El silencio
Se ha enturbiado la ma?ana de llanto. Un gran llanto sin l¨¢grimas. Mientras ahora seguimos andando, el tiempo detenido tiene un nombre, apellido de hierro que ya nadie pronuncia, un dolor que resbala en los vidrios del ¨²ltimo verano y en los lentos jardines sigilosos de acebos sumergidos en el llanto. En el llanto sin l¨¢grimas. Mientras ahora seguimos caminando, pregunto por el muerto, pregunto por los colores de las flores que amaba, pregunto por las tibias ma?anas de que gozamos juntos en M¨¦xico o Las Palmas, pregunto por las ondas del mar y del arado. Pregunto por Rosal¨ªa, Curros, Pondal, Cabanillas y M¨¦ndez Ferr¨ªn. Pregunto libremente por el hombre que quiso ser estrella, chispa, p¨¢jaro, hormiga o gato. Llanamente. Sin coronas ni arcos. Pregunto por el canto generoso, por el reino perdido donde decir espada era pecado. Pregunto por quien fue conciencia firme de un tiempo y de un pa¨ªs -sin renegar de la. interior palabra-. Pregunto. Y sigo. Mas tropieza el muerto. Celso, mi viejo amigo, ?en qu¨¦ estabas pensando?
Babelia
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