El Rey presidi¨® el funeral por su abuelo, Alfonso XIII, que rein¨® en la bas¨ªlica de Escorial
Las campanas del herreriano monasterio de El Escorial empezaron a tocar a duelo a las doce en punto de la ma?ana de ayer. Los restos mortales de Alfonso XIII tardar¨ªan a¨²n hora y media en llegar a la bas¨ªlica, donde, finalmente. el funeral por el alma del rey fallecido hace 39 a?os comenz¨® a las dos menos cuarto de la tarde. La familia real decidir¨¢ m¨¢s tarde el momento preciso de dar definitiva sepultura al f¨¦retro, en el pante¨®n de los reyes, previsto, en principio, para los pr¨®ximos d¨ªas.A las once de la ma?ana, m¨¢s de la mitad de los asientos reservados para invitados en el interior del templo ya hab¨ªan sido ocupados. La carretera, desde Madrid, presentaba una continua hilera de veh¨ªculos que ascend¨ªan hacia el pueblo serrano. Los guardias civiles de puesto de trocha vigilaban el camino con las armas largas apuntando al suelo, en se?al de luto, y pasaban fr¨ªo, protegi¨¦ndose de ¨¦l lo mejor que pod¨ªan arrebujados en los capotes o apretando los pu?os.
Nieve y hielo
Algunas zonas de nieve y hielo en la carretera hicieron el papel de preparativo para encontrar de lleno la nieve en el pueblo, que ca¨ªa a r¨¢fagas y a ratos. acumulada ya en el suelo y helada en diversos parajes. La caravana de coches a duras penas se fue introduciendo por las callejuelas para aparcar donde se pudiera. El hielo hizo resbalar m¨¢s de un veh¨ªculo, aunque no hay datos de graves desperfectos.
Sobre El Escorial. un cielo plomizo, un aire limpio, cerros grises ribeteados del blanco de la nieve, y un fr¨ªo intens¨ªsimo. Los fot¨®grafos de prensa se encontraron en momentos de apuro para manejar sus c¨¢maras, agarrotados casi sus dedos. A las dos horas y media de estar all¨ª, tomar notas con el bol¨ªgrafo resultaba dif¨ªcil. Y parec¨ªa incre¨ªble que los ni?os cantores de la escolan¨ªa. vestidos s¨®lo con jersey, no dieran muestra de tener fr¨ªo.
Vendedores ambulantes. en sencillos puestecillos, ofrec¨ªan numerosas banderas de Espa?a. bufandas y gorros con los colores rojo y gualda. a cuatrocientas y doscientas pesetas, seg¨²n tama?o. La mayor¨ªa del p¨²blico apostado en el muro de la lonja del monasterio se cubr¨ªa la cabeza con estos gorros o abrillaba el cuello con estas bufandas, o portaba, principalmente ni?os llegados en autobuses. banderitas. Todo el muro frontal a la fachada principal del monasterio. unos 150 metros de largo, se hallaba ocupado por hombres, mujeres y ni?os.
Por el acceso central de la lonja iban pasando los invitados al funeral. Uniformes militares, chaqu¨¦s, abrigos de pieles. Un miembro de la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica, del servicio de protocolo. atiende a un caballero con tarjeta de invitaci¨®n. que ya no encuentra lugar donde sentarse. Le explica que hay ochocientas plazas, pero que se han repartido m¨¢s invitaciones. Hace d¨ªas que en el palacio de La Zarzuela los tel¨¦fonos no han dejado de sonar solicitando invitaciones.
A excepci¨®n de los puestos de mayor honor. la bas¨ªlica est¨¢ pr¨¢cticamente llena mucho antes de que llegue al monasterio el cortejo f¨²nebre. En el ¨¢rea reservada para las esposas de los ministros se registra un peque?o incidente. Los primeros bancos han sido ocupados por se?oras que no son esposas de ministros. y se ven obligadas a levantarse a requerimiento del encargado de protocolo en esa zona. Hay tambi¨¦n confusi¨®n por otros puntos del interior del templo. Incluso los bancos destinados a la prensa son pronto tomados por otros invitados al solemne e hist¨®rico acto f¨²nebre.
Llegada en helic¨®ptero
A las doce y media llega el f¨¦retro a la plaza de toros de El Escorial, lugar desde donde partir¨¢ el cortejo. La llegada, en formaci¨®n de helic¨®pteros, inicia propiamente el acto. Desde all¨ª, en un arm¨®n, el f¨¦retro, de caoba y herrajes de bronce, y zinc en el Interior, recorre kil¨®metro y medio a trav¨¦s del pueblo hasta llegar a la lonja del monasterio. Tarda una hora en hacer este itinerario. El cortejo lo preside don Juan de Borb¨®n. en uniforme de sala de almirante. Le sigue el jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito, el capit¨¢n general de la I Regi¨®n Militar. el teniente general jefe de la Regi¨®n A¨¦rea y el almirante jefe de la Jurisdicci¨®n Central de la Armada. Mientras los miembros del Gobierno llegan a la puerta principal del monasterio y esperan.
A las 13.20. el p¨²blico grita vivas a los Reyes. Estos gritos. aplausos y la agitaci¨®n de banderitas son simult¨¢neos a la aparici¨®n de don Juan Carlos v do?a Sof¨ªa, acompa?ados del Pr¨ªncipe de Asturias y las dos infantas. Una compa?¨ªa conjunta de los tres Ej¨¦rcitos y una compa?¨ªa de la Guardia Real rinden honores al Rey.
