El Madrid, supercampe¨®n de la regularidad
Diecinueve t¨ªtulos en 48 campeonatos de Liga suponen una buena l¨ªnea de regularidad, m¨¢s a¨²n si se piensa que fueron acompa?ados de nueve segundos puestos. En busca de las razones que han hecho del Madrid el campe¨®n de campeones en el torneo de la regularidad, ha hablado con seis hombres que sobre el terreno de juego contribuyeron en ¨¦pocas sucesivas a mantener al equipo en esa l¨ªnea de regularidad: F¨¦lix P¨¦rez, Quincoces, Barinaga, Molowny, Di St¨¦fano y Pirri. Todos ellos son jugadores con una larga permanencia en el equipo, y el relato de sus respectivas ¨¦pocas permite completar la historia del club desde principios de siglo.
F¨¦lix P¨¦rez, madrile?o, fue socio del Madrid en los primeros a?os de existencia del club, y jugador despu¨¦s junto con Bernab¨¦u, hasta los inicios del Campeonato de Liga, en el a?o 1928. Quincoces, componente de un tr¨ªo inolvidable en el f¨²tbol espa?ol, es protagonista de los dos primeros t¨ªtulos de Liga, antes de la guerra, y prolong¨® su carrera hasta tres a?os despu¨¦s de terminada ¨¦sta. Barinaga se inici¨® como jugador en la postguerra, y le toc¨® asistir a la construcci¨®n del estadio Bernab¨¦u, en el que, en el a?o 1947, hizo el primer saque y marc¨® el primer gol. Molowny lleg¨® al club justo con tiempo para asistir a esa inauguraci¨®n, y se mantuvo en el equipo hasta otra fecha igualmente significativa: la incorporaci¨®n de Di St¨¦fano, en el ano 1953, y la nueva consecuci¨®n del t¨ªtulo, que no se lograba desde antes de la guerra. Di St¨¦fano lanz¨® al equipo hasta sus m¨¢ximos techos deportivos, y su marcha coincidi¨® con la llegada de Pirri, hombre representativo de los que tomaron el relevo de aquel fabuloso equipo. Desde la llegada de Di St¨¦fano, hace veintis¨¦is a?os, el club ha conseguido diecisiete t¨ªtulos. Este ¨²ltimo es el noveno que consigue Pirri.
F¨¦lix P¨¦rez. Naci¨® en Madrid, frente al Retiro, el 13 de junio de 1901. A los once a?os sus padres le hicieron socio del Madrid como premio a sus buenas notas. La explanada de La Chopera, en el Retiro, fue su primera escuela de f¨²tbol. A los diecis¨¦is a?os era un interior fino, cuyo dominio del bal¨®n contrastaba con el abrupto estilo de otros jugadores de la ¨¦poca. Fich¨® por el Madrid: ?Jug¨¢bamos en O'Donnell esquina a Narv¨¢ez. Al otro lado de la calle estaba el campo del Atl¨¦tico, as¨ª que cuando jug¨¢bamos uno contra otro cruz¨¢bamos la calle ya vestidos. En aquellos tiempos ya se estaba consolidando el f¨²tbol. Cuando llevaba unos tres a?os tuvimos el primer entrenador, Juanito C¨¢rcel, que lo hac¨ªa muy bien. No cobr¨¢bamos nada, s¨®lo nos pagaban diez pesetas diarias de dieta cuando viaj¨¢bamos, aparte del desplazamiento, claro. Bernab¨¦u, que jugaba entonces, va ten¨ªa dotes de direcci¨®n. Recuerdo que siempre lo ten¨ªamos como ?fuerza de choque? para hablar con la directiva. Una vez fuimos a jugar a Par¨ªs un amistoso y ¨¦l consigui¨® que nos doblaran la dieta a veinte pesetas. Nos corrimos una buena juerga all¨ª.? El adelanto del c¨¦sped lleg¨® hacia el a?o 1922: ?En el Norte ya hab¨ªa campos de hierba, pero el Madrid lo puso m¨¢s tarde. Fue todo un adelanto, aunque quiz¨¢ a los m¨¢s t¨¦cnicos no nos favoreci¨® mucho, porque en la hierba es m¨¢s f¨¢cil controlar el bal¨®n, as¨ª que los que mejor lo domin¨¢bamos perdimos algo de ventaja.?
