Las complicidades de la matanza de Atocha permanecen en la sombra
La vista p¨²blica del juicio sobre la matanza de Atocha se inicia ma?ana en la sala de lo penal de la Audiencia Nacional, justo a los tres a?os y veinticinco d¨ªas del atentado en el que perdieron la vida cuatro abogados y un auxiliar de despacho, y fueron grav¨ªsimamente heridos otros cuatro abogados. En principio, el juicio est¨¢ previsto para tres d¨ªas, pero, probablemente, se prolongar¨¢ durante toda la semana, si se tiene en cuenta el n¨²mero de abogados defensores y de la acusaci¨®n particular que tienen que intervenir. Despu¨¦s del interrogatorio de los cinco procesados, que finalmente se sentar¨¢n en el banquillo (uno, Fernando Lerdo de Tejada, est¨¢ en paradero desconocido, y otro, Sim¨®n Fern¨¢ndez Palacios, falleci¨® durante la instrucci¨®n del sumario), desfilar¨¢n por estrados 81 testigos.
El juicio sobre la matanza de Atocha, que va a ocupar la atenci¨®n p¨²blica a lo largo de la semana pr¨®xima, tendr¨¢ como principal objetivo determinar en el ¨¢mbito del derecho la participaci¨®n de los procesados en los hechos que les imputan el ministerio p¨²blico y la acusaci¨®n particular, si bien los propios autores materiales de la matanza han reconocido en sus declaraciones su autor¨ªa, y los abogados que les defienden no la niegan, aunque la tipifican jur¨ªdicamente de forma m¨¢s leve que el ministerio fiscal y la acusaci¨®n particular, y a¨²n tratan de justificarla con distintas atenuantes.Aparte de este tema central, y en estrecha relaci¨®n con ¨¦l, el juicio va a dar ocasi¨®n para debatir p¨²blicamente ciertos aspectos oscuros, no suficientemente investigados en el sumario, que apuntan al contexto pol¨ªtico y a las complicidades que hicieron posibles los asesinatos. Entre estos aspectos oscuros o pistas, ya pr¨¢cticamente cegadas por el paso del tiempo, figuran las conexiones pol¨ªticas de los procesados, supuestas complicidades de alg¨²n funcionario p¨²blico, origen de las armas y de las municiones empleadas en el crimen y destino de los fondos obtenidos mediante u?a exacci¨®n ilegal del antiguo sindicato de Transportes de Madrid.
Para arrojar m¨¢s luz sobre estos aspectos, aparte de los datos que ya obran en el sumario, las partes enfrentadas en el proceso (acusaciones p¨²blica y particular, por un lado, y abogados defensores, por otro), han citado a declarar a 49 y 32 testigos, respectivamente. Entre ellos, los propios abogados que sobrevivieron a su ejecuci¨®n en la noche del d¨ªa 24 de enero de 1977, fecha de los tr¨¢gicos sucesos; los directivos, en aquellas fechas, de la revista Fuerza Nueva; los polic¨ªas Antonio Gonz¨¢lez Pacheco y Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez Gay, y los presidentes del antiguo sindicato vertical de Transportes, tanto a nivel nacional como provincial de Madrid, Vicente Garc¨ªa Ribes y Jos¨¦ Mar¨ªa Cabildo, respectivamente. Tambi¨¦n han sido propuestos varios peritos de bal¨ªstica y de armas para determinar el origen y la naturaleza de las municiones y armas empleadas en el crimen, entre ellos dos inspectores del Cuerpo General de Polic¨ªa y un capit¨¢n interventor de la Guardia Civil.
Respecto a las armas y a la munici¨®n empleada existen abundantes datos en el sumario que apuntan a su origen y procedencia. La munici¨®n era del mismo tipo que la suministrada a jefes y oficiales del Ej¨¦rcito. Respecto a las armas empleadas en los asesinatos, concretamente la pistola del calibre nueve mil¨ªmetros Parabellum, marca F. N. Brownings, empu?ada por Fern¨¢ndez Cerra, y la pistola marca Star, empu?ada por Garc¨ªa Juli¨¢, con la que se dio muerte, seg¨²n se ha podido determinar, a los abogados Francisco Javier Sauquillo y Seraf¨ªn Holgado, su origen es desconocido, pues uno declar¨® en el sumario que la hab¨ªa encontrado en la calle, y otro en Canarias, mientras realizaba el servicio militar. Por otra parte, el servicio de Intervenci¨®n de Armas de la Guardia Civil no ha podido determinar su propietario, y algunas de ellas eran armas reconstruidas con piezas de otras de la misma serie. Aparte de las utilizadas directamente en el crimen, los procesados dispon¨ªan de varias armas de marca Astra, Llama, Star y Brownings. Concretamente, al procesado, ya fallecido, Sim¨®n Ram¨®n Fern¨¢ndez Palacios se le ocuparon seis armas de fuego cortas, tres con cargador ajustado y una bala en la rec¨¢mara, un ca?¨®n de pistola suelto y abundante munici¨®n.
