Bajo el signo de la incertidumbre
Sobre la econom¨ªa espa?ola se ciernen en estos ¨²ltimos d¨ªas de diciembre importantes y numerosas interrogantes como consecuencia de la ralentizaci¨®n que se ha imprimido a la pol¨ªtica econ¨®mica que hace ya bastantes semanas propici¨® el equipo gubernamental. Cuando falta menos de una quincena para que termine 1978 y cada vez son menos los que creen en la posibilidad de que se firmen esos acuerdos entre el Gobierno, empresarios y trabajadores capaces de arrojar luz sobre el futuro inmediato de nuestra econom¨ªa, el equipo de compuesto por Enrique Fuentes (director), Julio Alcaide, Manuel Lagares y Victorio Valle, realiza un intensivo an¨¢lisis de las coordenadas en que se deber¨¢ mover nuestra econom¨ªa en su pr¨®ximo futuro.
La econom¨ªa espa?ola vive los d¨ªas finales de 1978 en un ambiente de inquieta incertidumbre. La hora de los pactos, iniciada en el oto?o, transcurre sin que, en v¨ªsperas de la llegada del invierno, se registre su firma final. Todos los int¨¦rpretes del proceso econ¨®mico contemplan el paso del tiempo con el desasosiego propio de quien carece de los datos decisivos para construir su futuro inmediato. Hacia ese futuro las inc¨®gnitas son todas. Los datos, ninguno.Trabajadores y empresarios desconocen las pautas a que habr¨¢n de ajustarse salarios y costes de trabajo para orientar las negociaciones colectivas, algunas con plazos ya vencidos, y convenios diferidos. El presupuesto del sector p¨²blico, condicionante de tantas actitudes y decisiones econ¨®micas -p¨²blicas y privadas-, ha retrasado las fechas se?aladas por la ley y las costumbres establecidas para su discusi¨®n y aprobaci¨®n por las Cortes. La pol¨ªtica monetaria -con tanto protagonismo en el a?o que termina y que con tanta atenci¨®n sigue el empresario- no ha fijado a¨²n sus esperados objetivos para el a?o que vamos a comenzar. La tormenta que sobre los cambios exteriores ha desatado la especulaci¨®n del d¨®lar y su intento reciente de estabilizaci¨®n han alterado el funcionamiento de ese motor de la demanda que son las exportaciones, que hab¨ªa funcionado con singular energ¨ªa en los siete primeros meses del a?o. La pol¨ªtica, en fin, que tanto hab¨ªa ayudado a la econom¨ªa al ofrecerle los datos b¨¢sicos para construir el futuro de 1978 en los acuerdos de la Moncloa de octubre del pasado a?o, extiende sobre el a?o que tenemos delante la espesa niebla de sus indecisiones. Un horizonte cerrado -econ¨®mica y pol¨ªticamente- parece negar a empresarios, trabajadores, ahorradores y ciudadanos los datos fundamentales que precisan para tomar sus decisiones de cara al tiempo que viene.
La econom¨ªa espa?ola se ha reducido as¨ª a su m¨¢s puro y escueto presente.
El presente de la econom¨ªa: un an¨¢lisis obligado con dos escenarios
Por tanto, lo ¨²nico que hoy podemos hacer es valorar lo que tenemos: el presente econ¨®mico, tratando de analizar d¨®nde est¨¢ la econom¨ªa espa?ola y qu¨¦ posibilid.ades y alternativas se ofrecen para ganar unfuturo comprometido por tantas incertidumbres.
Pues bien: ?d¨®nde est¨¢ hoy la econom¨ªa espa?ola?
Una respuesta escueta indicar¨ªa que son dos los escenarios en los que debe fijarse la atenci¨®n del p¨²blico, el an¨¢lisis de los economistas. y las actuaciones de la pol¨ªtica econ¨®mica.
Hay, en primer lugar, un escenario para la esperanza, que nace de la situaci¨®n singular que hoy vive la econom¨ªa espa?ola en relaci¨®n con su pasado desde la aparic¨ª¨®n de la crisis de los setenta. Esa singularidad deriva de que los datos que transmiten el pulso de la actividad econ¨®mica apuntan el comienzo de una recuperaci¨®n que por vez primera coincide con ganancias positivas en el equilibrio interno de lospreciosy en el exterior de la balanza de pagos.