El profesionalismo
El profesionalismo acechaba ya por los a?os veinte. El p¨²blico acud¨ªa cada vez m¨¢s, y los clubs iban juntando dinero: ?Eran frecuentes ya los 6.000 u 8.000 espectadores en los partidos interesantes, y se puede calcular que cada espectador pagaba m¨¢s o menos una peseta. as¨ª que en un partido se pod¨ªan recaudar 8.000. Al empezar la temporada 1926-1927 nos llamaron juntos a Quesada y a m¨ª y nos dijeron que hab¨ªa que definirse, que el profesionalismo estaba ah¨ª. Aceptamos los dos. A m¨ª me daban 1.500 pesetas al mes, que era un sueldazo. Yo era oficial segundo en Correos y ganaba 325 pesetas, que es lo que se pod¨ªa considerar un sueldo medio para entonces. Pero la verdad es que no guard¨® ning¨²n buen recuerdo del profesionalismo. A partir de implantarse cambi¨® el ambiente, se perdi¨® alegr¨ªa y yo creo que a bastantes dej¨® de divertirnos el f¨²tbol. Adem¨¢s, exist¨ªa ya aquello del derecho de retenci¨®n, que ni comprend¨ªa entonces ni comprendo ahora. Al empezar la temporada 1928-1929, la del primer Campeonato de Liga, dije que no jugaba, porque estaba reglamentado que si te quedabas un a?o sin jugar, luego eras libre de fichar por otro club. Yo lo hice no porque quisiera ir a otro club, sino por una cabezo nada juvenil de la que, la verdad, no me arrepiento, porque eso de la retenci¨®n es un disparate. As¨ª que no jugu¨¦, y al a?o siguiente fich¨¦ por el R¨¢cing de Madrid, pero ya sin ilusi¨®n. Pronto me retir¨¦.?
Desde entonces, su figura se ha hecho familiar en el palco del Bernab¨¦u. No falla a un partido. ?Bernab¨¦u me ofreci¨® algunas veces entrar en la junta, pero he preferido estar al margen, un poco por comodidad. Pero he seguido siempre de cerca su obra, que ha sido grandiosa, y he disfrutado como cualquier hincha.? Sus ¨²ltimos ¨ªdolos han sido Amancio, Vel¨¢zquez y Del Bosque, que ?no corre mucho, pero siempre por el atajo. A m¨ª me gustan los jugadores t¨¦cnicos, pero cada vez quedan menos?.
Con los 78 a?os a la vuelta de la esquina, dedica buena parte del d¨ªa a conversar con los parroquianos de la tasca que mantiene en Alcal¨¢, 81, con aroma de principio de siglo. Se jubil¨® en Correos como jefe de departamento administrativo. Durante a?os fue jefe del gabinete postal de Franco, y ahora es agregado al del Rey. Vive en la misma casa en que naci¨®, frente al Retiro, y sigue siendo socio del Madrid, con el n¨²mero veintiocho.
Jacinto Quincoces. Naci¨® en Baracaldo, el 17 de julio de 1905. En el Alav¨¦s form¨® pareja en la defensa con Ciriaco, y ambos fueron juntos a la selecci¨®n a encontrarse all¨ª con Zamora y formar. as¨ª un tr¨ªo inolvidable en el f¨²tbol espa?ol. En la temporada 1931-1932, los dos defensas fueron traspasados al Madrid, que se hab¨ªa hecho un a?o antes con los servicios de Zamora: ?El Alav¨¦s nos vendi¨® juntos a Ciriaco, Olivares y a m¨ª, por 60.000 pesetas. Se supone que Ciriaco y yo val¨ªamos 25.000 pesetas cada uno, Olivares, 10.000. Yo me llev¨¦ el 10% del traspaso, como estaba establecido, 2.500 pesetas, y ten¨ªa un sueldo de mil al mes, que era un buen dinero entonces. Pero nos lo ganamos: nada m¨¢s llegar ganamos el Campeonato de Liga, el primero que ganaba el Madrid, y
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terminamos el campeonato imbatidos. La temporada siguiente volvimos a ganar.?
