Alicia de la Rocha y un estreno de 0lavide
Por el hecho de su residencia permanente en Ginebra, Gonzalo de Olavide no est¨¢ presente en nuestra vida musical en la medida que merece su talento. Lo cual no quiere decir que no trabaje, ya que su cat¨¢logo de obras crece incesantemente con aportaciones como Clamore, Sonala de la ricordanza, el C¨¢ntico o Tres cantos anacr¨®nicos, partituras compuestas -como la Sinfon¨ªa homenaje a Manuel de Falla- desde 1974 ac¨¢. La ON E ha presentado ahora Sine Die, escrita en el 73 a instancias del Estudio de M¨²sica Contempor¨¢nea de la Radio Suissi Romande. Se trata de una obra espl¨¦ndida en la que, en viaje de vuelta, nos encontramos con el gran sinf¨®nismo que podr¨ªamos denominar neopostrom¨¢ntico, si referimos el concepto a las opulencias sinf¨®nicas de un Strauss o un Scriabin. Aclaremos que ?viaje de vuelta? no quiere decir, en este caso., reacci¨®n hacia campos conservadores, sino llegada lib¨¦rrima a ciertas fronteras estil¨ªsticas que no reniegan de la gran herencia orquestal europea. Ideol¨®gicamente, Sitie Die responde a supuestos actuales, como lo demuestra una inventiva alejada del tematismo rom¨¢ntico y postrom¨¢ntico, pero en la que reina una extraordinaria coherencia y gran fortaleza constructiva. El concepto de ?resonancia? que Olavide declara practicar me parece que abarca todas las posibilidades: de ¨¢mbito, de orden arm¨®nico y, en estrecha ligaz¨®n, de refinado y brillante estudio de lo t¨ªmbrico. Acaso la idea un tanto falsa. de cierta relaci¨®n con los postrom¨¢nticos viene dada por un factor: la b¨²squeda y consecuci¨®n de la belleza sonora. Sine Die es m¨²sica auditiva (valga la redundancia), de gran fuerza expresiva y riqu¨ªsimas coloraciones, siempre que interpretemos el t¨¦rmino no como ?valor a?adido?, sino como algo constitutivo. El dominio de la orquesta es absolutamente magistral y la capacidad de comunicaci¨®n con el p¨²blico tan clara como pudo verse en la entusiasta reacci¨®n del auditorio. La versi¨®n, dirigida por Ros Marb¨¢, fue excelente por claridad, riqueza din¨¢mica, perfecta situaci¨®n de las ?tensiones? y visi¨®n exacta de cuanta objetiva ?po¨¦tica musical? encierra la obra de Olavide. El compositor fue testigo de su triunfo, aunque renunciase a subir al estrado para recoger las largas ovaciones que le dedic¨® el. remiso p¨²blico de los viernes. Alicia de Larrocha protagoniz¨®, con la autoridad de su magisterio, el tercer concierto beethoveniano, Versi¨®n seria, exigente, depurada sin concesi¨®n alguna, la de nuestra c¨¦lebre pianista, que estuvo magn¨ªficamente asistida por Ros ) la ONE. Poco habr¨¢ que a?adir sobre la conocida versi¨®n que Ros hace de Muerte v transfiguraci¨®n
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