El segundo escenario constituye el centro que atrae las preocupaciones mayoritarias del momento y en el que se manifiestan los problemas que reclaman soluci¨®n para consolidar una recuperaci¨®n duradera y no ef¨ªmera de la coyuntura econ¨®mica. Este escenario es el de las tensiones del mercado financiero interior, consecuencia de la acci¨®n de dos fuerzas opuestas: de una parte, del incremento de los costes empresariales, y de otra, de la limitaci¨®n de las disponibilidades de cr¨¦dito por el respeto obligado a los principios de una pol¨ªtica monetaria antiinflacionista.
S¨®lo un atento repaso a lo que sucede en estos dos escenarios permite valorar la coyuntura econ¨®m¨ªca espa?ola.
El escenario econ¨®mico de la esperanza: comienzo de una recuperaci¨®n y mejora sustancial en los equilibrios interno y exterior
Los ¨²ltimos indicadores disponibles sobre el comportamiento de la coyuntura confirman, al finalizar octubre, con mayor claridad que en meses anteriores, una perceptible recuperaci¨®n de la actividad productiva. El lector tiene disponible en el cuadro 1 el parte coyuntural que se desprende de un balance de la situaci¨®n econ¨®mica.
De ese balance se deduce que son dos las fuerzas fundamentales que sostienen el ritmo de crecimiento de la actividad econ¨®mica: los resultados de un excelente a?o agr¨ªcola y de un buen ejercicio en el sector servicios, en especial del dominante sector tur¨ªstico, que arrastra un conjunto de importantes actividades derivadas. Apoyada en esos buenos resultados productivos se ha fortalecido la demanda interna de bienes de consumo. Por otra parte, la contenci¨®n del crecimiento de los precios ha aumentado la renta real de las familias, favoreciendo tambi¨¦n as¨ª la mejora de la demanda de bienes de consumo. Los indicadores de la actividad industrial revelan una posici¨®n m¨¢s entonada de la producci¨®n causada por esa mayor demanda de consumo.
Como consecuencia de las mejoras del segundo semestre en producci¨®n y demanda todos los c¨¢lculos anticipados y provisionales sobre la tasa de crecimiento del PIB elevan las cifras adelantadas a comienzos de oto?o. Existe hoy una coincidencia general en afirmar que la tasa de crecimiento del PIB en 1978 se situar¨¢ en torno al 3% (ver cuadro 2). Resultados productivos totales que se han conseguido con un segundo se,mestre superior al primero, pues este segundo semestre est¨¢ registrando los efectos de las buenas cosechas y del singular a?o tur¨ªstico sobre la producci¨®n industrial. Las consecuencias estimulantes de esos resultados productivos se han visto reforzadas por la paulatina desacelerac¨ª¨®n de los precios, que ha elevado la capacidad de compra de las familias.
La recuperaci¨®n limitada de la actividad econ¨®mica que apunta hoy en los datos de la coyuntura coincide con ganancias sustanciales en. los equilibrios interno y exterior de la econom¨ªa. El cuadro 3 recoge el comportamiento de estos dos equilibrios desde el mes de junio del pasado a?o, hasta el mes de octubre del actual. Los resultados son claros, y las ganancias conseguidas, tambi¨¦n.
El ¨ªndice de precios de consumo inicia en septiembre de 1977 una desescalada continua que ha llevado su tasa de variaci¨®n desde el 28,4% en que se situ¨® en agosto de 1977, hasta el 16,1 %, en que se ha colocado en octubre del corriente a?o: m¨¢s de doce puntos ganados mes a mes. Un resultado en el que unos pocos cre¨ªan cuando en octubre de 1977 se firmaban los acuerdos de la Moncloa.
El equilibrio exterior ha conseguido mejoras a¨²n m¨¢s claras que el equilibrio interno. Para apreciarlas, el cuadro 3 recoge los saldos en millones de d¨®lares de la balanza por cuenta corriente (registro de caja) desde el mes dejunio de 1977. El d¨¦ficit alcanzaba en su movimiento anual -5.386 millones de d¨®lares en el punto de partida del mes de junio del pasado a?o. Ese d¨¦ficit se va reduciendo hasta convertirse en super¨¢vit en mayo de 1978, super¨¢vit que contin¨²a ininterrumpidamente desde entonces para alcanzar los 1.261,7 millones de d¨®lares en el pasado mes de octubre.
