionar¨ªa a su territorio el departamento franc¨¦s de los Bajos Pirineos; algo as¨ª como una Albania varada en el Cant¨¢brico y flanqueada por una Espa?a y una Francia capitalistas. Por otro lado, tambi¨¦n la ultraderecha recomend¨® el no. El voto negativo ha logrado en Guip¨²zcoa un 12,96%, sobre el censo total; en Vizcaya, un 9,50; en Alava, un 11,38, y en Navarra, un 11,29%. Cabe suponer que la gran mayor¨ªa de los noes registrados en Guip¨²zcoa y en Vizcaya expresan precisamente la voluntad de los independentistas. En tal caso, la contribuci¨®n de la ultraderecha al voto negativo en esas dos provincias ser¨ªa muy reducida. Habr¨ªa ocurrido as¨ª exactamente lo contrario que en el resto de Espa?a, donde los noes han procedido abrumadoramente de la extrema derecha, limit¨¢ndoselos trotskistas y los seguidores del FRAP a una contribuci¨®n casi simb¨®lica a ese resultado. El caso de Navarra y Alava exigir¨ªa un an¨¢lisis por separado, ya que la comparaci¨®n de los resultados del no y de la abstenci¨®n hace presumir una presencia m¨¢s activa de la ultraderecha en el voto negativo en ambas provincias. Pero aun dando por supuesto el color predominante mente abertzale del voto negativo, los resultados del refer¨¦ndum en Guip¨²zcoa y Vizcaya confirman que los independentistas, muchos de ellos -pero no todos- asociados a la violencia criminal de ETA, constituyen s¨®lo una minor¨ªa cuyo techo est¨¢ situado a baja altura.
De las tres opciones planteadas ante las urnas -el s¨ª, el no y la abstenci¨®n-, ha sido la consigna negativa de los independentistas -la menos asistida por los ciudadanos censados. No cabe esgrimir en este caso, como hizo la izquierda abertzale en las elecciones generales de junio de 1977, desventajas y obst¨¢culos insalvables para hacer llegar su voz a los eventuales electores. Los propagandistas del voto negativo han utilizado todos los procedimientos legales a su alcance -y algunos ilegales- para, hacer campa?a en favor de su opci¨®n. Y aunque han aumentado notablemente sus efectivos respecto de las elecciones generales del pasado a?o, han tocado, a la vez, el techo que aguarda a todas las minor¨ªas que confunden la lucha pol¨ªtica en una sociedad industrial avanzada con las Cruzadas. Pero los independentistas no s¨®lo han tropezado con la amarga realidad de su escas¨ªsimo respaldo popular. Tambi¨¦n han de aceptar que les triplican en n¨²mero los ciudadanos del Pa¨ªs Vasco que apoyan activamente y con el s¨ª la Constituci¨®n.
La abstenci¨®n ante el refer¨¦ndum constitucional ha sido la opci¨®n claramente triunfante en Guip¨²zcoa y Vizcaya. Dando por bueno el porcentaje del 20% de abstenci¨®n t¨¦cnica de casi toda consulta democr¨¢tica, la consigna propugnada por el PNV ha logrado, en esas dos provincias, un resultado neto superior al 35 %. En Alava y Navarra, sin embargo, la aplicaci¨®n de ese prudente coeficiente reductor dejar¨ªa a los abstencionistas por debajo de los votos afirmativos. A las abstenciones habr¨ªa que sumar tambi¨¦n los votos en blanco. En cualquier caso parece que los nacionalistas vascos han mejorado sus posiciones relativas respecto a las elecciones de junio de 1977, han dejado muy atr¨¢s a los independentistas de la izquierda abertzale en la lucha por la hegemon¨ªa del vasquismo en el sentido estricto y han demostrado que cualquier soluci¨®n para la pacificaci¨®n de Euskadi pasa por sus manos. No s¨®lo por ellas, claro est¨¢, pero siempre necesariamente por ellas. Una vez m¨¢s, por tanto, habr¨¢ que repetir que el futuro del Pa¨ªs Vasco y de las instituciones democr¨¢ticas de toda Espa?a depende de la capacidad que muestren el PNV, los restantes partidos democr¨¢ticos con implantaci¨®n electoral en Euskadi y el Gobierno para negociar un Estatuto de Autonom¨ªa que permita al pueblo vasco dotarse de instituciones de autogobierno eficaces y viables. Las esperanzas de que el PNV acate formalmente la Constituci¨®n, seg¨²n prometi¨®, prevalecen en este decisivo momento sobre los temores de que las propuestas de la izquierda abertzale para formar un ?frente de rechazo? com¨²n a la legalidad c¨®nstitucional sean aceptadas por los herederos de Sabino Arana. Y no s¨®lo porque el sentido objetivo de esa alianza entre los independentistas y los nacionalistas vascos llevar¨ªa a ¨¦stos a la destrucci¨®n y la disgregaci¨®n. Tambi¨¦n, y sobre todo, porque hay valores -la paz, la democracia, el respeto a la vida humana- que unen al PNV con los partidos parlamentarios del resto de Espa?a por encima de sus evidentes discrepancias en torno a cuestiones en s¨ª mismas importantes pero subordinadas.
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