El Cordob¨¦s: "No vengo a por la cartera de nadie"
Ya es definitivo: El Cordob¨¦s torea en Espa?a. La reaparici¨®n oficial ser¨¢ en Benidorm, el 22 de julio y actuar¨¢ como ¨²nico espada frente a seis toros. Luego ir¨¢ a la feria de Valencia -d¨ªa 27, viernes- ?Y donde me llamen. Pienso torear en Espa?a unas quince corridas, pero a lo mejor me da por ah¨ª y son muchas m¨¢s. Depende.?Manuel Ben¨ªtez se prob¨® ayer en la finca Puerta Verde, de Amelia P¨¦rez Tabernero, en el t¨¦rmino de El Escorial. Fue en la misma placita donde una res se llev¨® la vida del maestro Antonio Bienvenida. Tent¨® siete vacas, a las que puso en suerte mediante capotazos con m¨¢s aire que airosos, lance¨® a la ver¨®nica en versi¨®n torniquete, mulete¨® por derechazos y naturales en la verticalidad y la proximidad que sol¨ªa. ?F¨ªjese que se pone donde no se pone nadie?, nos dec¨ªa su nuevo apoderado, Eduardo Lozano. Un cr¨ªtico: ?Pero eso habr¨¢ que verlo con el toro.? Manolo Cano: ?Al toro tambi¨¦n se lo hace.? Jos¨¦ Luis Lozano: ?Sigue como era: un monstruo con la muleta.? En estas, arroja el enga?o y boxea. Con la ¨²ltima vaca se acelera, se emborracha de pegarle pases en un palmo de terreno y se tumba encima de ella. La desloma.
Las vacas salen m¨¢s bien mansas, con el caballo, y a la m¨¢s mansa de todas, que huye de su sombra, no le da ni un pase. Otros toreros de vocaci¨®n y oficio seguramente se habr¨ªan empe?ado en sacarla de las querencias, meterla en la muleta, dominarla; mayormente, por un prurito de profesionalidad y por aprender. ?? Puerta! ? La vaca no pierde un segundo y huye al campo. Manolo est¨¢ fortach¨®n. Ha llegado a empapar de sudor la camisa celeste y el pantal¨®n blanco. Hay manchas de sangre tambi¨¦n en el pantal¨®n. ?Est¨¢ enorme; vea usted que ahora va por la s¨¦ptima vaca y sigue tan fresco.? Pero cuando corre le observamos pesadote; el pie no es ligero y cruje el zapatazo en la hierba.
?Y qu¨¦ hay detr¨¢s de esta inesperada reaparici¨®n, Manolo? ??Qu¨¦ va a haber? Que yo soy as¨ª. Cuando en la novillada de Osuna Espartaco me invit¨® a dar la vuelta al ruedo, con las orejas del novillo en la mano, y v¨ª la reacci¨®n del p¨²blico, me dije: adelante, ahora va a ser.? (La misma versi¨®n la repetir¨ªa cien veces, al pie de la letra, como lecci¨®n bien aprendida.) Es decir, que no hay nada de eso de que necesita dinero. ??Yo dinero? ?Tengo de sobra, amigo!? Y 43 tacos. ?Os¨², 43, s¨ª, ja, ja, ja.? Mientras hay en activo otros toreros m¨¢s j¨®venes... ? La verdad es que est¨¢n los que estaban cuando me fui: El Viti, Paquirri, etc¨¦tera; son los mismos. ? Y otros que ahora empiezan y que a buen seguro ir¨¢n a acabar con el mito de El Cordob¨¦s. ?Ser¨¢ si pueden.?
Manolo, que nos acompa?a en el coche camino de la casa de do?a Amelia, murmura mirando al campo: ?A¨²n no ha nas¨ªo el que acabe conmigo.? Cuesti¨®n de raza, claro. ?Este es El Cordob¨¦s. Ahora digo que voy a torear, y a torear.? ?Por mucho dinero? ?Por lo justo. Una cosa importante: he puesto como condici¨®n que no suban los precios de las localidades.? Bastante caras est¨¢n ya, por cierto. Pero se supone que si El Cordob¨¦s vuelve cobrando m¨¢s que nadie, a lo mejor es a costa de los honorarios de los dem¨¢s espadas. ?Ese es asunto suyo. Yo reaparezco y voy lo m¨ªo, no me meto con ning¨²n companero ni voy a por la cartera de nadie.?
As¨ª que aquella novillada de Osuna, las orejas, el calor del p¨²blico, dinero que le sobra... ?qu¨¦ pasa? ?Que se aburre El Cordob¨¦s en esta vida de terrateniente? ?No..., s¨ª... n¨¢..., yo estoy en mis cosas, el campo, la aceituna, el cochino, todo bien, pero lo m¨ªo tambi¨¦n es esto, torear, y vamos a ver qu¨¦ pasa. Ahora en Espa?a, en invierno, Am¨¦rica, y el a?o que viene ya veremos.?
R¨ªe a carcajada batiente sus propias ocurrencias. Aquella sonrisa generosa, de oreja a oreja, no la ha perdido. Hay m¨¢s arrugas en su rostro -es natural, pasaron ocho a?os desde que se fue-. Un poco a distancia, sin embargo, da la imagen joven, quiz¨¢ porque mantiene la jovialidad y el estruendo de su risa en toda situaci¨®n y ante toda pregunta. Mas fijaos en sus ojos: esos no r¨ªen. ?Por qu¨¦ vuelve El Cordob¨¦s?
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