El cine espa?ol, en quiebra
LA LECCION que muchos se empe?an en ignorar, la Administraci¨®n la primera, que supuso la celebraci¨®n del I Congreso Democr¨¢tico del Cine Espa?ol, ha vuelto en cierta forma repetirse en los ¨²ltimos d¨ªas, cuando representantes de las tres ramas de la industria cinematogr¨¢fica, representantes de los directores, t¨¦cnicos y actores, y de Comisiones Obreras y UGT, han llegado a una serie de acuerdos para plantear una soluci¨®n racional, eficaz y urgente al problema originado por la sentencia del Tribunal Supremo a favor de la supresi¨®n de la cuota de pantalla. Esta medida, de consumarse, podr¨ªa significar la muerte de ese enfermo que es el cine espa?ol. La Administraci¨®n se ha comprometido p¨²blicamente con los acuerdos citados y ahora debe ponerlos en pr¨¢ctica con la mayor urgencia posible.Un primer vistazo superficial a la formulaci¨®n y el contenido de dichos acuerdos podr¨ªa llevar a conclusiones equivocadas, como, por ejemplo, que lo que se pide es una vuelta a un pasado m¨¢s o menos reciente, como mal menor. Pero no es as¨ª. El nuevo sistema formulado por productores, distribuidores y exhibidores, de concesi¨®n gradual de las licencias de doblaje a la distribuci¨®n, supone la obligaci¨®n de ¨¦stas de distribuir, y distribuir bien, el cine espa?ol. Asimismo, la intransferibilidad de dichas licencias impedir¨¢ cualquier tipo de tr¨¢fico con las mismas. Las medidas pedidas por los citados representantes no contradicen en absoluto la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno, ya que en ellas no se pretende poner ning¨²n tipo de trabas a la libre importaci¨®n de pel¨ªculas extranjeras, sino simplemente un control racional sobre la concesi¨®n de licencias de doblaje. El hecho de que ¨²nicamente las multinacionales no hayan suscrito estos acuerdos, aunque siempre est¨¢n a tiempo de reconsiderar su postura, no puede sorprender a nadie y no hace sino confirmar que la protecci¨®n del cine espa?ol no se cuenta entre sus intereses.
Pero los problemas del cine espa?ol no terminan con el necesario restablecimiento de las cuotas de distribuci¨®n y pantalla. La deuda de 1.300 millones que la Administraci¨®n tiene para con los productores y el retraso de a?o y medio con que ¨¦sta paga el 15 % de taquilla son otros no menos importantes problemas a los que debe hallarse pronta soluci¨®n. A m¨¢s de que los cr¨¦ditos oficiales destinados, a la producci¨®n cinematogr¨¢fica no deben arbitrarse con los mismos mecanismos que necesitan los cr¨¦ditos privados. Por otro lado, el notable incremento de los costes de las pel¨ªculas hace que ¨¦stas sean pr¨¢cticamente imposibles de amortizar ¨²nicamente en el mercado nacional. Es necesario que el cine espa?ol se lance a abrir mercados en el exterior, pero, si no queremos caer en el cuento de la lechera, hay que empezar a arreglar los problemas por la base. En cualquier caso, el gran mercado para el cine espa?ol que representan los pa¨ªses de habla hispana ha sido descuidado, perdido e ignorado hasta l¨ªmites inconcebibles. Por si ello fuera poco, los festivales nacionales -San Sebasti¨¢n, La Coru?a, Barcelona, Benalm¨¢dena, etc¨¦tera- se han desprestigiado considerablemente en los ¨²ltimos a?os. Por la indiferencia de algunos sectores de la industria, la inoperancia de la Administraci¨®n y la ineficacia de algunos de sus responsables directos, se est¨¢n perdiendo algunas de las pocas plataformas internacjonales con que contaba el cine espa?ol. Y levantar un festival desprestigiado es una ardua y dura tarea. Los nuevos equipos que se han hecho cargo de la organizaci¨®n de los festivales de San Sebasti¨¢n y La Coru?a lo est¨¢n viviendo en estos d¨ªas. El cine espa?ol necesita el escaparate internacional que suponen los festivales y la Administraci¨®n no puede eludir tampoco sus responsabilidades en este apartado.
Finalmente, los apartados presupuestarios de Televisi¨®n Espa?ola para la producci¨®n de pel¨ªculas deben servir para aliviar la dificil¨ªsima situaci¨®n econ¨®mica del cine espa?ol. Ser¨ªa necesario conocer qu¨¦ parte de ese presupuesto ser¨¢ empleada en la producci¨®n de pel¨ªculas destinadas en principio a la ?pantalla grande? y evitar que los directivos de TVE distribuyan sus dineros bajo criterios de amistad, influencias ajenas a la calidad art¨ªstica o manipulaci¨®n pol¨ªtica. Y, pasados los a?os de proyecci¨®n comercial, que las pel¨ªculas espa?olas otrecidas por Televisi¨®n reciban un pago menos cicatero y m¨¢s acorde con los precios al uso en el resto de las televisiones europeas.
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