Topes salariales, productividad y derechos sindicales, protagonistas de los convenios en 1979
La mayor dificultad con que se encuentran los sindicatos en las negociaciones colectivas de 1979 se centra en el inter¨¦s de la CEOE por lograr ?un comportamiento empresarial uniforme?. De ah¨ª que su objetivo inmediato fuera el romper este frente. Como no hay pactos ni acuerdos entre los sindicatos y la CEOE (con independencia de que durante el curso de las negociaciones la patronal pretendiera desgajar el tema de los derechos sindicales de los convenios colectivos, con el fin de lograr un acuerdo-marco ?por arriba?, a nivel de ejecutivas nacionales), las centrales se disponen a romper el frente empresarial ?por abajo?, convenio tras convenio, procurando agudizar las contradicciones existentes en el seno de la patronal. CCOO y UGT, con este fin, aprovechan especialmente las desconexiones existentes entre el sector p¨²blico y el sector privado, as¨ª como los frecuentemente opuestos intereses que se dan en la peque?a, mediana y gran empresa.Renfe: "test" y punto de partida
CCOO y UGT ponen en marcha la negociaci¨®n colectiva del 79 con una estudiada t¨¢ctica. Adelantan sus sindicatos m¨¢s numerosos, m¨¢s combativos y m¨¢s disciplinados, a las primeras negociaciones, y junto a esta ofensiva intentan un convenio marco con el Instituto Nacional de Industria (al estilo de los pactos que negocia por tres a?os la FLM italiana con la patronal del sector p¨²blico del metal -Intersind- para un convenio nacional de estas empresas). Fracas¨® la operaci¨®n de un convenio marco con el INI, y las negociaciones en Renfe pasaron a convertirse en test y punto de partida.
La batalla en Renfe no se librar¨¢ con la patronal, estrictu sensu, sino con el Gobierno, a quien correspond¨ªa defender su reciente decreto sobre pol¨ªtica de rentas y empleo (limitaci¨®n de incrementos salariales entre un 11% y un 14%). Si falla el Gobierno en su intento de hacer observar el decreto en Renfe, las repercusiones en los 1.999 convenios que quedan pendientes de negociar pueden ser enormes.
Renfe ocupa a unos 73.000 trabajadores (casi el 1% de la poblaci¨®n activa ocupada) y hab¨ªa sufrido durante 1977 un d¨¦ficit de 37.000 millones de pesetas. La comisi¨®n negociadora de los trabajadores (integrada por doce representantes de CCOO, ocho de UGT, dos de SU y dos de USO) pretende un incremento salarial del 18% (reducido posteriormente al 16%), derechos sindicales y medidas para fomentar el empleo. La direcci¨®n de la empresa contesta a las pretensiones de los trabajadores con una oferta de incrementos salariales del 11%. El art¨ªculo 1 del decreto sobre pol¨ªtica de rentas y empleo, la ?situaci¨®n econ¨®mica de la empresa? (su car¨¢cter deficitario) obligaba a ¨¦sta a no superar el 11%, ya que el mencionado art¨ªculo dispone ?que las sociedades estatales se someter¨¢n al l¨ªmite inferior del crecimiento salarial cuando la situaci¨®n econ¨®mica de la sociedad sea deficitaria?.
El Gobierno aventura la feliz teor¨ªa de que Renfe no es una empresa sino un servicio p¨²blico, y sobre ¨¦ste no deben recaer las limitaciones de rigor. A la postre se firm¨® el convenio con un incremento salarial del 14,67%, reconocimiento de derechos sindicales y medidas de promoci¨®n del empleo, tales como rebajar la edad de jubilaci¨®n anticipada y pactar una jornada de 42 horas semanales para 1980.
A la CEOE, ajena al conflicto de Renfe, se le ensombreci¨® el panorama con la firma de este convenio. Por su parte, el Gobierno sigui¨® id¨¦ntico comportamiento en otras empresas p¨²blicas deficitarias, como es el caso de Hunosa (24.000 trabajadores), donde de un ofrecimiento patronal de incrementos salariales del 7% se lleg¨® a un convenio en el que figuraron aumentos salariales del 13,8% y la creaci¨®n de setecientos nuevos puestos de trabajo.
