"La necesidad imperiosa de im¨¢genes es un testimonio de la sociedad de consumo"
Entrevista con la escritora Susan Sontag
La novelista y ensayista norteamericana Susan Sontag acaba de presentar en Par¨ªs las ediciones francesas de sus ¨²ltimos libros: La Photographie y La maladie como m¨¦taphore, publicados por Editions du Seuil, donde presenta una visi¨®n personal y desmitificadora del hecho fotogr¨¢fico como testimonio de nuestra sociedad de consumo y de la enfermedad de c¨¢ncer, donde neutraliza su propia experiencia para denunciar la dimensi¨®n moralista del c¨¢ncer como mal absoluto, Esther Ferrer entrevist¨® en Par¨ªs a la escritora norteamericana sobre el contenido de sus nuevas obras.
Susan Sontag ha estado en Par¨ªs con ocasi¨®n de la salida de dos de sus libros, La enfermedad como met¨¢fora, donde no cuestiona ?la enfermedad en s¨ª misma, sino del uso que de ella se hace en tanto que figura o met¨¢fora? y La fotograf¨ªa, ?a prop¨®sito de ciertos problemas morales y est¨¦ticos planteados por la omnipresencia de las im¨¢genes fotogr¨¢ficas?. Dos libros sobre temas muy diferentes, pero a los que pueden encontr¨¢rseles una intenci¨®n com¨²n: la desmitificaci¨®n en el primero, con respecto al c¨¢ncer, y en el segundo, frente al hecho fotogr¨¢fico.Pregunta. ?A qu¨¦ se debe que su libro sobre la fotograf¨ªa haya producido tanta pol¨¦mica; es quiz¨¢ debido a que califica el hecho de tomar una foto como un acto de rapi?a o una violaci¨®n?
Respuesta. No estoy demasiado al corriente de esta pol¨¦mica; adem¨¢s es una cuesti¨®n que me aburre, sobre todo porque en mi libro dedico muy poco espacio a este aspecto. Todo lo que digo en este trabajo, ya otros antes que yo lo pensaron; para m¨ª es absolutamente cierto, es una verdad evidente. Por ello, al final del libro, en lugar de poner fotograf¨ªas, cito a una serie de personas: escritores, fot¨®grafos, etc¨¦tera, que lo hab¨ªan dicho ya, quiz¨¢ de una forma no premeditada. Por ejemplo, H. Cartier-Bresson habl¨® ya de este aspecto pr¨¦dateur. En realidad, todo el mundo lo sabe; es absurdo negarlo. Pero no hablo s¨®lo de esto, sino de muchas otras cosas. Este tema para m¨ª es un argumento menor. Es del dominio p¨²blico que el lenguaje que se emplea, ?disparar una foto?, ?tomar una foto?, ?tirar una foto?, implica este car¨¢cter agresivo; pero fotografiar es tambi¨¦n un acto pasivo, y lo digo porque es igualmente cierto. Lo que ocurre en realidad es que los fot¨®grafos no quieren ser discutidos, no quieren que se considere su actividad de cierta forma; prefieren, en su mayor¨ªa, seguir siendo primitivos, no ser desmitificados. Pero lo m¨¢s dif¨ªcil de aceptar es que mi libro est¨¦ escrito por alguien que no es de la profesi¨®n. Sin embargo, para m¨ª, este libro ten¨ªa que ser la obra de un no profesional. Si yo fuera fot¨®grafo, nunca lo hubiera pensado. Yo digo, y lo repito una vez m¨¢s, lo que todos saben, pero no dicen; rompo el tab¨² de una forma que me gusta. Es el mismo problema que el de mi libro sobre la enfermedad; todos est¨¢n al corriente de la met¨¢fora existente sobre el c¨¢ncer hoy, pero son muy pocos los que se atreven a desmitificarlo.
P. ?Puede considerarse esta bulimia, t¨¦rmino que usted emplea, esta invasi¨®n de la imagen, como una enfermedad del cuerpo social?
R. No me gusta emplear la palabra enfermedad, por razones evidentes, pero s¨ª bulimia. La idea de la sociedad de consumo es de coleccionista, de devorador, de tragarse el mundo en pedazos; es, efectivamente, un apetito voraz; esta necesidad imperiosa de im¨¢genes, este ansia de fotografiarlo todo, es un testimonio de nuestra sociedad de consumo. Preguntarse por las causas de esta ansiedad es interrogarse sobre las razones por las que hemos llegado a una sociedad como ¨¦sta. Cuanto m¨¢s fascinado est¨¢ un pa¨ªs por el consumo, m¨¢s lo est¨¢ tambi¨¦n por la actividad fotogr¨¢fica.