Se ha producido as¨ª ur¨ªa coincidencia nueva en el comportamiento de la coyuntura espa?ola posterior a la crisis: la de la recuperaci¨®n que apunta en los ¨ªndices de actividad con la mejora sustancial de los desequilibrios. Las recuperaciones de la econom¨ªa han significado en el pasado inmediato una cara cuyo reverso era la cruz de una aguda inflaci¨®n y de un enorme desequilibrio exterior que paralizaban inmediatamente la continuidad de la reactivaci¨®n econ¨®mica. Los desequilibrios interno y exterior hipotecaban el futuro de la recuperaci¨®n antes de que ¨¦sta se hubiese consolidado en valores significativos. Ahora esta situaci¨®n no se ha producido. La recuperaci¨®n a que apuntan los ¨ªndices de actividad puede alentarse, porque esta vez no est¨¢ hipotecada por los graves desequilibrios a que ha estado sometida en situaciones semejantes anteriores.
Las posibilidades que esta situaci¨®n actual tiene para alentar un crecimiento econ¨®mico no pueden perderse, pues de esa doble coincidencia de mayor producci¨®ncon equilibrios mejores de precios y balanza de pagos depende la correcci¨®n del importante pasivo actual de la coyuntura: las tasas negativas de inversi¨®n y las preocupantes cifras de actividad y paro. Dilapidar este activo de los mejores equilibrios de la econom¨ªa ser¨ªa una grave irresponsabilidad en que ning¨²n grupo social o pol¨ªtico debe incurrir.
Si estos equilibrios, ganados con tanto esfuerzo por todos, se deteriorasen por una precipitada pol¨ªtica de expansi¨®n que no cumpla con las condiciones de estabilidad, las consecuencias ser¨ªan muy graves para el futuro de la econom¨ªa y para las propias posibilidades de construir una democracia estable. Nuestro pa¨ªs sejuega en el mantenimiento de esta situaci¨®n demasiadas cosas importantes. Las fuerzas pol¨ªticas de nuestra naciente democracia -todas: Oposici¨®n y Gobierno- y las fuerzas sociales -trabajadores y empresanos- deben ser conscientes de ello ahora que a¨²n es tiempo de dialogar, constructivamente y probar a todos los ciudadanos que Espa?a puede remontar la crisis gracias al esfuerzo en el di¨¢logo y a la transigencia en los intereses de las fuerzas sociales y a la colaboraci¨®n y direcci¨®n de los partidos pol¨ªticos que han definido la Constituci¨®n democr¨¢tica de 1978.
Alentar la expansi¨®n econ¨®mica aprovechando las posibilidades actuales es una pol¨ªtica con condiciones claras, que se comprueba cuando se atiende al segundo y complicado escenario de la presente coyuntura.
El escenario econ¨®mico de la preocupaci¨®n: las tensiones del mercado financiero interno
El mercado financiero, a lo largo de los meses de 1978 y, en especial, desde comienzos del segundo trimestre, ha estado sometido a tensiones crecientes reflejadas en tres indicadores: las elevaciones de los tipos de inter¨¦s y otros costes de cr¨¦dito; las limitaciones de la actividad empresarial por bruscos cortes en los cr¨¦ditos disponibles y la continuada apelaci¨®n de las empresas a los mercados exteriores para suplir las deficiencias de suministro de un mercado financiero interno, caro y racionado.
Las tensiones que esos ¨ªndices reflejan son producto de dos fuerzas diferentes: el aumento en los costes de las empresas, de una parte, y, de otra, la limitaci¨®n de las disponibilidades de cr¨¦dito.
