Respuesta empresarial del grupo ITT en Espa?a
Presidente de Standard El¨¦ctrica, SAEl art¨ªculo que bajo el t¨ªtulo ?El Grupo ITT en Espa?a, hoy?, con la firma de Luis Solana, diputado del PSOE por Segovia y vicepresidente de la Comisi¨®n de Hacienda del Congreso, se publica en esta misma secci¨®n -?Tribuna libre?- el pasado d¨ªa 17 de octubre, me mueve obligadamente a una serie de reflexiones y puntualizaciones a las que, por otra parte, este diario amablemente me invita, lo que mucho agradezco.
Vaya por delante que no es mi intenci¨®n -?c¨®mo pod¨ªa serlo?- entrar en un terreno de debate con tan destacado parlamentario, pero s¨ª entiendo, en cambio, que en esta hora dif¨ªcil que a los hombres de empresa nos toca hoy vivir el uso de la libertad de expresi¨®n es, muchas veces no ya un privilegio, sino m¨¢s bien una obligaci¨®n que hemos de aprender a asumir con toda honestidad y sin complejos de ninguna clase.
Que la compa?¨ªa que yo presido -Standard El¨¦ctrica-, as¨ª como la dem¨¢s compa?¨ªas a ella asociadas en Espa?a, a trav¨¦s de sus v¨ªnculos con la ITT, experimentan hoy serios problemas de infrautilizaci¨®n de medios productivos, de desequilibrios entre cargas de trabajo y capacidades instaladas es algo bien sabido en los c¨ªrculos econ¨®micos del pa¨ªs. La incidencia que en el origen de estos problemas ha de atribuirse a los insuficientes programas de inversi¨®n de la Compa?¨ªa Telef¨®nica Nacional de Espa?a, a lo largo de los ¨²ltimos cuatro a?os, es tambi¨¦n un hecho que nadie ha de poner en duda.
Sin embargo, a la hora de enjuiciar actuaciones y comportamientos, antes de formular acusaciones m¨¢s o menos manifiestas o simplemente sugeridas, no nos dejemos llevar una vez m¨¢s por los cl¨¢sicos sentimientos de porte ?antimultinacionales? o incluso ?anti-gran empresa? que hoy, desgraciadamente, tan f¨¢cilmente prenden en muchos estamentos de opini¨®n o incluso de decisi¨®n.
No nos atribuimos la virtud del acierto permanente -iv¨¢lgame el cielo!- pero tampoco, de ning¨²n modo, estamos dispuestos a aceptar el monopolio del continuo desacierto.
Yo creo, sinceramente, que hay algunos hechos que se refieren al comportamiento de nuestras compa?¨ªas en los ¨²ltimos a?os que no deben silenciarse y que, l¨®gicamente, habr¨¢n de interesar a la opini¨®n p¨²blica. Voy a permitirme enumerarlos:
- Las cargas de trabajo que hoy mantienen las compa?¨ªas del Grupo ITT en Espa?a, destinadas a atender los programas de inversi¨®n de la Compa?¨ªa Telef¨®nica Nacional de Espa?a, se sit¨²an en este a?o de 1979 al 67% de los niveles alcanzados hace cuatro a?os, en 1975.
Habida cuenta de lo que nuestros efectivos de plantilla significaban en aquel a?o de punta de 1975 -unas 22.000 personas, aproximadamente-, por una sencill¨ªsima regla de tres cabr¨ªa aventurar que nuestras compa?¨ªas, en estricta l¨ªnea de correspondencia con lo que ha representado la evoluci¨®n seguida por la dimensi¨®n de sus mercados tradicionales, de alguna manera hubieran hecho patente ante la Administraci¨®n, ante la sociedad, el problema que significan 7.000 puestos de trabajo perdidos para el sector.
Esto hubiera sido lo f¨¢cil, lo no imaginativo, tal vez lo del ?taller metal¨²rgico de barrio ? que el se?or Solana en su art¨ªculo menciona y que, dicho sea de paso, merece todos nuestros respetos.
Y, sin embargo, esta es la hora en que tales planteamientos no han visto la luz ni por asomo. Antes por el contrario, en nuestro haber empresarial quedan apuntadas las siguientes actuaciones:
Unas exportaciones multiplicadas por casi cuatro veces en el per¨ªodo hasta alcanzar la cifra de 11.000 millones de pesetas (el 27% de nuestras ventas) en el ¨²ltimo ejercicio cerrado de 1978. Y, como parte de este esfuerzo de penetraci¨®n de nuevos mercados, la obtenci¨®n del mayor contrato de aportaci¨®n tecnol¨®gica en favor de un pa¨ªs del Tercer Mundo -Argelia en este caso- que jam¨¢s se hubiera suscrito antes en nuestro sector ni a nivel nacional, ni siquiera en el seno dela ?poderosa? ITT, por un importe de 320 millones de d¨®lares. ?No le vale, se?or Solana, como prueba de una cierta imaginaci¨®n comercial puesta en pr¨¢ctica en favor de muchos miles de puestos de trabajo cubiertos por espa?oles?
En el campo de las tecnolog¨ªas avanzadas, el mantenimiento de unos programas de investigaci¨®n y desarrollo por parte de nuestros centros especializados, con una dotaci¨®n de fondos a los mismos de m¨¢s de mil millones de pesetas por a?o, que han permitido la introducci¨®n constante de nuevos productos, de nuevas t¨¦cnicas a lo largo del per¨ªodo, consolidando m¨¢s y m¨¢s nuestra posici¨®n de vanguardia en lo tecnol¨®gico, al servicio de los intereses del pa¨ªs en que vivimos.