Eran tiempos en los que todav¨ªa no exist¨ªa la seriedad de ahora, pese al profesionalismo: ?Entren¨¢bamos s¨®lo el jueves, aunque los suplentes lo hac¨ªan tambi¨¦n otros d¨ªas de la semana. Y no hab¨ªa concentraciones ni nada de eso. Yo recuerdo que los domingos que jug¨¢bamos en Madrid sol¨ªa comer en casa, a las diez, y despu¨¦s me iba a ver alg¨²n partido por la ma?ana, hasta que era la hora de ir al campo a jugar. Te encontrabas en el tranv¨ªa con los aficionados m¨¢s madrugadores.? Lo que s¨ª estaba ya a un nivel alto eran las primas: ? Eso naci¨® antes que el profesionalismo; en mi ¨¦poca eran bastante altas. Yo recuerdo que el a?o en que m¨¢s gan¨¦ fue el 1933-1934, en el que, entre Liga, campeonato regional, Copa y amistosos, llegu¨¦ a jugar 62 partidos, y cobr¨¦ en total 25.000 pesetas, entre sueldo y primas.?
La posguerra
La guerra le sorprendi¨® a Quincoces de vacaciones en Vitoria. Para entonces hab¨ªa ganado el Madrid dos t¨ªtulos de Liga. Hizo la guerra como voluntario en la Cruz Roja. Con la paz volvi¨® al Madrid: ?Era el ¨²nico conocido que quedaba en el equipo. La verdad es que no hab¨ªa dinero, ni gente, ni nada de nada. Los sueldos bajaron, pero como hab¨ªa pobreza a todos los niveles, los jugadores seguimos siendo unos privilegiados. Pero aquel fue el comienzo de una ¨¦poca dif¨ªcil para el Madrid. que no volver¨ªa a ganar la Liga hasta la llegada de Di St¨¦fano. Fueron a?os en los que la directiva bastante hac¨ªa con sacar los n¨²meros adelante.? Quincoces, una vez retirado, entren¨® durante alg¨²n tiempo, hasta que se traslad¨® a Valencia, para meterse con unos amigos en un negocio de maquinaria para la construcci¨®n. Desde entonces est¨¢ ligado a este trabajo y a aquella ciudad. Fue directivo del Valencia durante diecisiete temporadas, algo que la actual directiva le ha agradecido retir¨¢ndole a principios de esta temporada la localidad que ten¨ªa, porque en un partido de pretemporada hac¨ªa falta la plaza ?para una personalidad?.
Sabino Barinaga. Naci¨® en Durango el 15 de agosto de 1922. Al estallar la guerra, sus padres le mandaron a un colegio ingl¨¦s, donde, adem¨¢s de estudiar, jug¨® al f¨²tbol. Creci¨® fuerte, y a los diecis¨¦is a?os jugaba en el Southampton. Con la paz volvi¨® a Espa?a, donde se sab¨ªa de su participaci¨®n en el f¨²tbol ingl¨¦s, y el Madrid, desmantelado por entonces, le ofreci¨® entrar en el equipo. Poco sospechaba el joven delantero que iba a quedar ligado a la historia del club: ?Entr¨¦ con diecisiete a?os, en una ¨¦poca mala para el club. Ahora se dice que el Madrid era el equipo del r¨¦gimen, pero la verdad es que en los primeros a?os el club pas¨® sus apuros, y en la directiva no hab¨ªa militares significados ni gente del R¨¦gimen. Quien s¨ª ten¨ªa protecci¨®n era el Atl¨¦tico, que entonces se llamaba Atl¨¦tico Aviaci¨®n, porque se hab¨ªa asociado con el equipo del Ej¨¦rcito de Aviaci¨®n. Hizo un equipazo y gan¨® los dos primeros campeonatos despu¨¦s de la guerra, y eso que hab¨ªa bajado a Segunda en la ¨²ltima temporada antes de ella.?
