El precio del oro se dispara en todos los mercados europeos
La decisi¨®n de los pa¨ªses de la CEE de mantener intactas las normas que regulan el SME y la falta de un acuerdo concreto, en su reuni¨®n de Par¨ªs, de los ministros de Finanzas de los cinco grandes (Estados Unidos, Jap¨®n, RFA, Francia y Gran Breta?a), en la llamada guerra de los tipos de inter¨¦s, parecen ser los factores fundamentales de la nueva carrera ascendente que ha emprendido el valor del oro en los mercados mundiales.
Ayer, el mercado de Londres, que a la apertura fij¨® el valor del oro al r¨¦cord hist¨®rico de 367,25 d¨®lares por onza (casi doce d¨®lares m¨¢s que el d¨ªa anterior), tuvo que cerrar durante dos horas para frenar la fiebre especuladora y esperar que las aguas volvieran a su cauce con la apertura del mercado neoyorquino.No obstante, a la apertura de la sesi¨®n vespertina del mercado de Londres el precio del oro nueva mente se disparaba y se situaba a 375,25 d¨®lares por onza, mientras en otras capitales, como Par¨ªs y Francfort, el precio alcanzaba r¨¦cords hist¨®ricos, sobrepasando los 373 d¨®lares en Zurich y los 377,30 d¨®lares en Par¨ªs, y, al cierre, los 374 en Londres. Los expertos estiman que esta nueva carrera desenfrenada en el valor del principal metal precioso aparte de imparable, se presenta como una amenaza sin precedentes para la estabilidad de los mercados monetarios y muchos temen que esta fiebre se transmita, con grave riesgo para los planificadores econ¨®micos, a los mercados del eurod¨®lar y a los cambiarlos.
De hecho, la fiebre del oro ha coincidido con una sensible baja en la cotizaci¨®n del d¨®lar y con una notable p¨¦rdida, en el curso de los ¨²ltimos d¨ªas, del valor de la libra esterlina. Ayer, por ejemplo, la moneda brit¨¢nica perdi¨® varias d¨¦cimas ante las indicaciones, el d¨ªa anterior en Bruselas, del secretario del Exchequer, sir Geoffrey Howe, de que Gran Breta?a se unir¨ªa, tarde o temprano, al criticado Sistema Monetario Europeo (SM E). El d¨®lar, por su la do, tambi¨¦n perdi¨® y ni siquiera se vio ayudado por las noticias originadas en Par¨ªs de que las gran des potencias han endosado el plan para el establecimiento de una llamada ?cuenta de sustituci¨®n? dentro del FMI, que permitir¨¢ a los bancos centrales con excedentes de d¨®lares intercambiar ¨¦stos por la unidad monetaria del organismo mundial, los llamados Derechos Especiales de Giro (DEG).
Dentro de este contexto, el origen de la reciente fiebre del oro, que ha hecho sobrepasar, en tan s¨®lo dos meses su precio por encima de las barreras psicol¨®gicas de los trescientos y 350 d¨®lares por onza, parece encontrarse en la inestabilidad general y las malas perspectivas que se presentan para la econom¨ªa mundial, en general, y para la norteamericana, en particular. Los inversores, especialmente los ¨¢rabes y los peque?os y medios ahorradores, buscan en el oro un refugio para su dinero, en un momento en que los Gobiernos de la Europa occidental se niegan a modificar las paridades de sus monedas (reguladas institucionalmente por el SME) y, por otro lado, se ven incapaces para detener las ca¨ªdas de sus bolsas de valores, tradicional campo de actuaci¨®n de los ahorradores peque?os.
Obviamente, la principal causa de los movimientos especuladores, tanto en el mercado del oro como en las tendencias descendentes de las monedas brit¨¢nica y norteamericana, se encuentra en el momento dif¨ªcil por el que atraviesa la econom¨ªa occidental aquejada de una inflaci¨®n galopante de dos d¨ªgitos en la mayor parte de los pa¨ªses (EEUU, Francia y Gran Breta?a) y a las puertas de una dura y larga recesi¨®n tal como pronostic¨® el pasado domingo el informe anual del Fondo Monetario Internacional (FMl).
Es curioso que la fiebre del oro tenga lugar cuando ni siquiera, y pese a los s¨ªntomas alarmantes no parece existir un consenso sobre la gravedad de la crisis en que parece adentrarse la econom¨ªa mundial. Ayer, y cuando los expertos devoraban el pesimista in forme publicado por el FMI, en v¨ªsperas de su sesi¨®n anual en Belgrado, a primeros de octubre dos ex gobernadores del banco central norteamericano (la Federal Reserve Board) confesaban p¨²blicamente sus discrepencias en torno al futuro inmediato de la econom¨ªa occidental.
Por un lado, William McChesney Martin, que presidi¨® la Reserva Federal durante las administraciones de Truman, Eisenhower, Kennedy y los primeros a?os de la de Nixon, contrastaba la serie de indicios que confirman la existencia de una situaci¨®n sombr¨ªa. McChesney se?alaba que es rid¨ªculo y peligroso ver c¨®mo se ha incrementado, en Estados Unidos, el precio de los bienes inmuebles, c¨®mo la circulacion monetaria en todo el mundo se ha desatado de forma incontrolable y c¨®mo la consumidor se encuentra en el peor momento en t¨¦rminos de deudas frente a ingresos.
Por el lado contrario, el prestigioso Arthur Burns, presidente del Banco Central estadounidense durante las Administraciones de Nixon, Ford y Carter, se mostr¨® mucho m¨¢s optimista y, en lugar de criticar la ineficacia del FMI o del Bank for International Settlements para tratar de coordinar las pol¨ªticas econ¨®micas y fir¨ªancieras de los pa¨ªses miembros, como lo hace su predecesor en el cargo, opin¨® que era gracias a ellos que la situaci¨®n todav¨ªa estaba bajo control.
En opini¨®n de Burns, la econom¨ªa mundial, y m¨¢s concretamente la norteamericana, hacen frente a un estancamiento, pero ¨¦ste est¨¢ muy lejos de convertirse en una recesi¨®n seria, ?a menos?, se?al¨®, ?que la ceguera de nuestros gobernantes nos induzca a ella con falsos remedios?.
En cualquier caso, la cuesti¨®n del oro parece estar tambi¨¦n directamente relacionada con la llamada guerra de los tipos de inter¨¦s que se est¨¢ desarrollando entre los Gobiernos europeos y norteamericano. El hecho de que el prime rate alcance ya el 13% en Estados Unidos y la pol¨ªtica mo netaria restrictiva del Gobierno de Bonn haya salido sin grandes ataques de la reuni¨®n de Par¨ªs pueden confirmar a los especula dores del oro de que nada o muy poco va a cambiar en la situaci¨®n actual y, en tal sentido, en poco se pueden ver afectados sus negocios inmediatos.
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