La democracia bloqueada en Italia y el factor K
Estas elecciones pol¨ªticas anticipadas de Italia son casi un plebiscito para aclarar si los comunistas pueden o no acceder al Gobierno. De hecho, la mayor¨ªa parlamentaria de Julio Andreotti cay¨® porque el PCI, en la inc¨®moda postura de estar y no estar en el Gobierno y en la oposici¨®n, reivindica uno y otro papel despu¨¦s de la s¨²bita baja en las elecciones administrativas de 1978, mientras, a su vez, el PSI no quer¨ªa encontrarse en la inc¨®moda situaci¨®n de apoyar el Gobierno minoritario democristiano prest¨¢ndose como arma arrojadiza contra los comunistas.El dilema que se les plantea a los electores no es de poca monta. El PCI ofrece un experimento de democracia asociativa, una coalici¨®n de compromiso, en la imposibilidad de una democracia alternativa, el cambio de Gobierno. Hasta ahora, la experiencia hist¨®rica ense?a que cuando un partido comunista entra en un Gobierno, de emergencia o de compromiso, de unidad nacional, tiende a juzgarlas perspectivas de salir por cualquier raz¨®n como un paso atr¨¢s en la historia. Ahora bien, sobre lo que puede suceder en la atm¨®sfera plebiscitaria del domingo, descontando la bipolarizaci¨®n de la psicolog¨ªa colectiva entre el s¨ª y el no, se han previsto generalmente dos escenarios.
En el primer escenario, el PCI logra conservar sus resultados electorales, en torno al 34% de los votos, el resultado alcanzado en 1976. En este caso existe una probabilidad de que entre en el Gobierno, con la DC, que se aleja de la mayor¨ªa parlamentaria (pese a un posible aumento de sus votos, del 38,7%, al 40%), y los socialistas de Bettino Craxi en declive, pese a las tentativas de recuperaci¨®n de los ¨²ltimos a?os. En el segundo escenario, el PCI no recupera el 6,6 % del electorado nacional, que ya hab¨ªa perdido en las administrativas de 1978 con respecto a 1976. Pero cae del 34.4% sobre el 30%, mientras avanzan los socialistas. En este caso. la pol¨ªtica de Enrique Berlinguer entrar¨¢ en crisis, aparecer¨¢n contradicciones internas del PCI y se abrir¨¢ un per¨ªodo pol¨ªtico nuevo, aunque siempre dentro de la inestabilidad.
Posible estancamiento
Sin embargo, cuando se dice de dos cosas una, ocurre una tercera. Existe la posibilidad de un resultado inicial, con el PCI entre el 30% y el 34% de votos, con la DC favorecida con las abstenciones plebiscitarias a expensas de los partidos menores, pero sin lograr una mayor¨ªa, con el PSI en leve progreso, pero demasiado d¨¦bil: en este caso es el estancamiento, con una semi-mayor¨ªa (la DC) obligada a maniobrar entre el compromiso y el enfrentamiento con una semiminor¨ªa (del PCI), frente a problemas como el terrorismo pol¨ªtico y la crisis econ¨®mica.