Las noticias que nos ofrecen los ¨ªndices de coyuntura sobre la marcha de los costes de las empresas son escasas y confusas. Seg¨²n la estad¨ªstica de salarios del INE el mes de septiembre incorpora un aumento por hora efectiva trabajada del 29,9%, que para el ¨ªndice del movimiento anual es del 26,7%. Si los salarios por hora crecen el 26,7 y los salarios por persona lo hacen seg¨²n el l¨ªmite m¨¢ximo pactado en los acuerdos de la Moncloa al 22%, ello supondr¨ªa una ca¨ªda en el n¨²mero de horas efectivas trabajadas por asalariado del 3,9%, lo que no parece veros¨ªmil. El crecimiento del coste salarial unitario, por persona y del conjunto de las rentas salariales y de trabajo, se sit¨²a en una zona de gran oscuridad dif¨ªcilmente penetrable con la informaci¨®n estad¨ªstica actual. Una encuesta reciente realizada entre grandes empresas espa?olas revela el respeto de los l¨ªmites salariales fijados en los acuerdos de la Moncloa, en torno al 22%, al menos en la primera mitad del corriente a?o. Es probable que las rentas de trabajo, apreciadas por la masa salarial, est¨¦n creciendo hoy al menos al l¨ªmite superior pactado en los acuerdos de la Moncloa, quiz¨¢ con algunas excepciones por encima, tanto m¨¢s numerosas en la medida en que se ha ido acercando el final del ejercicio. Los costes del trabajo derivados de la Seguridad Social han crecido a ritmos que aunque hoy no sean precisamente conocidos para el total de la econom¨ªa, porque ning¨²n dato de la Seguridad Social es claro ni preciso, superan los inicialmente previstos en los acuerdos de la Moncloa.
Dif¨ªcil cuantificaci¨®n del aumento de los costes financieros
Adem¨¢s de los costes de trabajo las empresas han debido aceptar un aumento de sus costes financieros, consecuencia de la tensi¨®n del mercado de cr¨¦dito, que ha elevado los tipos de inter¨¦s y otras partidas del coste asociadas a los pr¨¦stamos. Esta elevaci¨®n no es f¨¢cil de cuantificar para el sistema econ¨®mico en su conjunto y probablemente existan desviaciones importantes seg¨²n empresas y sectores. Ahora bien, el aumento de los costes financieros, aunque de dif¨ªcil cuantificaci¨®n, resulta innegable. Tres ¨ªndices lo prueban: 1.? El tipo de inter¨¦s del mercado monetario, d¨ªa a d¨ªa, que sin duda exagera el movimiento alcista y que ha pasado del 9,20% a comienzos del a?o al 40,23% en octubre. 2.? El tipo de inter¨¦s en las cuentas interbancarias a tres meses que ha aumentado del 14,70% en enero al 21,70% en octubre. 3.? El rendimiento interno de las obligaciones, que por ser un valor medio subestima el alza, pero que, pese a todo, tambi¨¦n la acusa, habiendo pasado del 12,43 % en enero al 12,91 % en septiembre y 12,70 en octubre. Todos los indicadores reflejan un hecho indiscutible: el crecimiento de los costes financieros que han soportado las empresas. Como se ha indicado, el mayor coste se ha distribuido con desigualdad por sectores y entidades, y no es f¨¢cil calcular un valor medio de aumento m¨¢s que pregunt¨¢ndoselo a quienes han pagado esos costes: es decir, a las empresas. Pues bien, una encuesta realizada a mitad del actual ejercicio entre grandes empresas apuntaba mayoritariamente hacia una elevaci¨®n de los costes de financiaci¨®n pr¨®xima a tres puntos en el actual ejercicio.
Este crecimiento de los costes de las empresas constituye el cimiento desde el que se ha construido la inflaci¨®n que padecemos.
Pero el crecimiento de los costes empresariales no explica, por s¨ª mismo, la tensi¨®n del mercado financiero interno. Si la autor ?dad monetaria hubiera ofrecido las disponibilidades l¨ªquidas suficientes para ratificar todos los aumentos de los costes, la tensi¨®n del mercado financiero se habr¨ªa evitado. La cantidad de dinero habr¨ªa aumentado... y los precios tambi¨¦n. Una autoridad monetaria que se precie de tal no puede adoptar una actitud pasiva ante el crecimiento de los costes y sancionar sin m¨¢s su elevaci¨®n con un laxismo irresponsable. Es necesario definir una pol¨ªtica monetaria que centre sus actuaciones sobre una variable operativa capaz de condicionar la marcha del gasto nacional y, por ende, de los precios. Esa pol¨ªtica monetaria responsable ha existido en el actual ejercicio y la variable operativa sobre la que ha actuado han sido las disponibilidades l¨ªquidas o cantidad total de dinero, cuyo crecimiento en 1978 se deber¨ªa ajustar a una tasa del 17,50%, con una banda de fluctuaci¨®n del + 2,50%. Esa tasa de crecimiento se est¨¢ cumpliendo con gran sentido de su responsabilidad por parte del Banco de Espa?a en el actual ejercicio. Pero la forma en que esta obligaci¨®n ineludible se ha cumplido ha estado interferida por una serie de circunstancias que han originado una tensi¨®n excesiva sobre el mercado financiero interno y, en particular, sobre el cr¨¦dito del sistema bancario al sector privado.
