Espa?a y el movimiento europeo
Miembro del Consejo Federal Espa?ol del Movimiento EuropeoEl Consejo Federal Espa?ol del Movimiento Europeo, en colaboraci¨®n con la Secretar¨ªa General de dicho Movimiento, en Bruselas, celebra hoy y ma?ana, en Madrid, una conferencia sobre el tema Espa?a en Europa. M¨¢s de un centenar de personalidades pol¨ªticas europeas acuden a esta reuni¨®n para refrendar con su presencia a este ?frente com¨²n europe¨ªsta espa?ol?, que hoy abarca tanto a mon¨¢rquicos como a republicanos y que va desde los ucedistas hasta los miembros del Partido de los Trabajadores, pasando por socialistas, comunistas, vascos, catalanes e independientes. Es la primera vez que una suma tal de voluntades en pro del ideal de una Europa unida y libre se manifiesta en Espa?a.
De hecho poco saben nuestros compatriotas de este movimiento cuyas ra¨ªces se hunden muy lejos en el pasado. Situar un punto de partida sin remontarse a las fuentes socr¨¢ticas y cristianas,. como lo hubiera hecho nuestro amigo Salvador de Madariaga, nos obliga, al menos, a recordar la gran tradici¨®n liberal iniciada en el Renacimiento por Erasmo de Rotterdam, el gran luchador contra todo fanatismo, que ante la quema -afortunadamente incruenta- de las iglesias de Basilea, provocada por la fiebre reformista, exclamaba: ?No se ha derramado sangre. ?Que siempre ocurra as¨ª! ?; por Juan Luis Vives, el antiescol¨¢stico, enemigo de todo sectarismo, precursor de muchas de las doctrinas sociales de hoy, que en su ¨²ltima carta a Erasmo, en 1534, le dice esta frase terrible: ?Vivimos tiempos dif¨ªciles, en los que no podemos ni hablar ni callamos sin peligro?; por Etienne de La Bo¨¦tie, el amigo de Montaigne, cuyo Discours de la servitude volontaire es quiz¨¢ el primer alegato serio contra toda tiran¨ªa, hasta tal punto que otros titularon entonces su obra El contra Uno; por Francisco de Vitoria, padre del Derecho Internacional moderno, que propugna la amistad y las relaciones pac¨ªficas entre los pueblos frente a los partidarios de las conversiones in virga ferrea, que tanto abundan todav¨ªa en el escenario pol¨ªtico mundial.
En esta revoluci¨®n de los humanistas que lucharon incansablemente por la dignidad y la libertad del hombre est¨¢n las fuentes verdaderas de este movimiento europe¨ªsta que impulsaron en el siglo XX hombres como el conde de Coudenhove Calergi, con su obra Paneuropa, y, coet¨¢neamente o poco m¨¢s tarde, pol¨ªticos como Leon Blum, Alcide de Gasperi, Winston Churchill, Robert Schumann y Paul-Henri Spaak.
Pese a innumerables dificultades de todo g¨¦nero, los espa?oles no estuvieron nunca ausentes de este proceso. Ya en 1948, cuando las mencionadas personalidades decidieron fundar el actual Movimiento Europeo, un enviado del Gobierno brit¨¢nico se entrevist¨®, en Par¨ªs con Julio Just y Fernando Valera, miembros del Gobierno de la Rep¨²blica en el exilio, con el fin de que asistieran al primer congreso de La Haya diversas personalidades espa?olas. S¨®lo acudieron a ¨¦l, finalmente, los exilados por no hab¨¦rsele concedido en Portugal a Jos¨¦ Mar¨ªa Gil-Robles el pasaporte necesario para trasladarse a los Pa¨ªses Bajos.
La situaci¨®n cambi¨® algo en 1951, cuando, ya fundado el Consejo Federal Espa?ol del Movimiento Europeo, se celebr¨®, con el nombre de Jornadas, un coloquio entre espa?oles, presidido por Madariaga, para estudiar los problemas de la integraci¨®n pol¨ªtica, social y econ¨®mica de Espa?a en Europa, al cual asistieron, entre otros, el coronel Ansaldo, ya en rebeld¨ªa contra el franquismo, Rafael S¨¢nchez Guerra, Rodolfo Llopis y Fernando Valera.
La creaci¨®n en aquellos a?os de la Liga de Cooperaci¨®n Econ¨®mica y de la Asociaci¨®n Espa?ola de Cooperaci¨®n Econ¨®mica, presidida por Gil-Robles, contribuy¨® a reforzar decisivamente los v¨ªnculos, hasta entonces semiclandestinos, que los dem¨®cratas espa?oles del interior y del exilio manten¨ªan entre ellos. Este acercamiento iba a culminar a?os m¨¢s tarde, en 1962, en la famosa reuni¨®n de Munich.