En lo que se refiere al aprovechamiento del ?gran cat¨¢logo de productos ITT?, una de nuestras empresas, Marconi Espa?ola, tantas veces mencionada en su art¨ªcud por el se?or Solana, inicia actividades de presencia productiva y comercial en campos hist¨®ricamente ajenos a los de nuestra especializaci¨®n industrial, como son el de la automoci¨®n y la electr¨®nica de consumo. ?No vale tampoco?
Apoyando todos estos empe?os, apuntalando financieramente la salud de nuestros balances, nuevas inyecciones de capital acuden puntualmente en el per¨ªodo, multiplicando por cinco veces el capital social de Standard El¨¦ctrica y por cerca de dos veces y media el de Marconi Espa?ola, en 1978.
Otros esfuerzos financieros pueden anotarse -si se est¨¢ dispuesto a ello- en la obtenci¨®n de un cr¨¦dito exterior de cien millones de d¨®lares, por parte de Standard El¨¦ctrica, para poderlo poner al servicio de nuestros esfuerzos de comercializaci¨®n en el mercado interior, saliendo as¨ª al paso de una recesi¨®n que pod¨ªa haber sido a¨²n m¨¢s grave y profunda que la que estamos ya soportando.
En el campo laboral, nuestras plantillas disminuyen, s¨ª, desgraciadamente, en unos 1.800 empleados durante los ¨²ltimos cuatro a?os. Con la puesta en pr¨¢ctica de planes de jubilaci¨®n anticipada, de separaci¨®n voluntaria en determinadas condiciones. ?Imaginativos?, ?anticipativos? Ciertamente no lo s¨¦, pero s¨ª s¨¦ que en ning¨²n momento se ha pedido ni un c¨¦ntimo de ayuda econ¨®mica a los estamentos oficiales del pa¨ªs para su puesta en pr¨¢ctica; que han sido planes muy onerosos para nuestras sociedades y que se han conducido en silencio, mediante pactos, con total respeto a los intereses y preferencias de nuestros trabajadores.
Y hasta aqu¨ª la exposici¨®n de los hechos. Probablemente, nuestra imaginaci¨®n no ha sido la suficiente para llegar a suplir la ausencia de lbs 15.000 millones de pesetas de pedidos que nos est¨¢n faltando en el pa¨ªs.
Nos acusa, asimismo, el se?or Solana de haber fallado en cuanto a nuestra capacidad de di¨¢logo con el Gobierno, con la CTNE, con los sindicatos; ha faltado anticipaci¨®n y planificaci¨®n, nos dice.
Que no hemos dialogado con el Gobierno o con la CTNE... Pero, con todos los respetos, ?c¨®mo lo sabe su se?or¨ªa? Yo le aseguro que esa acusaci¨®n es totalmente infundada y creo, por tanto, que no merece mayores comentarios. Pero ?con los sindicatos! El se?or Solana es testigo de excepci¨®n de nuestra disposici¨®n permanente para ello, en todo momento probada; ¨²nicamente a t¨ªtulo de ejemplo, el se?or Solana y yo hemos dialogado durante algo as¨ª como diez horas en los ¨²ltimos dos meses, acompa?ados de los miembros m¨¢s representativos de la UGT en el pa¨ªs y en el sector. A lo largo de esas horas de di¨¢logo -siempre grato y cordial, por cierto- hemos suministrado datos, hemos expuesto criterios y explicado situaciones. ?No son precisamente tales informaciones las que le han permitido al se?or Solana elaborar su brillante art¨ªculo?
Anticipaci¨®n, planificaci¨®n... ?Qu¨¦ quiere esto decir? Si anticipando y planificando pudieran evitarse las crisis, ?c¨®mo es posible que las tengamos que sufrir hasta las ?m¨¢s poderosas multinacionales?, supuestamente maestras en tales artes, lo que tantas veces se nos critica?
No, se?or Solana; no, no ha faltado nada de eso. Sencillamente, hay problemas con la econom¨ªa del pa¨ªs y esto lo sabe usted de sobra. Pregunt¨¦monos todos y cada uno de nosotros en qu¨¦ medida somos responsables de la existencia de tales problemas, de las altas cotas de inflaci¨®n que mantenemos, de los niveles de productividad que ?aconsejamos?. Los empresarios nos equivocamos muchas veces, por supuesto. ?Y los pol¨ªticos?, ?y las centrales sindicales? ?No se equivocan nunca? Reconozcamos todos nuestros errores sin ensa?arnos los unos con los otros y aprendamos a valorar el esfuerzo y la dedicaci¨®n profesionales all¨¢ donde se producen.
Tranquil¨ªcese el se?or Solana: nadie provoca al trabajador desde los puestos de responsabilidad empresarial del pa¨ªs. Antes por el contrario, hemos de soportar las m¨¢s de las veces que otros, que dicen defenderlos, los provoquen con harta frecuencia. Y lo nuestro es trabajar, producir, crear. ?Qu¨¦ pena de infinitivos tan dif¨ªcilmente practicables en los tiempos que vivimos!
?Oferta de di¨¢logo, de negociaci¨®n? Eso est¨¢ hecho. El se?or Solana lo sabe bien; pero concretemos, apuntemos soluciones constructivas, abandonemos de una vez las meras palabras.
?Mano tendida? Aqu¨ª est¨¢ la m¨ªa, se?or Solana. Con la expresi¨®n de mi amistad y la de mi m¨¢s sincero respeto.
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