Como es bien conocido, los activos l¨ªquidos del sistema financiero -elemento esencial para el control de las disponibilidades l¨ªquidas- tienen tres componentes distintos: los super¨¢vit de caja creados por el sector exterior, los d¨¦ficit originados por el sector p¨²blico y el cr¨¦dito ofrecido por el Banco de Espa?a. Los dos primeros componentes son aut¨®nomos para la autoridad monetaria: se los dan hechos el sector exterior y el p¨²blico. Si se desea gobernar el crecimiento de las disponibilidades l¨ªquidas por una determinada tasa no hay m¨¢s alternativa que ajustar el crecimiento del cr¨¦dito al sistema financiero ofrecido por el Banco de Espa?a. ?Qu¨¦ es lo que ha sucedido en el actual ejercicio? El cuadro 4 ofrece la respuesta en lo que respecta al cr¨¦dito total percibido por el sector exterior, por el sector p¨²blico y por el sector privado.
A la vista de sus cifras puede comprobarse c¨®mo el cr¨¦dito al sector exterior y el cr¨¦dito al sector p¨²blico durante el referido per¨ªodo han aumentado considerablemente el peso relativo, mientras que el cr¨¦dito al sector privado ha perdido importancia. Esas variaciones constituyen, sin duda, uno de los
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factores que m¨¢s han influido en las tensiones del cr¨¦dito y en los niveles alcanzados por los tipos de inter¨¦s.
Unas cifras pueden, seguramente, ayudar a comprender las causas de las tensiones que se han venido padeciendo por el mercado financiero interno en los ¨²ltimos meses. Si la estructura del cr¨¦dito que exist¨ªa en diciembre de 1977 se hubiese mantenido sin variaci¨®n hasta octubre de 1978, el sector priva do habr¨ªa recibido aproximadamente unos 219.000 millones de pesetas adicionales de cr¨¦dito sobre los que ha recibido hasta ese momento, mientras que el sector exterior habr¨ªa recibido unos 281.000 millones de pesetas menos y el sec or p¨²blico habr¨ªa recibido tambi¨¦n unos 107.000 millones de pesetas menos de cr¨¦dito de los que efectivamente ha recibido hasta el mes de octubre de este a?o. La diferencia entre esas cifras se habr¨ªa saldado con un crecimiento neto adicional de las restantes cuentas del balance del sistema financiero por una cuant¨ªa aproximada de unos 169.000 millones de pesetas.
La redistribuci¨®n que se ha producido en contra M cr¨¦dito al sector privado se ha originado por movimientos en buena parte inevitables del sector exterior y por comportamientos inadecuados del sector p¨²blico.
Es evidente que corregir, en la medida que se pueda, la conducta del sector exterior y p¨²blico para asegurar un crecimiento regular y sin saltos bruscos del cr¨¦dito al sector privado ha de ser un objetivo complementario al del crecimiento de las disponibilidades l¨ªquidas por la pol¨ªtica monetaria en el pr¨®ximo futuro.
Es preciso mejorar tambi¨¦n los sistemas de control monetario suministrando al Banco de Espa?a los medios necesarios (emisiones continuas y sistem¨¢ticas de fondos p¨²blicos, direcci¨®n y administraci¨®n del recurso al mercado financiero exterior). Es preciso conseguir, asimismo, un mejor comportamiento de las instituciones financieras privadas para adaptarse fielmente y en todo momento a los objetivos del crecimiento del cr¨¦dito fijado por las necesidades del control monetario. Y, finalmente, aunque nunca en ¨²ltimo lugar, es imprescindible reformar nuestro sistema financiero eliminando sus ostensibles rigideces actuales.
Todo esto significa que debe perfeccionarse el control monetario, pero que en manera alguna debe desaparecer.