La construcci¨®n del Bernab¨¦u
?Bernab¨¦u entr¨® de presidente en el 1943. Era un hombre tremendamente emprendedor y que lo sab¨ªa todo. Hab¨ªa sido jugador, entrenador y directivo. El supo ver antes que nadie que el f¨²tbol ir¨ªa para arriba, y pens¨® que quien tuviera un estadio grande antes que nadie podr¨ªa adelantarse a los dem¨¢s. y se aplic¨® a eso. La verdad es que casi todo el mundo pensaba que aquello de hacer un estadio para 60.000 espectadores era una machada est¨²pida. que nunca habr¨ªa tanta gente dispuesta a ir al f¨²tbol en Madrid. Por entonces jug¨¢bamos en el viejo Chamart¨ªn, que estaba casi en el mismo sitio. con capacidad para 22.000 espectadores. Se quedaba peque?o con mucha frecuencia. Bernab¨¦u ten¨ªa en la directiva a un hombre con gran cabeza para las finanzas. Luis Corrales, y ¨¦l encontr¨® las soluciones para financiar la obra. Hicieron una emisi¨®n de obligaciones de veinticinco millones, que se agotaron pronto. Luego prepararon otra emisi¨®n, de veintid¨®s millones, con la idea de venderla entre los socios. La sacaron a la venta justo al d¨ªa siguiente de que venci¨¦ramos en el Metropolitano al Atl¨¦tico, y se agot¨® en seguida. Y unos meses m¨¢s tarde hubo otra emisi¨®n de veintid¨®s millones, que tambi¨¦n se cubri¨®.?
El campo se estren¨® a principios de la temporada 1947-1948, con un amistoso ante Os Belenenses, de Portugal: ?Era impresionante jugar all¨ª, entre 60.000 espectadores. A m¨ª me ha quedado el orgullo de marcar el primer gol, hacia el minuto veinte, de cabeza, a pase de Vidal. Fue un bonito gol, en plancha, pero entonces no le di mucha importancia. Luego, pasados los a?os, me lo han recordado muchas veces, y el club me dedic¨® un bander¨ªn con ese motivo.?
Estadio nuevo aparte, las cosas no fueron bien para el Madrid: ?Los dos a?os anteriores a la construcci¨®n del campo ganamos la Copa. Pero en la Liga no hac¨ªamos buen papel. El primer a?o que jugamos en el Bernab¨¦u estuvimos a punto de irnos a Segunda. ?Qu¨¦ angustia! Recuerdo que perd¨ª siete kilos aquel a?o. En la ¨²ltima jornada recibimos al Oviedo, y ten¨ªamos que ganar para no descender. Ganamos por dos goles de Pruden, y quedamos en el puesto once de en total de catorce equipos.?
Barinaga estuvo once temporadas en el Madrid y se fue sin conquistar un solo t¨ªtulo de Liga: ?S¨ª, es un vac¨ªo en la historia del club. Se gast¨® mucho en el campo, y no hab¨ªa dinero para fichar jugadores. Recuerdo que un d¨ªa me pregunt¨® Bernab¨¦u por qu¨¦ iba el equipo tan mal. y yo le dije que porque se hab¨ªa quedado viejo y hac¨ªa falta qente nueva. Se enfad¨® mucho conmigo, por primera y, ¨²nica vez desde que le conoc¨ª.?
Se fue del Madrid ?porque estaba muy visto y por problemas con un directivo?. Jug¨® a¨²n tres a?os en la Real N, dos en el Betis. Luego, sus conocimientos de ingl¨¦s le sirvieron para trabajar en la base de Torrej¨®n un par de a?os, antes de entregarse al trabajo de entrenador, en el que ha sido un verdadero trotamundos. Entren¨® al Osasuna, Betis, Oviedo, M¨¢laga, Atl¨¦tico, Valencia, Sevilla, Mallorca, C¨¢diz, selecci¨®n de Marruecos, selecci¨®n de Nigeria, y Am¨¦rica, de M¨¦xico. Ahora espera que alg¨²n equipo se interese de nuevo por ¨¦l, y mientras trabaja como representante y relaciones p¨²blicas en una empresa de techos falsos.