La foto representa para mucha gente una afirmaci¨®n de su individualidad -?yo tomo mis propias im¨¢genes?-, cuando en realidad sabemos que es una actividad completamente estereotipada, que la mayor¨ªa hacen las mismas con una atroz falta de imaginaci¨®n. Pero es una ocupaci¨®n. En realidad creo sinceramente que es un rechazo de la experiencia como tal. Yo no hago nunca fotos, como tampoco llevo una libreta como hacen todos los escritores que conozco, donde van apuntando todo lo que oyen, piensan o ven, que les parece interesante; siempre la eterna palabra ?interesante?; yo prefiero sumergirme en la experiencia. La c¨¢mara, como la libreta, es un ¨²til para separarse de esta experiencia, para crear una distancia que nos convierte en voyeur, alguien a quien el alejamiento le permite, cree, dominar. Yo prefiero estar simplemente donde estoy, vivir la situaci¨®n desde dentro, batirme. El compromiso yo lo entiendo as¨ª. El tiempo de reflexionar viene luego. La foto es una forma de puntuaci¨®n, la prueba de que ?he estado all¨ª?, se llega a un sitio, significado en muchos casos ya como ?fotografiable?, se ?dispara? y uno se puede ir.
P. ?En qu¨¦ medida la fotograf¨ªa ha influido en el arte no s¨®lo en cuanto a su concepto, sino tambi¨¦n en cuanto a la modificaci¨®n de la intervenci¨®n de artista?
R. Es interesante analizar c¨®mo ha cambiado la fotograf¨ªa, la experiencia del arte. Por ejemplo, en los museos es corriente o¨ªr expresiones como esta: ?Pero este cuadro est¨¢ aqu¨ª?. A veces es un cuadro famos¨ªsimo, que la gente ha visto miles de veces, pero. s¨®lo en fotograf¨ªa. Este cuadro se convierte, as¨ª en matriz; es como un dep¨®sito de im¨¢genes, como la matriz de un disco o el negativo de una pel¨ªcula; y como estamos sometidos al fen¨®meno de ?desrealizaci¨®n? de la realidad a trav¨¦s de la imagen del objeto, tenemos que realizar el proceso de adaptaci¨®n de la idea que tenemos del mismo, a trav¨¦s de la fotograf¨ªa, con el objeto real.
Durante muchos a?os se ha debatido si la foto es o no arte. Es evidente que puede serlo; que puede ser el instrumento de un artista; un medio de expresi¨®n que puede permitir realizar obras de arte. La cuesti¨®n no es la de saber si la foto es o no arte, sino en qu¨¦ sentido la fotograf¨ªa ha colaborado en la transformaci¨®n del arte y en qu¨¦ medida genera nuevas ambiciones art¨ªsticas, lo que cambia la concepci¨®n de la obra de arte, que cada vez se considera menos como un objeto ¨²nico salido de la mano del artista.
P. Por lo que respecta a La enfermedad como met¨¢fora sorprende el que alguien que, como usted, ha pasado por la experiencia de padecer un c¨¢ncer pueda escribir de una forma tan distinta sobre un tema que le ha tenido que afectar.
R. Yo no he estado nunca tocada por los tab¨²es sobre el c¨¢ncer y, sobre todo, no quer¨ªa escribir mi experiencia; ya hay demasiados libros exhibicionistas sobre el tema. Si se han curado, ?yo he vencido al c¨¢ncer?, o, si despu¨¦s murieron, contando su enfermedad de forma angustiosa. Yo he pasado por esa experiencia, he sufrido todo lo que se puede sufrir, mucho; he pensado, como todos, que iba a morir; me he sentido angustiada, pero soy escritora y utilizo lo vivido de otra manera. La originalidad d¨¦ mi forma de hacer es precisamente que no quiero contar mi experiencia. Estaba rabiosa por toda la mitolog¨ªa que hay alrededor del c¨¢ncer, cuando en realidad hoy pueden curarse dos tercios de las personas afectadas; pero se sigue pensando que c¨¢ncer es igual a muerte; peor a¨²n: que c¨¢ncer es igual a mal absoluto. Lo que es completamente moralista, se supone que es un castigo; de alguna manera el paciente es culpable, por lo que sea, por no haberse dejado llevar por sus emociones, por sus inhibiciones. Hay supersticiones y fantasmas incre¨ªbles. En mi libro empleo argumentos que pueden ser un instrumento ¨²til para escapar a todo esto.
Babelia
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