Los europe¨ªstas de siempre, reunidos en Madrid
El Movimiento Europeo ha sido, durante los ¨²ltimos treinta a?os, motor y conciencia de la construcci¨®n pol¨ªtica europea. Un importante centro de reflexi¨®n y debate, que tuvo promotores de primera fila como Jean Monet, Robert Schuman y Salvador de Madariaga, entre otros muchos hombres y mujeres que figuran hoy de manera destacada en la historia pol¨ªtica y cultural de la Europa comunitaria en desarrollo.Hoy d¨ªa, esta organizaci¨®n est¨¢ llamada a desaparecer, entre otras cosas porque una vez elegido el Parlamento Europeo por sufragio universal, debe ceder a los directos y leg¨ªtimos representantes de los pueblos de Europa el espacio pol¨ªtico que ocupaba hasta los primeros d¨ªas del pasado mes de junio. La consecuci¨®n de sus propias metas elimina, en definitiva, su raz¨®n de ser, al menos en el territorio comunitario, lo que no le resta parte de la responsabilidad de llevar a buen t¨¦rmino la segunda ampliaci¨®n de las Comunidades en favor de Espa?a, Grecia y Portugal, intentando allanar el terreno de las nuevas dificultades econ¨®micas que entorpecen este acercamiento, una vez desaparecidos los obst¨¢culos pol¨ªticos que imped¨ªan la ampliaci¨®n del territorio comunitario hacia el sur del viejo continente.
Por ello, la primera conferencia espa?ola del Movimiento Europeo tiene una cierta actualidad de inter¨¦s pol¨ªtico, a la vez que constituye la culminaci¨®n del empe?o hist¨®rico de un pu?ado de dem¨®cratas y europe¨ªstas espa?oles, de siempre, que ven reunirse en Madrid al consejo federal espa?ol de esta organizaci¨®n tantas veces viajero forzoso por culpa de la dictadura del general Franco.
Fernando Alvarez de Miranda, presidente del consejo, declar¨® ayer en la sesi¨®n de clausura que no deseaba que esta primera conferencia asumiese el calificativo de ?nost¨¢lgica?, Pero este deseo ha sido todo un imposible, y buena culpa de ello la han tenido con sus ausencias injustificables los primeros responsables de la realpolitik oficial de la pol¨ªtica exterior espa?ola -que presume de europea-, los ministros Oreja y Calvo Sotelo, que no acudieron a la cita de Madrid -tampoco lo hizo el secretario general de UCD, Arias Salgado, ni su responsable de Relaciones Exteriores, Javier Rup¨¦rez, quien intentaba dar desde Copenhague una r¨¦plica a la Conferencia Europea de la capital espa?ola-, y que con su vac¨ªo dieron por buenos los rumores de que la vieja batalla de los Mystere, los celos interministeriales de uno y otro departamento se mantiene y, lo que es m¨¢s significativo, avalaron el comentario de que un cierto complejo de falta de historial democr¨¢tico y europe¨ªsta motiv¨® las ausencias y quiso, incluso, recortar la presencia del Gobierno y del Estado en las reuniones, con argumentos como los esgrimidos en el palacio de la Trinidad, donde se dijo: ?Estaba mal organiza do, no conoc¨ªamos a ponentes ni ponencias, no hab¨ªa programa inicial.? Leopoldo Calvo Sotelo, nuestro hombre-Europa, debi¨® visitar la reuni¨®n.
Quedaron, no obstante, a gusto y en familia los europe¨ªstas hist¨®ricos: Alvarez de Miranda, Carlos Bru, Ruiz-Gim¨¦nez, Joaqu¨ªn Satr¨²stegui, Vidal Beneyto, Javier Flores, Jaime M¨ªralles, Enrique M¨²gica, Miguel Boyer, Ant¨®n Ca?ellas y Enrique Adroher (?Gironella?), muchos de los cuales fueron protagonistas en 1962 de la reuni¨®n democr¨¢tica de Munich. Una convocatoria que sirvi¨® de punto de reuni¨®n de la primera asamblea interpartidista de los dem¨®cratas hispanos frente al franquismo.
Estos hombres y las nuevas generaciones que les siguen deben trabajar ahora, en colaboraci¨®n con los partidos pol¨ªticos y las instituciones democr¨¢ticas espa?olas, en favor de la definitiva incorporaci¨®n de Espa?a a las Comunidades Europeas. Un proceso ya formalmente encauzado en las negociaciones oficiales de Bruselas, al que nunca le har¨¢ ni sombra ni da?o la aportaci¨®n del Movimiento Europeo, eso si, siempre que esta hist¨®rica organizaci¨®n no pierda su rumbo ni mezcle sus competencias con otras de or¨ªgenes muy distintos como podr¨ªa serlo la llamada Trilateral.
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