A la espera de Di St¨¦fano
Luis Molowny. Naci¨® en Santa Cruz de Tenerife, el 12 de mayo de 1925. Destac¨® en el Marino, de Las Palmas, lo suficiente como para que su nombre sonara fuerte en la Pen¨ªnsula: ?Un d¨ªa, Bernab¨¦u ley¨® en La Vanguardia que el Barcelona hab¨ªa enviado a un directivo para ficharme; el directivo ya estaba en camino, pero en barco, y Bernab¨¦u mand¨® por avi¨®n a Quincoces, que estaba de secretario t¨¦cnico entonces en el club. As¨ª fue como llegu¨¦ al Madrid, el a?o 1945-1946. Ganamos la Copa nada m¨¢s llegar.?
El fichaje cost¨® 75.000 pesetas. Molowny lleg¨® con un contrato de 250.000 pesetas por cinco a?os. Le toc¨® asistir a la fase de despegue del club: ? El a?o siguiente a mi llegada estrenamos el estadio. La primera temporada jugamos en el Metropolitano, porque lo estaban construyendo. Luego estuvimos peleando bastantes a?os por el t¨ªtulo, pero no llegaba. La verdad es que el club hizo un esfuerzo grande con el estadio, y no hab¨ªa dinero para grandes fichajes. Hasta Di St¨¦fano no se hizo ning¨²n fichaje deslumbrante, y el equipo no pod¨ªa llegar al t¨ªtulo.?
Molowny guarda los mejores recuerdos de Bernab¨¦u: ?Era un hombre que llegaba a todo. Para ¨¦l no hab¨ªa problema que no se pudiera resolver, ni persona a la que no comprendiera y ayudara. Lo que es el Madrid es obra suya. Una obra que ah¨ª queda.? Tambi¨¦n es enorme su admiraci¨®n por Di St¨¦fano: ?Para m¨ª, es el jugador m¨¢s grande que ha habido. Ya le hab¨ªamos visto jugar con el Millonarios, cuando el festejo de las bodas de oro del club. Cuando el Madrid y el Barcelona disputaron su fichaje, yo deseaba que viniese con nosotros, porque pensaba que con un jugador as¨ª el equipo ir¨ªa para arriba, como as¨ª fue.?
Llegado Di St¨¦fano, el Madrid gan¨® la Liga en la temporada 1953-54, justo con tiempo de participar en la primera Copa de Europa, que tambi¨¦n ganar¨ªa: ?El a?o de la primera Copa de Europa fue el de mi marcha del Madrid. Jugu¨¦ en las eliminatorias, pero no la final. Recuerdo la ilusi¨®n de aquellos partidos y la euforia del triunfo.? Pero Molowny no pudo disfrutar por mucho tiempo de la ¨¦poca de oro del Madrid: ?Una lesi¨®n de rodilla me oblig¨® a retirarme a los treinta a?os. Volv¨ª a Las Palmas, donde jugu¨¦ un par de partidos, pero no estaba en condiciones.?
La cantera
Se qued¨® en Las Palmas, donde fue seleccionador juvenil. El form¨® una gran promoci¨®n de jugadores: los desaparecidos Tonono y Guedes, Germ¨¢n, Castellanos, Le¨®n... Con estos hombres se hizo cargo del primer equipo de Las Palmas, al que puso en un primer¨ªsimo plano, y lleg¨® a luchar por el t¨ªtulo de Liga. Despu¨¦s volvi¨® al Madrid, para hacerse cargo de la supervisi¨®n de la cantera: ?El Madrid trabaja desde hace a?os con mucho sentido en ese terreno, y creo que ese ha sido el secreto para mantener al equipo en primer plano. Para renovar el equipo de los grandes monstruos se tir¨® de la cantera: Vel¨¢zquez, Grosso, De Felipe, Serena... Y luego se ha seguido por ese camino. Yo tengo ahora mismo nueve jugadores, en la plantilla, salidos de la cantera.?