Los fondos del antiguo sindicato de Transportes de Madrid, procedentes de una cuota ilegal cobrada a los transportistas, fueron destinados, en cuant¨ªa no determinada, seg¨²n la tesis de la acusaci¨®n particular, para financiar y ocultar a los autores del qu¨ªntuple asesinato. De hecho, la investigaci¨®n judicial ha determinado que no se justificaron 1.200.000 pesetas correspondientes a ingresos por recibos del per¨ªodo agosto-diciembre de 1976, y del d¨ªa 1 al 14 de marzo de 1977, fechas estas ¨²ltimas inmediatamente posteriores a la del atentado. Por su parte, el ministerio fiscal y la acusaci¨®n particular mantienen como hecho demostrado que Francisco Albaladejo, antiguo secretario del sindicato de Transportes de Madrid, dio algunas cantidades a Fern¨¢ndez Cerra para que se marchara a Almer¨ªa.
Conexiones pol¨ªticas
Las conexiones pol¨ªticas de los procesados con Fuerza Nueva, Falange Espa?ola de las JONS y la Guardia de Franco son especialmente subrayadas por los abogados de la acusaci¨®n particular. Tampoco dejan pasar el hecho, constatable por numerosas fotograf¨ªas publicadas en los medios informativos, de que varios de ellos han formado parte de los servicios de seguridad de Blas Pi?ar y de Raimundo Fern¨¢ndez-Cuesta. Precisamente, esta aparente relaci¨®n de algunos de los procesados con los dos citados pol¨ªticos determin¨® la declaraci¨®n de ¨¦stos en el sumario en septiembre de 1978 y en mayo de 1979. Por lo que se sabe, ambos pol¨ªticos negaron cualquier tipo de vinculaci¨®n personal o pol¨ªtica con los procesados.
Fern¨¢ndez-Cuesta atribuy¨® a la casualidad el hecho de que algunos de los procesados apareciesen junto a ¨¦l en fotograf¨ªas publicadas en la prensa. Respecto a la militancia pol¨ªtica de algunos de los procesados, confesada por ¨¦stos como falangista, el se?or Fern¨¢dez-Cuesta neg¨® que militasen en FE de las JONS y no pudo explicar de manera convincente su presencia en locales y en congresos de este partido, a pesar de que la misma s¨®lo est¨¢ permitida a los militantes.
Blas Pi?ar, por su parte, fue interrogado, y as¨ª consta en el sumario, sobre su supuesta relaci¨®n personal y pol¨ªtica con los procesados, as¨ª como sobre la relaci¨®n de ¨¦stos con los servicios de seguridad de Fuerza Nueva; sobre la militancia pol¨ªtica de algunos de los procesados en Fuerza Nueva y sobre la publicaci¨®n en la revista Fuerza Nueva, con posterioridad a los asesinatos y antes de la detenci¨®n de los presuntos autores, de determinados datos e hip¨®tesis sobre el crimen cometido.
La perspectiva con la que abordan el enjuiciamiento de los hechos la acusaci¨®n particular, en representaci¨®n de los familiares de las v¨ªctimas y de los heridos, y los abogados defensores de los procesados es distinta y aun contradictoria, y tampoco es exactamente coincidente en lo que respecta a la acusaci¨®n particular y al ministerio fiscal. La acusaci¨®n particular insiste en la existencia de un grupo de personas alrededor de Francisco Albaladejo, secretario del Sindicato de Transportes de Madrid, que comparten actitudes pol¨ªticas afines, que disponen de armas de fuego y que, con la finalidad de agravar la espiral de violencia que se hab¨ªa iniciado para atemorizar a la poblaci¨®n y provocar la intervenci¨®n de los estamentos armados del Estado, se ponen de acuerdo para realizar un atentado contra personas y entidades que consideraban implicadas en el proceso democr¨¢tico que se iniciaba en Espa?a a primeros de 1977, al que eran opuestos.
