Ayuntamientos: larga historia de lucha por la libertades
Primer candidato del PCE al Ayuntamiento
El municipio, en su vieja acepci¨®n romana, era la ciudad libre que se gobernaba por sus propias leyes, y cuyos vecinos disfrutaban de las mismas prerrogativas que Roma. Por eso, en todo el vasto imperio, incluidas las provincias de Hispania, las tribus sometidas solamente consegu¨ªan la plenitud de derechos al convertirse en municipios, al transformarse sus pobladores en ciudadanos. Esos municipios, que conocieron tiempos de gran esplendor, siguieron en su momento la propia suerte de toda la civilizaci¨®n que los gener¨®. Y con la calda del Imperio Romano se derrumb¨® tambi¨¦n su organizaci¨®n y su econom¨ªa en un largo proceso de degradaci¨®n.
El ulterior municipio medieval, que signific¨® la reaparici¨®n de una verdadera organizaci¨®n ciudadana aut¨®noma, coincidir¨ªa con el nacimiento de la burgues¨ªa, en el tambi¨¦n largo pre¨¢mbulo hist¨®rico al Renacimiento. Ese municipio habr¨ªa de ser, en nuestra historia, el soporte del Estado moderno: los consejos castellano-leoneses, con jueces y alcaldes elegidos por el vecindario, en Catalu?a, los consellers y los prohommes, como los del Consejo de Ciento de Barcelona; en Arag¨®n, los cabildos municipales, con sus justicias, en Navarra, losjurados.
Pero el florecimiento de los burgos en Espa?a, con sus ferias y comerciantes, con sus instituciones y libertades, habr¨ªan de entrar a su vez en un per¨ªodo de declive como consecuencia de la descomposici¨®n interna de la burgues¨ªa de origen medieval. En ese complejo fen¨®meno, uno de los elementos clave fue el principio de la Monarqu¨ªa absoluta introducida por Carlos I. Despu¨¦s, el proceso se aceler¨® por medio de la vinculaci¨®n de los cargos concejiles a los caballeros; a trav¨¦s de la intervenci¨®n directa de los monarcas con los alcaldes de Corte; mediante la sustituci¨®n de los concejos popula res por los regidores, y del concejo abierto por el concejo cerrado.
La historia contempor¨¢nea, desde el arranque constitucional de 1812, seguir¨ªa siendo una lucha para conseguir ayuntamientos libres, frente a su configuraci¨®n alternativa como simples sucursales del poder central. Pero la verdad es que predominaron los primeros con la oligarqu¨ªa y el caciquismo de la restauraci¨®n. As¨ª, los municipios republicanos de 1931 a 1936 quedaron como un corto par¨¦ntesis de libertad, para entrar despu¨¦s en la etapa de Franco, en la cual el centralismo lleg¨® a su m¨¢s elevada cota.
Ahora, a partir del 3 de abril, tendremos la oportunidad de constituir nuevos ayuntamientos. De los espa?oles, hay muchos que nunca han visto el palacio de las Cortes; y aun son menos los que alguna vez se han acercado a la residencia del presidente del Gobierno en La Moncloa. Pero casi todos nuestros compatriotas conocen el ayuntamiento de su pueblo o de su ciudad, donde por decenios ha habido caciquismo, ineficacia y corrupci¨®n. Votemos, pues, el 3 de abril, para, finalmente, acabar con esas pesadas cargas que frenan el tr¨¢nsito decisivo a las libertades y al gobierno de riuestros propios destinos.
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