Dos millones de ni?os, en casa
Los VATICINIOS, por lo dem¨¢s inoportunos, de algunos dirigentes comunistas y socialistas sobre eventuales movilizaciones de masas y posibles incrementos de la conflictividad laboral durante la pr¨®xima legislatura han desatado una campa?a de protestas ante lo que se considera una amenaza apenas velada contra la mayor¨ªa parlamentaria de centro-derecha y un gesto de despecho de la izquierda por su derrota en las urnas. Ciertamente, esas manifestaciones dejan malparada la autonom¨ªa del movimiento sindical, especialmente de CCOO y UGT, y dan argumentos a quienes consideran a ambas centrales como simples correas de transmisi¨®n del PCE y del PSOE. Pero el desgarramiento de vestiduras de algunos ¨®rganos de opini¨®n embanderados con sectores bien definidos del Gobierno han sido evidentemente desmesurados, y la huelga de profesores de los centros de ense?anza privada, que dej¨® ayer sin escuela a dos millones de ni?os, viene a demostrar que mientras unos se llevan la fama otros cardan la lana.Porque no deja de resultar sorprendente que esta movilizaci¨®n para condicionar la actividad del Parlamento y presionar sobre el Gobierno haya sido alentada, si no organizada, por el poderoso grupo de intereses que pastorea el padre Mart¨ªnez Fuentes. La huelga, contemplada con efusiva simpat¨ªa por los directores de los colegios religiosos y condenada por las centrales UGT y CCOO, es la primera gran maniobra de desestabilizaci¨®n de la pol¨ªtica estatal puesta en marcha despu¨¦s de las elecciones generales. Protegida, amparada y propiciada por las ¨®rdenes religiosas que tienen la titularidad de esos centros de ense?anza, la huelga se propone endosar a los contribuyentes la carga de los costos salariales de los colegios. Bella forma de celebrar el cada vez mayor peso de los hombres de la Democracia Cristiana en los c¨ªrculos del poder, del que s¨®lo es un adelanto la elecci¨®n nombramiento del se?or Lavilla como presidente del Congreso, y significativo augurio de lo que puede suceder en los pr¨®ximos a?os. Las movilizaciones de CCOO y UGT van a tropezar con una mayor¨ªa parlamentaria y un Gobierno adversos. Pero los movimientos sociales organizados por los grupos de presi¨®n van a encontrar, en el Congreso y en el ejecutivo, la ayuda c¨®mplice de los diputados miembros de esos grupos. Una garra de tenaza de la que s¨®lo un elevado sentido del Estado y una afirmaci¨®n de los derechos de la sociedad civil van a poder salvarnos.
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