Ninguno de los tres escenarios, aunque diversos, promete una soluci¨®n de la crisis italiana. La esencia pol¨ªtica de esta crisis, sin tener en cuenta las circunstancias econ¨®micas y sociol¨®gicas, es la imposibilidad de un recambio peri¨®dico, o sea, la condici¨®n de democracia bloqueada que en Italia dura m¨¢s de tres d¨¦cadas. Esta situaci¨®n se debe a un fen¨®meno (espec¨ªfico, sobre todo en Italia, pero tampoco no s¨®lo en Italia), que se puede definir como el factor ?K?. En donde exista en Europa occidental una fuerza comunista, m¨¢xima como en Italia, o media, como en Francia, o menor, como en Espa?a, el recambio de Gobierno es dif¨ªcil. Si los comunistas y socialistas se combaten es dif¨ªcil que el m¨¢s fuerte pueda prevalecer sobre el otro, como se ha visto en Espa?a. Si los partidos forman coaliciones. sus votos no se acumulan del todo, porque son. en cierta medida, incompatibles, como se ha visto en Francia. En fin, si los dos partidos no forman coalici¨®n y tampoco se combaten, como sucedi¨® en Italia en 1976, igualmente, el electorado no se conf¨ªa suficientemente, aunque quiera cambiar de Gobierno. El factor ?K? (comunista) consiste en esto. Los comunistas con este nombre, sin una ideolog¨ªa ni una pol¨ªtica exterior conforme a las condiciones hist¨®ricas de Europa occidental, no pueden asumir la funci¨®n de alternativa legitimada de los electores, pero su propia existencia induce al maximalismo a los socialistas y, en cualquier caso, impiden que sean los socialistas los que representen la alternativa de Gobierno, como ocurre normalmente en la Europa n¨®rdica.
En Inglaterra, los laboristas, ahora derrotados, han gobernado diecisiete a?os de la postguerra, lo mismo que los conservadores. Las sociedades escandinavas han tenido largos experimentos socialistas.
En la Alemania de Bonn, despu¨¦s de los democratacristianos, gobiernan desde hace diez a?os los socialdem¨®cratas, como en Austria. S¨ª ning¨²n partido est¨¢ exento de errores, la ventaja de? recambio peri¨®dico del Gobierno, al menos, limita los abusos y la arrogancia del poder, concede unas posibilidades a las protestas, modera la oposici¨®n, y contiene la espiral centr¨ªfuga de una sociedad conflictiva.
Las ciudades, s¨ª; el pa¨ªs, no
La izquierda fracasa ante la prueba decisiva, donde impera el factor ?K?, aunque obtenga ¨¦xitos epis¨®dicos. De ahora en adelante parece una ley infalible que se desencadena con la inevitabilidad de una reacci¨®n qu¨ªmica. En Espa?a, socialistas y comunistas conquistan los ayuntamientos de Madrid, Barcelona, Valencia y la mitad de las capitales de provincias, pero pierden las elecciones pol¨ªticas. En Grecia conquistan Atenas, El Pireo, Sal¨®nica, pero son d¨¦biles en el Parlamento. En Francia alcanzan el 54% de los votos en las municipales de 1977, y en las cantonales de este a?o, pero pierden las elecciones parlamentarias. En Italia, el PCI alcanza una distancia m¨ªnima de la DC, y en las elecciones locales de 1975 triunfan en ciudades como Roma, Tur¨ªn, N¨¢poles, pero hoy, seg¨²n los sondeos, pierde votos. A la izquierda, como observ¨® Jacques Fauvet, de Le Monde, se la juzga digna de gobernar las ciudades, no el pa¨ªs.
El sistema pol¨ªtico, bloqueado
En Italia, el factor ?K? es mayor. Pero mientras en Italia, Francia y Espa?a la izquierda no pueda concebir otras formas pol¨ªticas capaces de superar con concepciones pragm¨¢ticas los residuos leninistas y filosovi¨¦ticos de unos, y los residuos maximalistas y anarquistas de otros, no habr¨¢ recambio de Gobierno para estos pa¨ªses. Luego, el sistema pol¨ªtico estar¨¢ bloqueado, con las consecuencias que se conocen en Italia: impunidad del poder, viscosidad de la moral p¨²blica, insuficiente canalizaci¨®n pol¨ªtica de las protestas, lo que puede resultar in¨²til repetir cada dos o tres a?os las elecciones, como en Italia.
*Naci¨® en Roma, en 1926. Fue director del diario La Stampa y Stampa Sera. Desde 1974 es editorialista del Corriere della Sera. Ha escrito, entre otros, los siguientes libros: Libro blanco sobre la ¨²ltima generaci¨®n, Rusos y chinos, En la ¨²ltima Am¨¦rica y Sucedi¨® en Italia.
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