La liberaci¨®n de la mujer como tema literario
Antonio Ferres naci¨® en Madrid en 1924, ejerci¨® su profesi¨®n de ingeniero t¨¦cnico hasta que, a partir de su primera novela, en 1959, se dedic¨® a la literatura y el periodismo clandestino; estos escuetos datos biogr¨¢ficos revelan una trayectoria vital marcada por la vocaci¨®n literaria y el compromiso pol¨ªtico. La denuncia de una situaci¨®n social penosa expresada en una prosa s¨®lida, di¨¢fana, del mejor corte cl¨¢sico, se patentiza en obras como Caminando por Las Hurdes (1960), cuyo coautor es Armando L¨®pez Salinas, Tierra de olivos (1964) o Mirada sobre Madrid (1967).En El gran gozo hay un perceptible abandono de la tem¨¢tica del realismo social. No hay ninguna referencia a las condiciones materiales en que desenvuelven su existencia obreros o campesinos. El tema (ambicioso intento de novela antropol¨®gica y social, se nos advierte en la portada) lo constituye la liberaci¨®n de la mujer. Marta, una muchacha de diecisiete a?os, se ve envuelta en una relaci¨®n amorosa con un hombre casado. Frente -se nos dice- a una cultura agresiva, patriarcal y autoritaria,
El gran gozo
Antonio Ferres. Editorial Planeta. Barcelona. 1979.
Un tema candente. Muy de moda en Norteam¨¦rica siempre. Pero la posici¨®n de Ferres es original porque convierte la relaci¨®n padre hija que, en principio, de acuerdo con la explicaci¨®n contenida en la contraportada se caracterizar¨ªa por ser patriarcal y autoritaria, en una relaci¨®n matizada pol¨ªticamente, en el sentido de que el padre de Marta pertenece a la ultraderecha y pronuncia la siguiente frase: ?Hay que matarlos a todos. A esos abogadillos de mierda.? Ferres nos dice que Marta quiere huir, antes de que las relaciones de dominaci¨®n y sometimiento la destruyan como a su madre. Dichas relaciones no se hacen expl¨ªcitas a lo largo de la obra, por lo que el lector debe darlas por supuestas.
No importa, porque Perres ha eludido intencionadamente, ha evitado la tentaci¨®n de darnos cuenta minuciosa de la peripecia dram¨¢tica de una familia concreta, Marta es un s¨ªmbolo. Antonio, el protagonista, es igualmente un hombre promedio, un empleado perteneciente a la clase media, con una vida dominada por el hast¨ªo y los convencionalismos. Su familia permanece en un segundo plano, sin acontecimientos, como algo dado, inmutable. As¨ª la obra gana en densidad. Nos prepara minuciosamente para el desenlace, el suicidio de la pareja.
Analizando en la v¨ªa en que Julio Casares lo hizo en su conocida y varia obra cr¨ªtica, vale la pena se?alar la curiosa forma de calificar de Ferres; acumula dos adjetivos, no separados por ning¨²n signo de puntuaci¨®n, ante el nombre: ?tercos insistentes golpes? (p¨¢gina 20), ?doliente deseado amor? (p¨¢gina 55), ?difusas primeras sombras? (p¨¢gina, 46), etc¨¦tera. Valle Incl¨¢n sol¨ªa utilizar tres adjetivos separados por comas.
Pienso que Ferres no ha querido hacer la obra del siglo. Pero, aparte su indudable maestr¨ªa estil¨ªstica, ha roto uno m¨¢s de los eslabones que encadenan a la literatura. Se ha salido de una senda trillada. ?En literatura, cu¨¢l es la obra que permanece? ?La aut¨¦nticamente valiosa?, ?La escrita conforme a los presupuestos del dada¨ªsmo, o el ultra¨ªsmo, o el surrealismo, o mejor en clave puramente experimental, o bien de acuerdo con las innovaciones formales del objetivismo y de la novel¨ªstica suramericana (Vargas Llosa, principalmente), o de la imaginaci¨®n dial¨¦ctica de Alfonso Sastre?, o ?es, quiz¨¢, la creaci¨®n de arquetipos conforme a la posici¨®n que Lukacs sienta en su est¨¦tica, o la puesta en pie de h¨¦roes del realismo socialista, o la pintura de tipos humanos aplastados por la realidad del neorrealismo, o la destrucci¨®n y decadencia de la novela burguesa tras Balzac, Dickens y Gald¨®s, y, por consiguiente, fin de la novel¨ªstica?
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