El metal: segunda ofensiva negociadora
Inmediatamente incorporan los sindicatos a la negociaci¨®n colectiva a otro de los sectores donde se encuentran m¨¢s fuertes y cuentan con gente m¨¢s combativa: el metal. El sector del metal de Madrid, en particular, se convirti¨® en centro neur¨¢lgico de la negociaci¨®n. En ¨¦l se iban a solventar las grandes cuestiones que d¨ªas atr¨¢s (v¨¦ase el segundo informe de esta serie en EL PAIS de ayer) hab¨ªan puesto sobre la mesa la CEOE y CCOO-UGT, y en ¨¦l iban a participar las altas instancias de la patronal y los sindicatos.
Por aquella ¨¦poca ya se contaba con el efecto simb¨®lico que hab¨ªa supuesto el convenio de Boeticher y Navarro, en la que los trabajadores hab¨ªan conseguido incrementos salariales del 17%, derechos sindicales y reducci¨®n de jornada. La firma del convenio de Chrysler (el centro industrial m¨¢s importante de Madrid, con sus 14.000 trabajadores) tambi¨¦n influir¨ªa en las negociaciones del metal con sus condiciones: incremento salarial del 14%, conversi¨®n de trescientos eventuales en trabajadores fijos, exenci¨®n del turno de noche para los empleados mayores de treinta a?os, jornada anual de 1.920 horas laborales, concesi¨®n de tiempo sindical a 92 delegados de los trabajadores, control del comit¨¦ de empresa -al 65%- sobre los nuevos puestos que se creen e informaci¨®n sobre la marcha de la empresa, planes e inversiones.
Con estos antecedentes el convenio del metal de Madrid se constituy¨® en pieza clave del pulso sindicatos-patronal en la negociaci¨®n colectiva. Ambas partes exhibieron una fuerza y una firmeza en sus posturas respectivas que coloc¨® al sector en una situaci¨®n dificil¨ªsima. CCOO y UGT llevaron adelante huelgas generales en el sector los d¨ªas 11, 24 y 25 de enero, y los d¨ªas 1, 2, 5 y 6 de febrero (en esta ¨²ltima fecha se desconvoc¨® el paro). Sin embargo, pese a la extremada dureza y conflictividad de las negociaciones, sindicatos y patronal consiguieron lo que no hab¨ªan logrado en los ¨²ltimos cinco a?os: firmar un convenio para el sector, aunque ambas partes cedieron mucho en sus posturas iniciales. El convenio fija incrementos que. oscilan entre un 15,6% y un 16,3% sobre tabla salarial, reducci¨®n de siete horas en la jornada laboral, dos d¨ªas m¨¢s de vacaciones, compromiso de potenciar las jubilaciones anticipadas y forzosas y un t¨ªmido reconocimiento de derechos sindicales.
Transcurrido el mes de enero hay una negociaci¨®n colectiva generalizada en el pa¨ªs, y se producen las primeras fisuras en los planteamientos iniciales, al tiempo que la conflictividad se extiende: huelgas en el metal de Madrid, Navarra, Zaragoza, Burgos, Asturias, Barcelona, Vizcaya, Guip¨²zcoa y Alava; huelgas en la construcci¨®n de otras tantas provincias, y a nivel de empresas, conflictos generalizados en el sector de automoci¨®n (Ford, Seat, Citro?n, Fasa, entre otros), paros en Gas Butano y Gas Ciudad. Hay convocadas, por otra parte, huelgas en ense?anza, seguros, Compa?¨ªa Telef¨®nica, agencias de viaje, Iberia, Seguridad Social, banca y cajas de ahorro, entre otros colectivos importantes.