Seg¨²n la acusaci¨®n particular, la idea de que el atentado se ejecutara en el despacho laboralista de la calle de Atocha, de Madrid, parti¨® de Francisco Albaladejo, ?exacerbado por la huelga del transporte privado de viajeros que por aquellas fechas se produc¨ªa en la capital?. Precisamente en el despacho laboralista de Atocha trabajaban los letrados que asesoraban a la comisi¨®n representativa de los trabajadores del transporte que dirig¨ªa las negociaciones con los empresarios. El hecho de que los autores materiales del crimen -Garc¨ªa Juli¨¢ y Fern¨¢ndez Cerra- preguntasen por Joaqu¨ªn Navarro cuando llamaron a la puerta del despacho es interpretado por la acusaci¨®n particular como pretexto utilizado por aqu¨¦llos para que se les franqueara la entrada, ya que sab¨ªan por Al
Las complicidades de la matanza de Atocha permanecen en la sombra
baladejo que el citado Navarro, dirigente sindical de los trabajadores del transporte, frecuentaba el despacho de Atocha para consultar problemas de Derecho laboral.En s¨ªntesis, la acusaci¨®n particular, que no deja de subrayar que en el sumarlo se atisba la participaci¨®n en los hechos de otras personas, cuya identidad no ha podido determinarse por las dificultades encontradas en la instrucci¨®n sumarial, resume su posici¨®n en los siguientes p¨¢rrafos de su relato de hechos: ?La ideaci¨®n del crimen, el concierto entre sus autores y la concreci¨®n del modo, momento y lugar en que hab¨ªa de ser ejecutado se llevaron a cabo en los locales del Sindicato Provincial de Transportes de Madrid, con la inspiraci¨®n directa y la coordinaci¨®n de su secretario general, Albaladejo, aplic¨¢ndose a la financiaci¨®n y a la ocultaci¨®n de sus autores fondos de dicho sindicato, en cuant¨ªa que no ha podido concretarse exactamente. Las circunstancias concretas de tiempo y lugar las determinaron en funci¨®n de la huelga de los trabajadores del ramo de transportes, cuyo comit¨¦ rector se reuni¨® el d¨ªa de autos con abogados laboralistas en el despacho de Atocha.?
El ministerio fiscal, por su parte, centra la explicaci¨®n de los hechos en el enfrentamiento entre Francisco Albadalejo y Joaqu¨ªn Navarro con motivo de los problemas laborales surgidos en el servicio de transportes privados de viajeros. Albadalejo mont¨® la operaci¨®n contra Joaqu¨ªn Navarro como venganza contra ¨¦ste por su actitud en el conflicto de los transportistas. Seg¨²n la tesis del fiscal, Fern¨¢ndez Cerra, Garc¨ªa Juli¨¢ y Lerdo de Tejada fueron al despacho de Atocha a buscar a Joaqu¨ªn Navarro, sin que lo encontraran. Los hechos que se sucedieron despu¨¦s de entrar amenazantes con sus armas los tres procesados citados son narrados as¨ª por el fiscal: ?En el sal¨®n de entrada deliberaban los abogados. Los intrusos les intimidaron con sus pistolas. Fern¨¢ndez Cerra permaneci¨® en el sal¨®n, mientras Garc¨ªa Juli¨¢ recorr¨ªa las habitaciones en busca de Navarro, a quien no encontr¨®, y arranc¨® los cables de los tel¨¦fonos, obligando a las personas que estaban en las estancias interiores a que se concentrasen en el sal¨®n. Ya en el sal¨®n todas las personas que hab¨ªa en el piso, a quienes amenazaban con sus pistolas Fern¨¢ndez Cerra y Garc¨ªa Juli¨¢, de improviso, sin mediar palabra ni darles ocasi¨®n de defensa. los intrusos comenzaron a disparar hasta vaciar los cargadores de sus armas.? En el relato del ministerio fiscal no hay ninguna referencia a posibles conexiones pol¨ªticas de los procesados ni tampoco se expone el motivo que indujo a los procesados a cambiar su objetivo de agredir f¨ªsicamente a Joaqu¨ªn Navarro por el de descargar los cargadores completos de sus armas sobre los nueve abogados
La defensa de los procesado mantiene posiciones distintas sobre los hechos ocurridos en la noche del 24 de enero de 1977. Lo defensores de Albaladejo, Gloria Herguedas y Leocadio Jim¨¦nez Caravaca, no aportan ning¨²n relato de hechos en sus escritos de conclusiones, niegan cualquier relaci¨®n de sus defendidos con los sucesos acaecidos en el despacho de Atocha y piden la libre absoluci¨®n. Los abogados defensores de Fern¨¢ndez Cerra y de Garc¨ªa Juli¨¢, por su parte, hacen un sucinto relato de hechos y explican las muertes, que ellos califican de homicidio, como producto del ?acometimiento mutuo entre los agresores y los agredidos?, el cual se produjo como consecuencia del nerviosismo y de la excitaci¨®n, as¨ª como del disparo involuntariamente realizado por uno de los procesados. Los defensores de Fern¨¢ndez Cerra y de Garc¨ªa Juli¨¢ se?alan que ¨¦stos actuaron con el esp¨ªritu de ?restablecer la libertad ciudadana de desplazamiento?, puesta en peligro por la huelga de transportes. Insisten en su relato de hechos en que desde el despacho de Atocha ?se cursaban instrucciones y se realizaban reuniones sobre la il¨ªcita huelga del transporte privado que se estaba produciendo en Madrid?. La defensa califica los hechos de homicidio y pide para Fern¨¢ndez Cerra y Garc¨ªa Juli¨¢ sendas penas de seis a?os y un d¨ªa de prisi¨®n. adem¨¢s de seis meses y un d¨ªa por tenencia il¨ªcita de armas. Sin embargo, estima que los hechos por los que van a ser juzgados sus detenidos entran dentro del ¨¢mbito de la amnist¨ªa dada por la ley de 15 de octubre de 1977.
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