El ?contubernio de Munich?
Del llamado ?contubernio de Munich? s¨®lo supieron los espa?oles lo que las autoridades de entonces, en una labor claramente desinformadora, quisieron darles. En realidad, el encuentro de Munich, organizado al amparo del Congreso del Movimiento Europeo, fue le primer y decisivo intento de superar las barreras mentales creadas por la guerra civil espa?ola. Gracias a la labor incansable de Salvador de Madariaga y Enrique Gironella -ayudados en todo momento por Robert van Schendel, secretario general del Movimiento Europeo, a quien debemos los dem¨®cratas un merecido homenaje- se reunieron en Munich, los d¨ªas 5 a 8 de junio de 1962, 118 espa?oles de buena voluntad -ochenta del interior y 38 del exilio- dispuestos a elaborar conjuntamente una resoluci¨®n favorable al ingreso de una Espa?a democr¨¢tica en el Mercado Com¨²n, de conformidad con lo dispuesto en el Tratado de Roma, que excluye toda incorporaci¨®n de reg¨ªmenes totalitarios.
En la nutrida delegaci¨®n del interior -cuyos miembros es imposible citar aqu¨ª en su totalidad- figuraban hombres tan conocidos y honorables como Dionisio Ridruejo y Vicente Ventura, de Acci¨®n Democr¨¢tica; Jos¨¦ Mar¨ªa Gil-Robles, presidente de la AECE; Joaqu¨ªn Satr¨²stegui y Jaime Miralles, mon¨¢rquicos liberales de Uni¨®n Espa?ola; Fernando Alvarez de Miranda e ??igo Cavero, democristianos; el catedr¨¢tico Jes¨²s Prados Arrarte; Antonio Garc¨ªa L¨®pez, socialista; Alfonso Prieto, de la Junta Nacional de Acci¨®n Cat¨®lica; Ignacio Fern¨¢ndez de Castro, del Frente de Liberaci¨®n Popular; Carmelo Cembrero, de la izquierda Dem¨®crata Cristiana, con sus compa?eros F¨¦lix Pons y Jes¨²s Barros de Lis, Rafael P¨¦rez Escolar y Jos¨¦ Vidal Beneyto, etc¨¦tera. En la delegaci¨®n del exilio, adem¨¢s de Madariaga, Gironella y Juli¨¢n Gorkin, se hallaban presentes, entre otros, Rodolfo Llopis y Carlos Mart¨ªnez Parera, por el PSOE; Javier de Land¨¢buru y Manuel de Irujo, por el Partido Nacionalista Vasco, y Fernando Valera y el autor de estas l¨ªneas, por el sector republicano.
Las delegaciones del interior y del exilio constituyeron dos comisiones -la A, presidida por Gil-Robles, y la B, por Madariaga-, en las cuales se mezclaron, finalmente, los hombres del interior y los del exilio, pese a que el deseo inicial d¨¦ Gil-Robles era mantener una rigurosa separaci¨®n. De estas dos comisiones surgi¨® un comit¨¦ mixto encargado de la redacci¨®n del texto definitivo que habr¨ªa de aprobar el Congreso. Adem¨¢s de Robert van Schendel y de Enrique Gironella, que actuaron como moderadores, fueron designados por la comisi¨®n presidida por Gil-Robles las personas siguientes: se?ores Gil-Robles, Satr¨²stegui, Prados Arrarte, Cembrero y Flores, y por la comisi¨®n presidida por Madariaga, los se?ores Madariaga, Valera, Land¨¢buru y Llopis.
De las deliberaciones de este comit¨¦ sali¨® el texto de la declaraci¨®n -aprobada por aclamaci¨®n- el d¨ªa 6, y refrendada luego por el Congreso del Movimiento Europeo. Creemos oportuno reproducir ahora dicho texto, de claro matiz erasmista en su rechazo rotundo de toda violencia, cuya vigencia nos parece aun hoy indiscutible:
?El Congreso del Movimiento Europeo, reunido en Munich los d¨ªas 7 y 8 de junio de 1962, estima que la integraci¨®n, ya en forma de adhesi¨®n, ya de asociaci¨®n, de todo pa¨ªs a Europa, exige de cada uno de ellos instituciones democr¨¢ticas, lo que significa, en el caso de Espa?a, de acuerdo con la Convenci¨®n Europea de los Derechos del Hombre y la Carta Social Europea, lo siguiente:
1. La instauraci¨®n de instituciones aut¨¦nticamente representativas y democr¨¢ticas que garanticen que el Gobierno se basa en el consentimiento de los gobemados.
