Un espect¨¢culo m¨¢gico
Podemos olvidarnos de Cervantes y quedarnos con un grande, fastuoso, inteligente espect¨¢culo teatral. Cervantes fue un autor relativamente torpe en un tiempo de autores diestros, de ?carpinteros?, de ?gentes de gran oficio?; y fue un versificador pobre en ¨¦poca de muchos poetas grandes. Se podr¨ªa sospechar que le faltaron estas maneras por una especie de honestidad intelectual que le llevaba a la prosa clara y limpia, que fue la mejor en muchos siglos.No tuvo artificio en su teatro cuando parec¨ªa muy necesario: quer¨ªa decir cosas doloridas, evocar testimonios tr¨¢gicos. Los ba?os de Argel fue un fragmento de su vida, como Los tratos, como La historia de un cautivo y hasta la Gran sultana. De todo ello ha hecho Francisco Nieva un collage. No cabe duda de que lo ha estudiado a fondo; y a Cervantes, a su tiempo espa?ol y su tiempo africano; ha introducido su propio y expert¨ªsimo oficio y, a pesar de un respeto y un amor indudables, lo ha adulterado. Ha trivializado el conjunto de las an¨¦cdotas y hasta el fondo narrativo; muchas veces cae en el defecto, muy frecuente en los adaptadores teatrales -y Nieva va mucho m¨¢s all¨¢ de una simple adaptaci¨®n-, del paternalismo para con el cl¨¢sico, de considerarle, al tratarlo, como uri ni?o.
Los ba?os de Argel, de Miguel de Cervantes
Por Francisco Nieva. Int¨¦rpretes: Esperanza Abad, Jos¨¦ Caride, Antonio Iranzo, Nicol¨¢s Due?as, Ram¨®n Dur¨¢n, Fidel Almansa, Agust¨ªn Bel¨²s, Paco Racionero, Emma Penella, Mar¨ªa Jes¨²s Sirvent. M¨²sica de Tom¨¢s Marco, interpretada por el Grupo de Percusi¨®n de Madrid (ampliado), dirigido por Jos¨¦ Luis Temes. Vestuario de Francisco Nieva y Juan Antonio Cidr¨®n. Coreograf¨ªa de Pawel Rouba y Elvira Sanz. Montaje y direcci¨®n de Francisco Nieva, con Jos¨¦ Estruch y Jos¨¦ Luis Tama?o. Teatro Mar¨ªa Guerrero. 4-XII-1979.
El trabajo de distanciamiento se hace desde una iron¨ªa burlona en la suposici¨®n, probablemente justa, de que el p¨²blico de hoy, desencantado de una serie de valores que antes eran b¨¢sicos, de la expresi¨®n enf¨¢tica de unos sentimientos que se han hecho m¨¢s llanos, no los resistir¨ªa.
Olvid¨¦monos de Cervantes, en este caso. Y qued¨¦monos, muy a gusto, con Francisco Nieva, inventor de un espect¨¢culo; espect¨¢culo de una gran belleza pl¨¢stica y continuamente en movimiento, como corresponde al teatro. Inventor de grandes hallazgos de maquinaria, vagamente inspirada en la del teatro del Siglo de Oro, y peque?os hallazgos de detalle. Toda su esencia de pintor est¨¢ en la est¨¦tica de los decorados y de los trajes; toda su din¨¢mica de hombre de teatro en la manera de jugar todo ello. Si se le busca pecado, ser¨¢ en el exceso, en un ?dernasiado?, en una acumulaci¨®n. En un barroquismo. Personalmente no me cansa ni me empacha. Siempre a condici¨®n de olvidarme de Cervantes y, por consiguiente, del texto. Esto es un riesgo muy frecuente en nuestro tiempo: que el exceso de montaje, de direcci¨®n, de escenograf¨ªa se haga en detrimento del texto.
No creo que el teatro sea eso, aunque eso pueda ser una parte del teatro: el espect¨¢culo m¨¢gico. Aceptado as¨ª como una excepci¨®n, que puede ser frecuente pero siempre como excepci¨®n, la visualidad compensa de todo.
Si este sentido de la vista est¨¢ halagado y recreado, con el del o¨ªdo hay m¨¢s problemas. No por la excelente m¨²sica de Tom¨¢s Marco, muy bien interpretado por el Grupo de Percusi¨®n de Madrid, ampliado a algunos otros instrumentos mel¨®dicos, y bien dirigido por Rafael Termes, ni por la cantante Esperanza Abad, que tuvo un ¨¦xito personal muy justo, sino por la dicci¨®n de los actores. En la m¨²sica hay resonancias ar¨¢bigas y renacentistas, tratadas con los conocimientos contempor¨¢neos, admirablemente creado todo por Tom¨¢s Marco.
Esta perfecci¨®n sonora, acentuada por la fidelidad de la interpretaci¨®n de la cantante y los m¨²sicos, hace m¨¢s ostensible la desafinaci¨®n continua de los actores. Se sabe que se ha perdido -salvo en algunas excepcionesla tradici¨®n de decir el verso a fuerza de no usarlo; pero tambi¨¦n a fuerza de no leerlo, de no estudiarlo, de no quererlo aprender. Si no se supiera, la interpretaci¨®n de Los ba?os de Argel lo demostrar¨ªa cumplidamente. Los versos se van sin sentido: mal respirados, mal partidos y mal ligados. No es s¨®lo esta dicci¨®n la que falla, sino la entonaci¨®n,
En un espect¨¢culo que tiene mucho de ¨®pera, y donde la intervenci¨®n de la m¨²sica es constante, son m¨¢s ostensibles estas distancias entre voz y voz; y por el esfuerzo de decir el verso, actores que son buenos en prosa y en un teatro naturalista dan registros feos y falsos en esta ocasi¨®n. Se pueden se?alar algunas excepciones en mejor -aparte, naturalmente, de Esperanza Abad-, como Jos¨¦ Caride, Antonio Iranzo y Nicol¨¢s Due?as, Maite Brik y Juan Meseguer, Jos¨¦ Jaime Espinosa... Y poco m¨¢s. A Emma Penella no le va nada la m¨ªmica con que se ha montado su papel; est¨¢ fuera de sitio en ella. En general, los movimientos de conjunto son mejores que los individuales.
Buscando el resumen, se dir¨ªa que es un gran espect¨¢culo de objetos y de m¨²sica, de objetos danzantes, de belleza en su forma y en sus movimientos, de una gran calidad m¨¢gica; de m¨²sica ajustada, a su servicio y con un valor propio. Francisco Nieva va m¨¢s all¨¢ en su ideaci¨®n -y en su propia manera de encontrar el mecanismo para que sus inventos funcionen- de lo que da de s¨ª el teatro espa?ol en estos momentos.
El p¨²blico del estreno -un p¨²blico dif¨ªcil, generalmente fr¨ªo, porque est¨¢ compuesto de profesionales poco dispuestos al asombro- entr¨® muy bien en el espect¨¢culo, aplaudi¨® a veces en medio de la acci¨®n, al principio; pareci¨® fatigarse un poco despu¨¦s, o prefiri¨® optar por una actitud de espera, en busca de que se acumularan los hallazgos para aplaudir, y fue generoso al final de la obra; justamente generoso porque es un espect¨¢culo que, a pesar de los defectos apuntados, merece en conjunto verse y aplaudirse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.