Emilio Mu?oz inicia el duro camino hacia la fama
El toro de la alternativa casi nos desbarata a Emilio Mu?oz. Creo que le cogi¨® por no cruzarse, por citar fuera de cacho. El pitonazo fue a la nalga, el toro corne¨® en el suelo al nuevo matador y luego se derrumb¨® encima de ¨¦l. Casi media tonelada de vacuno sobre las costillas. ?Qu¨¦ horror!Pero la cogida, antesala de la tragedia posible que siempre es la fiesta, sirvi¨® de revulsivo en esta ocasi¨®n y calm¨® a los desmadejados nervios del torero. He aqu¨ª, pues, que el ne¨®fito, sin-mirarse-siquiera, se echa la mano a la izquierda y viene otra tanda de naturales. El torero sigue valiente y con ganas, pero cada muletazo que a?ade ya es una vuelta pasada de rosca: el toro est¨¢ a la defensiva y no los admite; hace rato que pidi¨® la muerte.
Plaza de Valencia
Primera corrida fallera. Toros de Carlos N¨²?ez, bien presentados, con casta y dificultades. Paquirri: buena estocada (dos orejas, con protesta). Estocada ca¨ªda y descabello (oreja protestada). D¨¢maso Gonz¨¢lez: estocada corta, descabello, aviso, con dos minutos de retraso y seis descabellos m¨¢s (ovaci¨®n y saludos). Pinchazo, tres descabellos (dos orejas). Emilio Mu?oz, que tom¨® la alternativa, dos pinchazos, estocada atravesada y descabello (vuelta al ruedo). Tres pinchazos y bajonazo con v¨®mitos (aplausos). Paquirri fue asistido de una herida de pron¨®stico reservado.
Emilio Mu?oz no triunf¨®, pero estuvo bien en esta tarde de la alternativa. Cualquiera habr¨ªa pensado que sus mentores la preparar¨ªan, como se hizo siempre en las ¨²ltimas d¨¦cadas para las figuritas de laboratorio: un corrid¨ªn bland¨®n, como padrino un hist¨®rico muerto de miedo y, de testigo, otro comparsa. Pero nada fue as¨ª: los ?carlosn¨²?ez? estuvieron bien presentados, ten¨ªan casta y ofrecieron dificultades; y los compa?eros de cartel, dos pundonorosos profesionales, que no se casan con nadie, se pasaron la tarde en plan de pelea, dispuestos a cortar las orejas a todo lo que aparec¨ªa en los chiqueros. Por ejemplo, Paquirri, recibi¨® a sus toros a porta-gayola, con largas cambiadas de rodilla; hizo quites, banderille¨®, por supuesto bastante mal.
Tambi¨¦n es verdad que aburren al aficionado, sobre todo, cuando les sale el animalito d¨®cil, como era el primero de D¨¢maso Gonz¨¢lez. Le pegan pases a espuertas y de ah¨ª no les saques. Pero si el toro plantea problemas, ese es otro cantar. El segundo del albacete?o, impresionante astifino con la cara alta, a?adi¨® emoci¨®n al resobo de circulares que el se?or D¨¢maso le administr¨®, ya por delante, ya por detr¨¢s, ahora p¨¦ndulo de pendular, ahora me arrodillo para rezar. Y los del barbate?o ten¨ªan tantos gatos en la barriga como para quitarle el pan a media profesi¨®n.
Pero Paquirri, para quien el arte debe ser producto exclusivo de otra galaxia, es, sin embargo, un torero poderoso que con suma facilidad les encuentra a los toros el terreno y la distancia. Y as¨ª pudo sortear con aplomo y aseo la extraordinaria codicia de su primero, centrar las inciertas embestidas del cuarto, que, por cierto, era un espl¨¦ndido ejemplar largo, engallado, y de gran arboladura. La faena, fue emocionante, de poder a poder, con una falta a favor del coletudo, que nada m¨¢s ponerse en pie sigui¨® con los naturales, como quien lava, y larg¨® un estoconazo a volapi¨¦. Pero el ?carlosn¨²?ez? no se entreg¨® nunca, ni a¨²n herido, y cuando Paquirri quiso descabellar le arrebat¨® la espada por el expeditivo procedimiento de pegarle una cornada en la mano.
Estos toros que llaman ?comerciales? dieron un juego interesante por la viveza y agresividad de sus embestidas y s¨®lo sali¨® uno cabalmente male, que fue el sexto, el cual salt¨® al callej¨®n, se sali¨® suelto de dos varas y encima le picaron muy mal. Lleg¨® a la muleta reserv¨®n, con mal estilo, pero Emilio Mu?oz, despu¨¦s de brev¨ªsimo tanteo, ya estaba en los medios, con la muleta en la izquierda, derrochando coraje donde no pod¨ªa poner arte. Citaba en corto, pisaba terrenos peligrosos, aguantaba ga?afones, todo lo cual tiene gran m¨¦rito, y m¨¢s a¨²n en quien ha sido calificado como torero de escuela.
Emilio Mu?oz ya ha entrado en el escalaf¨®n de los matadores, y no precisamente entre algodones. As¨ª se hace un torero. Ahora es cuando, de verdad, inicia el camino de la fama, que es largo y dif¨ªcil.
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