2. La efectiva garant¨ªa de todos los derechos de la persona humana, en especial los de libertad personal y de expresi¨®n, con supresi¨®n de la censura gubernativa.
3. El reconocimiento de la personalidad de las distintas comunidades naturales.
4. El ejercicio de las libertades sindicales sobre bases democr¨¢ticas, y de defensa por los trabajadores de sus derechos fundamentales, entre otros medios, por el de la huelga.
5. La posibilidad de organizaci¨®n de corrientes de opini¨®n y de partidos pol¨ªticos, con el reconocimiento de los derechos de la oposici¨®n.
?El Congreso tiene la fundada esperanza de que la evoluci¨®n con arreglo a las anteriores bases permitir¨¢ la incorporaci¨®n de Espa?a a Europa, de la que es un elemento esencial, y toma nota de que todos los delegados espa?oles presentes en el Congreso expresan su firme convencimiento de que la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles desean que esa evoluci¨®n se lleve a cabo, de acuerdo con las normas de la prudencia pol¨ªtica, con el ritmo m¨¢s r¨¢pido que las circunstancias permitan, con sinceridad por parte de todos y con el compromiso de renunciar a toda violencia activa o pasiva, antes, durante y despu¨¦s del proceso evolutivo. ?
Lo que luego sucedi¨® lo saben ya los espa?oles que ten¨ªan entonces uso de raz¨®n. El general Franco decidi¨® suspender en todo el territorio el art¨ªculo 14 del Fuero de los Espa?oles; y, en virtud de ello, seg¨²n iban volviendo los participantes del Congreso de Munich, se les dio a elegir entre el exilio y la deportaci¨®n. Algunos, como Gil-Robles, Ridruejo, Ventura y Prados Arrarte, entre otros, eligieron el exilio; otros, como Alvarez de Miranda, Miralles, Cavero, Satr¨²stegui y Barros de Lis, eligieron la deportaci¨®n a Fuerteventura. Sobre todos cay¨® el peso de apusaciones infamantes orquestadas por la prensa del r¨¦gimen. Vea hoy el lector, al leer, quiz¨¢ por vez primera, nuestra declaraci¨®n, si nos merecimos los calificativos de ?traidores? y ?fracasados?.
Objetivo incumplido
Han pasado diecisiete a?os. Los objetivos trazados se cumplieron casi todos; pero a¨²n falta que se realice uno, important¨ªsimo, que puede contribuir a la permanencia de los dem¨¢s: la integraci¨®n plena de Espa?a en el Mercado Com¨²n. El tema de la pr¨®xima conferencia es Espa?a en Europa, en sus tres vertientes: pol¨ªtica, cultural y econ¨®mica. Tres temas de mucho calado y tonelaje que dar¨¢n lugar a debates apasionados en las tres comisiones previstas a estos efectos, cuanto m¨¢s que la conferencia coincide con una crisis nacional e internacional que abarca a much¨ªsimos aspectos de lo que podr¨ªamos calificar de ?identidad europea?. Muchas preguntas hemos de formularnos. ?Qu¨¦ podemos aportar a Europa?, ?qu¨¦ puede damos ella? ?Qu¨¦ tipo de Europa, o mejor dicho, qu¨¦ tipo de sociedad queremos construir, preservando los valores esenciales de libertad, justicia y convivencia social, por los cuales tantos han luchado desde el Renacimiento hasta nuestros d¨ªas? ?Qu¨¦ puede aportar a este edificio el propio Movimiento Europeo, en cuyo seno tambi¨¦n repercute la crisis actual? ?Hasta qu¨¦ punto de be transformarse en un semillero de ideas nuevas, recogiendo yco hesionando todas las ideas positivas que tambi¨¦n han surgido fuera de sus filas? ?En qu¨¦ medida debe ser un movimiento ?contestatario? frente a la inercia que aqueja a los aparatos burocr¨¢ticos de los partidos pol¨ªticos?
Es necesario que los participantes en esta conferencia -tanto espa?oles como extranjeros- se planteen estas preguntas, y otras muchas, para encauzar el Movimiento Europeo por una senda m¨¢s din¨¢mica, m¨¢s proyectada hacia el futuro. Los valores del pasado s¨®lo se salvar¨¢n encarn¨¢ndose en formas nuevas y originales. Me parece indispensable que en la ?Declaraci¨®n de Madrid?, que hemos de aprobar y que ha de recoger y mantener la esencia de la ?Declaraci¨®n de Munich?, se sienta el latido de una Espa?a y una Europa en v¨ªas de renovaci¨®n, y se combata el pesimismo que nos invade por doquier.
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