Alternativas frente a una tensi¨®n
La tensi¨®n del mercado financiero interno ofrece, pese a su apariencia neutral y t¨¦cnica, el escenario en el que ha de decidirse el futuro de la econom¨ªa espa?ola. Esa tensi¨®n refleja la oposici¨®n entre un crecimiento de los costes empresariales (origen de la inflaci¨®n) y las exigencias de la disciplina financiera.
Toda tensi¨®n puede resolverse a favor de una de las fuerzas en conflicto. El futuro de la coyuntura se decidir¨¢ por la opci¨®n que se realice frente a esas fuerzas en conflicto,.
Cabe en primer lugar ceder en los objetivos de la pol¨ªtica monetaria y ratificar el crecimiento de los costes empresariales. La tensi¨®n desaparecer¨ªa del mercado financiero y se trasladar¨ªa a los precios acelerando el grado de inflaci¨®n. Las consecuencias de esa alternativa ser¨ªan graves para el futuro de la econom¨ªa espa?ola porque esa facilidad monetaria generar¨ªa, en breve plazo, m¨¢s paro del que hoy existe y mucha mayor inflaci¨®n de la que padecemos. Los m¨¢rgenes logrados en el equilibrio exterior desaparecer¨ªan pronto y la econom¨ªa espa?ola se encontrar¨ªa de nuevo con la necesidad inevitable de un reajuste en medio de un caos social que alimentar¨ªa una crisis pol¨ªtica.
Si renunciar a esta soluci¨®n es obligado porque constituye un pasaporte hacia el desorden econ¨®mico, no queda m¨¢s que una sola alternativa: aplicarse con energ¨ªa y eficiencia a limar los costes empresariales que constituyen el factor impulsor del proceso inflacionista y el causante ¨²ltimo de las limitadas oportunidades para aumentar el empleo. Sin disminuir los costes empresariales no ser¨¢ posible disminuir la inflaci¨®n y sin aminorar la inflaci¨®n resultar¨¢ inasequible el alivio en las tensiones del mercado financiero interno. De ah¨ª la importancia crucial que un acuerdo sobre el crecimiento de las rentas (rentas salariales y otras rentas) tiene como condici¨®n de partida para desarrollar la econom¨ªa y el nivel de empleo. Y de ah¨ª tambi¨¦n la importancia de aminorar, en la medida de lo posible, los costes financieros para ayudar a la misma tarea de recuperaci¨®n econ¨®mica.
Espa?a tiene hoy posibilidades claras, que muy pocos discuten, para lograr tasas de expansi¨®n econ¨®mica crecientes en los pr¨®ximos ejercicios. Se ha iniciado un proceso de recuperaci¨®n de la actividad econ¨®mica sin que exista una grave hipoteca de desequilibrio exterior y del crecimiento de los precios que en otras ocasiones hab¨ªa paralizado el proceso de desarrollo. Hoy esa situaci¨®n no se da porque los equilibrios han mejorado sensiblemente. Sin embargo, los desequilibrios no se han remediado totalmente. Cualquier intento de animar el gasto nacional sin atender a las condiciones de una disciplina de costes malbaratar¨ªa en pocas semanas el esfuerzo que ha costado bastantes meses. Una contenci¨®n de los costes de producci¨®n empresariales constituye el teatro de operaciones en el que ha de reflejarse el verdadero inter¨¦s de los distintos grupos sociales y pol¨ªticos por ayudar a la soluci¨®n de los problemas que hoy plantea la coyuntura econ¨®mica espa?ola.
Sin este apoyo d¨¦ la sociedad entera y sin el liderazgo y compromiso de los partidos pol¨ªticos democr¨¢ticos en la orientaci¨®n de la marcha de la econom¨ªa dif¨ªcilmente encontrar¨¢n soluci¨®n los problemas con los que nos enfrentamos. El futuro de la coyuntura econ¨®mica espa?ola depende del esfuerzo de todos y del cumplimiento de un conjunto de condiciones que los datos actuales muestran con claridad rotunda para quien quiera y pueda ver. Si estas condiciones no se cumplen es muy probable que su coste no sea s¨®lo el desembocar en un nuevo proceso inflacionista que se a?adir¨ªa a otras tristes experiencias anteriores, sino que se arriesgar¨ªa la construcci¨®n de una democracia que precisa de una base econ¨®mica saneada como fundamento indispensable para construir la convivencia.
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