Precisamente en estos momentos, el Ministerio de Trabajo aprovecha para afirmar que ?la conflictividad no es tanta?, y que ?la prensa dramatiza?. (Pasa a p¨¢g. 6 1) (Viene de p¨¢g. 60)
La negociaci¨®n colectiva en el a?o de transici¨®n
La conflictividad es generalizada, pero las huelgas suelen estar muy controladas por CCOO y UGT, que las limitan en el tiempo, fundamentalmente, a base de paros de veinticuatro, 48 ¨® 72 horas a la semana, con una intensidad progresiva, lo que depara normalmente un saldo peque?o de horas perdidas en relaci¨®n con la duraci¨®n de los conflictos. La evoluci¨®n de la situaci¨®n pol¨ªtica y el convencimiento de que la crisis econ¨®mica limita los costes sociales asumibles por las empresas en los conflictos explica el cuidado que CCOO y UGT ponen en evitar verse implicadas en huelgas indefinidas que puedan desestabilizar, pudrir, los conflictos y escaparse a su control.La conflictividad, siempre dentro de la t¨®nica descrita, va poco a poco perdiendo intensidad. Se firman los convenios del metal de L¨¦rida (incremento salarial del 22%, derechos sindicales y cuatro d¨ªas m¨¢s de vacaciones), Ciudad Real (incremento salarial del 20% y treinta d¨ªas de vacaciones), Segovia (23%, aumento en vacaciones y derechos sindicales), Zaragoza (incremento salarial del 20% para el pe¨®n) y Navarra, entre otros.
Varias empresas concluyen tambi¨¦n sus convenios. En FEMSA se incrementan los salarios en un 15%, se reduce la jornada laboral en 44 horas y se aumenta la plantilla en la factor¨ªa de Alicante. En Construcciones Aeron¨¢uticas, SA (CASA), empresa controlada al 60% por el INI, se acuerdan incrementos salariales del 14%, reducci¨®n de 69 horas laborales en 1979 y de cuarenta en 1980, y se reconocen derechos sindicales.
La construcci¨®n tambi¨¦n comienza a reincorporarse a la normalidad. Se firman los convenios de Vizcaya (incremento salarial del 16,33 % y reconocimiento de derechos sindicales), Madrid (incremento salarial del 14,5%, reducci¨®n de 35 horas laborales y control de los representantes sindicales sobre las tablas de rendimiento), Huesca (incremento salarial del 16,5% y derechos sindicales) y Huelva (incremento salarial del 16,5%), entre otros. En este sector, en el de la construcci¨®n, el punto de desacuerdo m¨¢s generalizado y conflictivo en las negociaciones colectivas ha estado en las tablas de rendimiento.
El sector de hosteler¨ªa ha protagonizado tambi¨¦n una gran conflictividad en los primeros meses de 1979. Las huelgas se han sucedido en Tenerife, Las Palmas, Madrid, Valencia y M¨¢laga, entre otras provincias, con resultados no muy favorables a los trabajadores en algunas de ellas.
La banca privada (60.000 trabajadores) va a la huelga los d¨ªas 3, 7, 8, 12, 13, 14, 24, 26, 27 y 28 de -febrero para presionar a la patronal en las negociaciones de su convenio colectivo. El conflicto finaliza sin que las partes se pongan de acuerdo, mediante un laudo que fija incrementos salariales del 14% para los trabajadores del sector.
Una soluci¨®n similar a la de banca privada, un laudo, pone fin a la conflictividad en la ense?anza privada, 130.000 trabajadores, a los que se incrementan sus salarios en un 12,10%, y en la empresa SEAT, que cuenta con 32.140 trabajadores.
Las grandes empresas, despu¨¦s de largas negociaciones, tambi¨¦n acabar¨ªan firmando sus convenios: Standard, Telef¨®nica, ENASA y Baz¨¢n, entre otras.
Conclusiones provisionales sobre la negociaci¨®n en 1979
Faltan a¨²n algunos datos para realizar un balance definitivo de las negociaciones colectivas en 1979, a¨²n no se conoce el n¨²mero de convenios y laudos, ni el n¨²mero de horas perdidas por huelgas (Aguirre Gonzalo afirmaba recientemente que, de seguir el ritmo del primer cuatrimestre, las p¨¦rdidas por huelgas podr¨ªan cifrarse en 120.000 millones de pesetas, cifra esta de dif¨ªcil comprobaci¨®n), pero a estas alturas del a?o ya pueden aventurarse algunas conclusiones:
1. Cabe destacar en la negociaci¨®n colectiva de 1979 la presencia hegem¨®nica de CCOO y UGT, as¨ª como, salvo excepciones muy contadas, su acci¨®n unitaria.