A las 13.35. el arm¨®n pasa por la lonja. por delante de la puerta principal del monasterio, y se detiene. Himnos militares. Las mismas compa?¨ªas rinden honores y desfilan ante don Juan Carlos. En el silencio de la fr¨ªa ma?ana serrana, la voz del prior de los agustinos, padre Gonzalo D¨ªaz, se oye tranquila y clara al dar constancia de que recibe los restos mortales.
Unos segundos despu¨¦s, don Juan de Borb¨®n entra en el inmediato Patio de los Reyes, donde tendr¨¢ lugar la entrega del f¨¦retro a los religiosos del monasterio. El f¨¦retro pasa a continuaci¨®n, llevado por veinte miembros de la Guardia Real. que lo sostienen con las manos agarradas a gruesas barras de hierro a la altura de sus pechos. El f¨¦retro, cubierto con la bandera de Espa?a, es depositado en el t¨²mulo, y sobre ¨¦l el alcalde socialista de El Escorial impone la medalla de oro de la ciudad. Es ya don Juan Carlos quien preside el cortejo, acompa?ado de la reina do?a Sof¨ªa, el Pr¨ªncipe de Asturias, y las infantas. Una bater¨ªa de ca?ones, de puestos en los jardines del monasterio, Inicia en ese instante las salvas de ordenanza, veintiuna, correspondientes a la m¨¢xima categor¨ªa en actos f¨²nebres. Las campanas del monasterio siguen ta?endo a duelo y no dejar¨¢n de hacerlo hasta el comienzo del funeral.
Funeral en la bas¨ªlica
El cortejo atraviesa el amplio y luminoso patio. Dos filas de agustinos escoltan el f¨¦retro, detr¨¢s de los Reyes, autoridades militares y del Gobierno. El cardenal arzobispo de Madrid-Alcal¨¢, monse?or Vicente Enrique y Taranc¨®n, que dirigir¨ªa la misa concelebrada con, religiosos agustinos, sale a recibir 2 los Reyes. Ya en el atrio de la bas¨ªlica los Reyes y el prior de los agustinos se sit¨²an bajo palio y en
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El Rey presidi¨® el funeral de su abuelo
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tran en el templo. El ¨®rgano interpreta el himno nacional.
El f¨¦retro es colocado en el t¨²mulo frente al altar. La corona real reposa sobre la cabecera.
Los Reyes, que presiden el acto, ocupan su puesto junto al altar en el lado del evangelio. Con ellos, el Pr¨ªncipe de Asturias, las Infantas y los jefes de la Casa Real. Frente a ellos, en el lado de la ep¨ªstola, el prior de los Agustinos.
Abajo, a la izquierda, a la altura del t¨²mulo, se va situando el Gobierno. Detr¨¢s, las esposas de los ministros. En la misma l¨ªnea del crucero, a la derecha, toma sitio la Mesa del Congreso de los Diputados y el Senado. Detr¨¢s, los representantes de Ios partidos pol¨ªticos (salvo el Partido Socialista Andaluz, representado por su l¨ªder, Alejandro Rojas Marcos y UCD, cuyo presidente, Adolfo Su¨¢rez, asisti¨® en calidad de jefe del Gobierno, ning¨²n otro partido estuvo representado por su dirigente m¨¢ximo).
Al centro, frente al t¨²mulo, en la parte derecha del pasillo central, se sit¨²an don Juan de Borb¨®n, su esposa, do?a Mercedes, y la infanta Cristina, hermana de Alfonso XIII. Detr¨¢s, la familia real, y con ellos, el ex rey de Italia, Humberto de Savoya. A continuaci¨®n, la grandeza de Espa?a, oficiales generales, laureados y representaciones de las ¨®rdenes militares y del cuerpo diplom¨¢tico.
Atr¨¢s, a ambos lados del pasillo central, los invitados.
A medida que el f¨¦retro es trasladado al t¨²mulo y los Reyes y altas autoridades ocupan sus sitiales, entre los asistentes al acto se produce la ansiedad de querer ver todos los detalles. Pero no todos tienen buen ¨¢ngulo de visi¨®n. Por eso, llevados de tan ferviente deseo, al final de la bas¨ªlica, en los laterales de la nave central y a ambos lados del crucero, qui¨¦n m¨¢s y qui¨¦n menos no se resigna y se pone de puntillas, se sube a los reclinatorios, se pone encima de los bancos y hasta sobre el antepecho superior de los bancos o se encaraman a los altos candelabros met¨¢licos de la nave central.
Poco a poco, la mayor parte de los elevados descienden a sentarse o quedar sencillamente en pie, al tiempo que se inicia la misa. Luego, monse?or Taranc¨®n aludir¨¢ al gran amor de Alfonso XIII por Espa?a, que alcanz¨® su gesto m¨¢ximo en alejarse del pa¨ªs, dijo, para evitar derramamiento de sangre, as¨ª como al hecho de que sus restos mortales no hubieran podido ser tra¨ªdos hasta ahora.
Terminada la ceremonia, a las 14.45, el f¨¦retro fue de nuevo llevado a brazo hasta la cripta, donde recibir¨¢ sepultura en la intimidad en los pr¨®ximos d¨ªas. Ya en la puerta de la lonja los Reyes se despidieron de don Juan y do?a Mercedes, y de los miembros del Gobierno. entre nuevas aclamaciones del p¨²blico congregado en el exterior del monasterio.
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