La primera crisis de la energ¨ªa: 1979
(Ex director general de Energ¨ªa)
A finales de 1973 se produjo la primera crisis de precios del petr¨®leo. No era un acontecimiento aislado; era la introducci¨®n a un planteamiento nuevo y distinto del tema energ¨¦tico, en el cual hab¨ªa un elemento diferenciador muy importante: el control, tanto de los precios como del volumen de los suministros de la principal fuente de energ¨ªa, hab¨ªa pasado a los pa¨ªses de la OPEP, cuyas decisiones responden no s¨®lo a consideraciones econ¨®micas. Las fuertes subidas en los precios de los crudos de petr¨®leo de 1973 tuvieron un eco unas veces desmesurado, otras mal dirigido y, s¨®lo en muy pocos casos, ponderado y correcto. As¨ª, se habl¨® mucho de la crisis energ¨¦tica, cuando no hubo en dicho a?o tal crisis. El mundo en general sigui¨® disfrutando de un suministro adecuado de energ¨ªa; los problemas de abastecimiento fueron m¨ªnimos y se solventaron mediante intercambios y desviaciones de suministros; las medidas puntuales de algunos pa¨ªses -racionamiento en ciertos d¨ªas- eran desmesuradas y dirigidas m¨¢s a crear un clima de opini¨®n que a solucionar el problema. Porque el problema era mucho m¨¢s hondo y precisaba de soluciones tambi¨¦n m¨¢s profundas -soluciones provenientes de una pol¨ªtica energ¨¦tica a largo plazo que permitiese reducir la dependencia del petr¨®leo, conservar energ¨ªa, facilitar el equipamiento energ¨¦tico, y desarrollar efectivamente los recursos propios y las energ¨ªas no convencionales.
Este hubiese sido el eco ponderado y correcto. Algunos pa¨ªses se plantearon as¨ª el problema, con seriedad y decisi¨®n, porque el planteamiento implicaba decisiones dif¨ªciles e incluso impopulares. En Espa?a, cuando han pasado ya casi seis a?os, cuando algunas de las medidas de diversificaci¨®n y de ahorro deber¨ªan estar empezando a dar sus frutos, seguimos sin una estrategia adecuada a las nuevas circunstancias. Y es preciso decirlo sin rodeos: la situaci¨®n actual es cr¨ªtica. Ahora s¨ª que probable mente nos encontramos en los umbrales de la primera crisis de la energ¨ªa. No es ¨¦sta una afirmaci¨®n catastrofista ni soy aficionado a ellas. En 1974, cuando todo el mundo hablaba de ?la crisis de la energ¨ªa?, mantuve -y sigo opinando as¨ª- que no hubo tal crisis energ¨¦tica, sino simplemente una crisis de precios que, eso s¨ª, era el signo que se?alaba el inicio de una nueva era; y que si no se adoptaban las medidas necesarias, entonces llegar¨ªa la crisis. En mayo de 1977 -ya hace dos a?os- escrib¨ª que en 1980 el precio del crudo se colocar¨ªa a veinte d¨®lares. Mi previsi¨®n fue acogida con gran escepticismo -el precio estaba entonces a 12,10 d¨®lares; los veinte d¨®lares por barril ya est¨¢n aqu¨ª, y ahora s¨ª que nos encontramos ante la combinaci¨®n de ingredientes que pueden configurar una crisis energ¨¦tica y que, en el caso espa?ol y en resumen, son los siguientes:
- Demanda de energ¨ªa creciente, lo que es inevitable, si queremos alcanzar unas tasas razonables de crecimiento que nos permitan ir absorbiendo el paro y alcanzar los niveles de desarrollo y de bienestar equiparables a los de los pa¨ªses de la Comunidad Europea.
- Dependencia tambi¨¦n creciente del petr¨®leo. El consumo de algunos productos petrol¨ªferos est¨¢ creciendo al doble de la tasa prevista en el proyecto de plan energ¨¦tico.
- Insuficiencia de los suministros. Este es un factor de car¨¢cter general que representa un elemento nuevo en la situaci¨®n. Sin embargo, no es un elemento inesperado. El equilibrio de oferta-demanda de petr¨®leo era sumamente precario. Era, por tanto, muy sencillo prever que un desajuste m¨ªnimo en la oferta bastar¨ªa para desestabilizar el sistema, y hay que tener en cuenta que en la actualidad la oferta se ha reducido en menos de un 3 % a nivel mundial.
- Ausencia de una pol¨ªtica energ¨¦tica que prevea alternativas o estrategias de recambio para la situaci¨®n actual.
En conclusi¨®n, nos encontramos ante la necesidad de consumir cantidades crecientes de energ¨ªa para impulsar el desarrollo industrial y social, puesto que afecta directamente a los niveles de empleo; nos encontramos, asimismo, ante la imposibilidad de orientar esa demanda hacia otras fuentes energ¨¦ticas que no sea el petr¨®leo, y, finalmente, nos hallamos, por primera vez, ante una situaci¨®n deficitaria de suministros de crudo.
Estos son los ingredientes de una crisis energ¨¦tica. Mientras los niveles espa?oles de stocks de crudo y de productos puedan permitirlo y mientras puedan encontrarse en el mercado internacional productos petrol¨ªferos para la importaci¨®n (ya se est¨¢n importando gasolinas), podremos ?seguir trampeando?. Ahora bien, sin soluciones profundas, sin una pol¨ªtica energ¨¦tica decidida, sin una estrategia de equipamiento energ¨¦tico adecuado, nos encontraremos dentro de este a?o, con toda probabilidad, ante la primera crisis energ¨¦tica en Espa?a. Esto no es una previsi¨®n catastrofista, sino simplemente el resultado de un an¨¢lisis de los datos y circunstancias presentes en la actualidad y previsibles. Y, sin embargo, este mismo an¨¢lisis ya se hab¨ªa hecho hace a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.