2. Por primera vez ha aparecido una patronal con un programa com¨²n. La CEOE se ha mostrado much¨ªsimo m¨¢s experimentada que en 1978, y ha afrontado la negociaci¨®n como una patronal de corte europeo.
3. En el aspecto econ¨®mico se ha superado con creces el tope del 10%, y en muchos casos se han roto los techos del decreto sobre pol¨ªtica de rentas y empleo. Al respecto, conviene puntualizar la distinci¨®n entre el convenio de empresa y el convenio de sector. En el primero, al actuar sobre salarios reales, con un porcentaje inferior se consiguen incrementos efectivos superiores; en el segundo, al operar sobre salarios m¨ªnimos convencionales, aun siendo los porcentajes superiores -el 16% en muchos casos-, al jugar los mecanismos de compensaci¨®n y absorci¨®n, los incrementos reales son menores.
Respecto a la distribuci¨®n, se ha llegado a un sistema mixto, cantidades lineales e incrementos proporcionales.
4. Respecto a los derechos sindicales, la pr¨¢ctica m¨¢s generalizada en los convenios ha sido la de recoger lo que ya exist¨ªa (bien en la pr¨¢ctica de la empresa, bien en la normativa vigente), oponi¨¦ndose con fuerza la patronal a admitir y regular las secciones sindicales. En este cap¨ªtulo, las innovaciones conseguidas por las centrales han sido poco espectaculares.
S. El fomento del empleo ha sido la novedad fundamental en la negociaci¨®n de 1979. Lo m¨¢s importante, al respecto, es que ha sido objeto de negociaci¨®n en la mayor¨ªa de los convenios. Algo se ha conseguido, no mucho, ciertamente, pero es muy posible que la promoci¨®n del empleo se convierta en el caballo de batalla de la negociaci¨®n en 1980.
6. Si bien no en profundidad, la mayor¨ªa de los convenios han retocado los temas de jornada, tanto por el incremento de vacaciones como por la reducci¨®n de horas de trabajo al a?o.
7. Respecto a la productividad, los empresarios no han conseguido mas que declaraciones de principios de muy dudosa efectividad.
8. En el tema de los ?convenios-marco? se ha impuesto absolutamente la tesis de la CEOE.
Puede haber renegociaci¨®n
A estas alturas del a?o ya se ha vencido el grueso de la negociaci¨®n, y las centrales sindicales y organizaciones empresariales preparaban los convenios de 1980. Las ¨²ltimas cifras sobre incremento del coste de la vida hacen temer, sin embargo, en una renegociaci¨®n de todos los convenios, al superarse en junio, previsiblem ente, el tope del 6,5%.
El art¨ªculo tercero del decreto sobre pol¨ªtica de rentas y empleo establece ?que el Gobierno podr¨¢ modificar el criterio salarial de referencia (13%)?, en caso de que se supere el mencionado ¨ªndice de precios.
A la vista del decreto, el Gobierno no est¨¢ obligado a la revisi¨®n, pero si ¨¦sta no se realiza puede suponer un importante aderezo a la contestaci¨®n que, presumiblemente, van a ejercitar los sindicatos contra el paquete de legislaci¨®n laboral; y si el Gobierno accede a la revisi¨®n, la CEOE, muy probablemente, se opondr¨ªa a la renegociaci¨®n, y nos ver¨ªamos abocados nuevamente a una oleada de huelgas en todo el pa¨ªs. Huelgas que coincidir¨ªan con la discusi¨®n en el Parlamento de la legislaci¨®n laboral.
La redacci¨®n del art¨ªculo tercero del mencionado decreto vuelve a poner entre la espada y la pared, cuando parec¨ªa superada la negoclaci¨®n y la conflictividad, al Gobierno, patronal y trabajadores.
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