Alfredo Di St¨¦fano. Naci¨® en Buenos Aires el 4 de julio de 1926. Formado como jugador en el River Plate se march¨® junto a otros compa?eros en rebeld¨ªa al Millonarios de Bogot¨¢, donde su profesi¨®n estaba mejor pagada. El Barcelona compr¨® su ficha al River, y el Madrid al Millonarios. Lleg¨® a Espa?a para incorporarse al Barcelona -la FIFA le reconoc¨ªa al River Plate la propiedad sobre el jugador-, pero el Madrid se cruz¨®
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e hizo valer sus influencias. La Federaci¨®n Espa?ola opt¨® por una soluci¨®n rid¨ªcula: jugar¨ªa cada temporada en uno de los dos equipos, comenzando por el Madrid. El Barcelona encontr¨® m¨¢s digna la salida de renunciar a sus derechos.
?La verdad es que a m¨ª, cuando vine, tanto me daba, pero luego, el Madrid ha quedado como parte muy importante de mi vida, aunque mis relaciones con las personas que han llevado el club se hayan distanciado. Por encima de todo est¨¢ la instituci¨®n, y yo soy un hombre de la instituci¨®n. Hay mucha gente en el club que alardea de la historia, pero quieren olvidar que yo soy una parte principal de esa historia. Cuando llegu¨¦, el Madrid no ganaba la Liga desde antes de la guerra espa?ola, y desde mi llegada no hizo otra cosa que ganar t¨ªtulos.?
La personalidad de Di St¨¦fano en el campo fue, sin duda, la clave de esos ¨¦xitos: ? Pero yo nunca quise ser una estrella, y creo que gracias a eso llegu¨¦ a serlo-, yo s¨®lo quer¨ªa que fuera estrella el equipo. y lo fue. Fueron tiempos muy bonitos. En el equipo hab¨ªa euforia cada vez que se saltaba al campo; sal¨ªamos a divertirnos, a ganar, a pelear. No s¨¦ mucho de la marcha del club en esos a?os, pero est¨¢ claro que las cosas iban bien, porque hubo fichajes muy importantes. Durante a?os, el club estuvo incorporando hombres de m¨¢ximo prestigio: Kopa, Did¨ª, Santamar¨ªa, Puskas, Rogello Dorn¨ªnguez... Tengo la satisfacci¨®n de haber contribuido a los mejores a?os de la entidad, y eso me queda dentro.?
Lluvia de t¨ªtulos
Antes de Di St¨¦fano, dos t¨ªtulos. Desde que lleg¨® Di St¨¦fano. en la temporada 1953-1954, diecisiete. ?El p¨²blico iba, hab¨ªa ambiente. Creo que el Madrid hizo muy buenas taquillas todos aquellos a?os, y eso fue la base sobre la que se construy¨® lo de despu¨¦s. Claro que para explotar aquel equipo se contaba con un estadio grande, que fue siendo ampliado a la medida de las necesidades. ?Hasta que lleg¨® el divorcio Madrid-Di St¨¦fano, al t¨¦rmino de la temporada 1963-1964, tras la derrota ante el Inter en la final de la Copa de Europa, en Viena. Es un tema que no le gusta a Di St¨¦fano: ?Creo que merec¨ª otro trato.? Desde entonces ha sido un entrenador m¨¢s, un hombre que no ha querido vivir del cuento, sino de su trabajo, y que ha conocido las duras y las maduras. Sac¨® campeones a Boca Jun¨ªors, en Argentina, y al Valencia, en Espa?a, pero salt¨® a media temporada en el Elche y en el Rayo, y ha pasado algunas temporadas parado, esperando club. Ahora se le abren de nuevo las puertas de la profesi¨®n, en el Valencia. Mientras, el Madrid parece decidirse por un yugoslavo para sustituir a Molowny.
