Hacienda Torreblanca, un desaf¨ªo al trabajo en com¨²n y al desempleo
A veinte kil¨®metros de Sevilla, un grupo de hombres desafia a diario el paro, en una aventura que ya lleva impresa la etiqueta del ¨¦xito; una aventura agr¨ªcola que sac¨® a algunos de sus miembros del saco del desempleo y en la que hoy sufren juntos las mermas de las cosechas -?este oto?o hemos tenido una muy mala, mal¨ªsima, tormenta?- y las satisfacciones del esfuerzo compartido.La finca conserva a¨²n el nombre de Torreblanca. Est¨¢ situada a mitad de camino entre Bormujos y Bollullos de la Mitaci¨®n. Tiene una extensi¨®n de 287 hect¨¢reas. Da trabajo a veintis¨¦is colonos durante todo el a?o y a otra treintena de familias en ¨¦poca de recolecci¨®n de aceituna.
La historia de la finca, ejemplo de trabajo comunitario, se remonta a 1970. En aquella fecha, el IRYDA la expropi¨® al marqu¨¦s de Villapan¨¦s y la dedic¨® a cultivos provisionales durante casi cuatro a?os. El 6 de julio de 1974 se cre¨® un grupo de colonizaci¨®n compuesto por veintisiete trabajadores -uno se retirar¨ªa posteriormente-, que mediante solicitud decidieron hacer frente al valor de la expropiaci¨®n: 40.365.000 pesetas. Las condiciones de la operaci¨®n fueron el pago del precio total aplazado a veinte a?os; los ocho primeros ejercicios se pagar¨ªa el 3,5% anual, es decir, 1.400.000 pesetas, aproximadamente, m¨¢s 710.000 pesetas en concepto de pr¨¦stamo de maquinaria. Pasados estos ocho primeros a?os, el total restante a pagar ir¨¢ cargado con el 1,5% de inter¨¦s.
Los veintis¨¦is colonos se acogieron al medio mill¨®n de pesetas de pr¨¦stamos oficiales que concedi¨® el IRYDA para comenzar el trabajo de arranque y repoblaci¨®n de olivos, condici¨®n previa estipulada por aquel organismo oficial para la explotaci¨®n de la finca. Consiguieron asimismo un pr¨¦stamo oficial por valor de 2.991.000 pesetas para dotar a la finca de tres tractores, dos remolques, aperos, arados, una m¨¢quina de espolvorear y otros elementos imprescindibles para trabajar la tierra.
Cuando el IRYDA entreg¨® la finca al citado grupo dispon¨ªa de 16.400 olivos y enormes extensiones de terreno bald¨ªo. Los veintis¨¦is trabajadores arrancaron alrededor de 10.000 de aquellos olivos y plantaron 32.000 garrotes nuevos, de los que se espera conseguir, en 1980, la primera cosecha; sembraron trigo entre las calles de los olivos; construyeron cinco pozos, de veinticinco metros de profundidad, en la finca, y cultivaron -aun hoy lo hacen- pimientos, tomates y otras legumbres para consumo propio.
Un c¨¢lculo aproximado del valor actual de la finca se sit¨²a sobre los trescientos millones de pesetas. Todos los miembros del grupo, a excepci¨®n de cuatro -uno de Bormujos y tres de Mairena, t¨¦rminos municipales por donde tambi¨¦n se expande la finca-, son de Bollullos de la Mitaci¨®n. El grupo colonizador se rige por un presidente, un secretario, un tesorero, un interventor y dos vocales. El mandato cubre dos a?os. Las decisiones necesitan de la mayor¨ªa absoluta de la asamblea para ser puestas en pr¨¢ctica.
El presidente del grupo, Juan Jos¨¦ Rodr¨ªguez Acevedo, es alcalde de Bollullos de la Mitaci¨®n y miembro del Partido Comunista de Espa?a. ?Los que trabajamos aqu¨ª hacemos un reparto equitativo de todo. Al mes venimos a sacar, entre unas cosas y otras, alrededor de 30.000 pesetas. Trabajamos s¨®lo por la ma?ana; el que quiere hacer un jornal m¨¢s viene por la tarde, se le apunta y se le paga.? En principio, ning¨²n miembro de la familia de los veintis¨¦is trabajadores tiene faena en la finca. ?En ¨¦poca de recolecci¨®n suelen trabajar algunas de nuestras esposas; se les asigna el trabajo y se les paga el jornal como a todo el mundo. Pero a diario nunca vienen; bastante tienen con las labores de la casa.? En ese mismo tiempo de recogida de aceituna tambi¨¦n acuden jornaleros en paro a la finca. ?Hasta 34 parados del pueblo trabajaron aqu¨ª el pasado a?o.?
Cada uno de los veintis¨¦is miembros del grupo colonizador hace guardia nocturna en la finca, por riguroso turno. En caso de enfermedad, el colectivo le hace llegar el jornal que corresponde a todos, pero la subvenci¨®n que paga la Seguridad Social por la baja pasa a engrosar un fondo com¨²n.
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