Los dos nuevos frentes del terrorismo
EL TERRORISMO, tantas veces indiscriminado en su acci¨®n contra las personas o las cosas, es, sin embargo, muy selectivo a la hora de escoger objetivos institucionales o econ¨®micos. As¨ª, en pocos d¨ªas, el terrorismo que padecemos ha procedido a abrir dos nuevos frentes: contra el turismo y contra el Parlamento. Respecto a esta ¨²ltima instituci¨®n conviene recordar que el atentado del que felizmente ha podido escapar con vida el diputado de UCD Gabriel Cisneros es el primero de esta ¨ªndole y gravedad que se comete contra un parlamentario. A este respecto es por completo subalterno traer a colaci¨®n citas sobre el terrorismo o el Estatuto de Guernica extrapoladas de un reciente art¨ªculo del se?or Cisneros. A la gravedad del atentado contra la persona hay en este caso que superponer la gravedad del atentado contra un representante del pueblo libremente elegido.Respecto al turismo, la escalada terrorista en la Costa del Sol, con amenazas ciertas de colocaci¨®n de explosivos anunciadas desde territorio franc¨¦s, demuestra que la operaci¨®n terrorista est¨¢ organizada con amplios vuelos y que, con la ayuda de las bombas y del sensacionalismo de algunos grandes rotativos europeos, el mes de agosto puede resultar ruinoso para la industria tur¨ªstica espa?ola. El tema presenta los suficientes matices de gravedad como para que la Secretar¨ªa de Estado para el Turismo salga de su vergonzante silencio, para que el aparato de seguridad estatal salga de su inoperancia y para que los mecanismos que generan opini¨®n p¨²blica en Europa y que anta?o recomendaban al turismo no pisar Espa?a para no ayudar econ¨®micamente a una dictadura, ayuden ahora a esta democracia no desorbitando los riesgos de tomar el sol en una playa espa?ola.
Uno de los puntos m¨¢s sensibles y, delicados de la construcci¨®n econ¨®mica y social espa?ola est¨¢ en la industria del turismo. El principio de los ataques terroristas al turismo en Espa?a dise?a una situaci¨®n que puede ser muy grave si no se corrige a tiempo o si no se emplean las normas de protecci¨®n adecuadas. La base del turismo descansa premamente en una determinada psicolog¨ªa de masas: las que tratan de huir de las situaciones de presi¨®n en que viven durante el a?o para buscar una forma de relajaci¨®n, de reducci¨®n de tensiones. Aunque se sepa que la acci¨®n terrorista, incluso en un m¨¢ximo, puede hacer un porcentaje de v¨ªctimas y da?os enormemente reducido en la enorme masa del turismo veraniego, la simple posibilidad de que alcance a cada individuo le hace sentir ya una de esas presiones de las que est¨¢ huyendo. Pensemos que la moral del turista no es la del h¨¦roe, ni siquiera la del ciudadano con cierta conciencia c¨ªvica: no tiene por qu¨¦ exponerse. El terrorismo, como siempre, se basa en la magnificaci¨®n de su acci¨®n por la onda expansiva de la propaganda. Hay en este caso medios interesados en ampliarla: los otros pa¨ªses que intentan recoger el turismo que no venga a Espa?a. Ya est¨¢ sucediendo. Incluso la informaci¨®n publicada por el dominical ingl¨¦s News of the World sin ninguna garant¨ªa de veracidad, sobre una cooperaci¨®n entre ETA, el IRA y la Baader Meinhof, y la apancion precisamente en estas fechas de una organizaci¨®n francesa asimilada a ETA, la Iperreterrak, atacando al tren Par¨ªs-Madrid en las proximidades de San Juan de Luz, configuran una especie de complot o de conspiraci¨®n contra el turista hacia Espa?a, que puede perseguirle hasta en su lugar de origen.
Es in¨²til aducir razones morales o reglas de juego frente a las formas del terrorismo. Cuando una persona o una organizaci¨®n deciden llevar su ideolog¨ªa hasta el crimen, hasta el asesinato de personas ajenas a su guerra, est¨¢n m¨¢s all¨¢ de una conciencia a la que se pueda apelar. La idea de que cientos de miles de familias que viven en regiones deprimidas de los ingresos que pueden obtener en estos dos o tres meses, la noci¨®n de respeto a otras ?nacionalidades? que tienen tambi¨¦n maneras de enfrentarse con sus propios problemas son, naturalmente, t¨¦rminos que no les pueden afectar. Viven una moral abstracta, en la que los t¨¦rminos de inocencia no existen.
En cuanto a la producci¨®n de antivasquismo, que d¨ªa a d¨ªa aumenta, no solamente no puede preocuparles, sino que es uno de sus fines: cortar los lazos, llegar a esa especie de ruptura que es su meta. Notemos que es un peligro grave que algunas formas de poder o de autoridad en Espa?a no resisten la tentaci¨®n de caer en ese sentimiento, que incluso se justifica desde alg¨²n editorial de peri¨®dico o se desplaza su culpabilidad hacia el pueblo vasco. No hay peor manera de enfocar el tema de la unidad de Espa?a que la respuesta del antivasquismo: recordemos el da?o que en otros momentos ha producido un anticatalanismo.
Las noticias que llegan de los centros tur¨ªsticos y de las fronteras son contradictorias: la mayor parte parecen coincidir en que, hasta ahora, el porcentaje de defecciones es poco perceptible o insignificante. Notemos, de paso, que el turista viene siendo tratado con cierto desd¨¦n en los ¨²ltimos a?os y que precisamente se hacen coincidir sus temporadas con algunas medidas contrarias, a veces emanadas del Gobierno, a veces por fuerzas sociales. Este a?o se encuentran con una subida brutal del precio de la gasolina precisamente en el momento en que llegan a Espa?a y con una revaluaci¨®n de la peseta que reduce su capacidad adquisitiva; pero hay tambi¨¦n alg¨²n movimiento de retraso en las aduanas y en los aviones espa?oles. En este clima, la magnificaci¨®n del terrorismo puede ser catastr¨®fica, y una bomba colocada en el sitio preciso puede llegar a producir una estampida.
Tocar la alarma en este momento ante el doble frente abierto por el terrorismo es preciso; no es un pesimismo ni un derrotismo, sino la advertencia de que la vulnerabilidad de la sociedad espa?ola, en dos de sus puntos clave, debe estar protegida con todas las f¨®rmulas posibles; con cuidado, naturalmente, de no dejarse llevar por ¨ªmpetus o por pasiones que podr¨ªan agravar la situaci¨®n.
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