Jos¨¦ Mart¨ªnez ?Pirri?. Naci¨® en Ceuta el 11 de marzo de 1945. Tuvo su primera Ficha como profesional en el Atl¨¦tico de Ceuta, pero con dieciocho a?os los estudios le trasladaron a Granada, dondejug¨® como aficionado en Segunda. Varios clubs se interesaron por ¨¦l, pero fue el Madrid quien lo adquiri¨® por 300.000 pesetas. De esto hace ya quince temporadas. Lleg¨® justo la temporada siguiente a la marcha de Di St¨¦fano: ?En el club se detectaba cierta preocupaci¨®n, porque los grandes monstruos estaban ya algo mayores, y parec¨ªa dif¨ªcil mantener el equipo en el mismo nivel. No obstante, yo coincid¨ª con Puskas. Santamar¨ªa, Muller, Gento... Todos se interesaban mucho por losj¨®venes. A m¨ª, por ejemplo, Puskas me ense?¨® a disparar, a meter debidamente el pie. Al poco tiempo de llegar al Madrid comprend¨ª dos cosas: que podr¨ªa ganarme la vida como futbolista y que esta entidad iba a ser para m¨ª m¨¢s que un centro de trabajo.?
Pirri simboliza la renovaci¨®n, el relevo, pertenece a la generaci¨®n de jugadores que tuvieron que luchar para resistir una comparacion imposible con los que les antecedieron: ?Eso era dif¨ªcil, s¨ª, pero tambi¨¦n un est¨ªmulo. Pero lo cierto es que el club no nos exig¨ªa que hici¨¦ramos al equipo campe¨®n cada a?o, sino s¨®lo que trabaj¨¢ramos en la medida de nuestras posibilidades. Desde que yo estoy, aqu¨ª. nunca recuerdo u.na mala cara o una bronca porque hayamos dejado escapar un t¨ªtulo, sino, m¨¢s bien, lo contrario. Han sido muchas las veces que se nos ha pagado la prima,por perder, porque Bernab¨¦u comprend¨ªa que se hab¨ªa hecho todo lo posible.
El paternalismo
Para Pirri, el club es algo m¨¢s que una eficiente empresa futbol¨ªstica, productora de espect¨¢culo y ganadora de t¨ªtulos. Para ¨¦l, es un estilo, un ambiente: ?Los que han atacado a Bernab¨¦u no le conoc¨ªan. Si no, no hay otra explicaci¨®n. Le acusaban de dictador, le reprochaban por paternalista cuando, simplemente, era un hombre que se interesaba por los problemas de todos y que quer¨ªa ver a todo el mundo satisfecho. En quince a?os que llevo aqu¨ª he visto que en el club preocupa m¨¢s la felicidad de la gente que los t¨ªtulos. A lo mejor por eso el equipo se mantiene ah¨ª, cosa que no han conse.uido otros: ni el Benfica, ni el Inter, ni el Bayern, ni el Ajax... El Madrid ya no es el mejor del mundo, como fue, pero esta siempre en primera l¨ªnea. Yo creo que es porq ue todos ponemos un inter¨¦s especial en esta entidad, que te trata bien. Siempre que alg¨²n compa?ero ha tenido un problema personal, del tipo que fuera, he visto al club procurando ayudarte. Esas cosas se sienten, y le permiten a uno trabajar a gusto, que es la ¨²nica forma de hacer las cosas bien.?
El que termina es el noveno t¨ªtulo para Pirri y el que m¨¢s le ha satisfecho, porque le ha servido para cerrarle la boca a Kubala, que en Argentina le calific¨® comojugador acabado: ?Yo, como todos los hombres del relevo, me siento satisfecho. No hemos mantenido al Madrid como el mejor equipo del mundo, pero hemos llevado la antorcha con dignidad. Nueve ligas, tres Copas y una Copa de Europa en quince anos que llevo aqu¨ª creo que son un buen balance. Nosotros nos incorporamos con una obra gigantesca en marcha, y no hubi¨¦ramos soportado la idea de llegar aqu¨ª para estropearlo todo.?
Siempre la historia, el pasado, como est¨ªmulo para los que llegan.
Eso es el Madrid.
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