Conciertos de Guadalquivir en Madrid
Hace unos pocos a?os, el concierto que dio Guadalquivir en el teatro Monumental, este lunes hubiera sido francamente bueno. Ahora parece que su m¨²sica est¨¢ fuera de juego, que no puede interesar a nadie y que han llegado demasiado tarde. A pesar de ello, el teatro estaba casi lleno, y por las reacciones habidas al personal le gust¨® aquello sin fijarse demasiado en la moda.Vaya por delante que, efectivamente, lo que hace ahora Guadalquivir fue inventado hace ya diez a?os por gente como Maliavishnu John McLauglin o Chick Corea, teniendo, adem¨¢s, antecedentes directos en Espa?a como Iceberg. Precisamente, a lo que m¨¢s puede asemejarse Guadalquivir es a ese grupo y en esta ocasi¨®n dicha identidad aparec¨ªa tanto m¨¢s clara por cuanto con ellos se present¨® Kitflus, ex teclista de Iceberg.
Esta inclusi¨®n romp¨ªa la forma tradicional de trabajo de Guadalquivir, que consiste en el sencillo esquema de exposici¨®n del tema-desarrollo-solos de los dos guitarras-vuelta al tema-conclusi¨®n. Hasta ahora dicho esquema se hac¨ªa repetitivo, y tras unos cuantos n¨²meros ya todo sonaba igual. La presencia de los teclados en manos de un improvisador como Kifflus ampliaba la sonoridad del grupo y distra¨ªa la atenci¨®n de los dos guitarras (Cobo y Olaegui) al tiempo que lanzaba sus improvisaciones.
La m¨²sica de Guadalquivir, que con este concierto presentaban su segundo elep¨¦, Camino del concierto, es una mezcla de jazz, rock y flamenco, en la cual se introducen de cuando en cuando parrafadas salseras. Como afortunadamente para ellos siguen contando con una de las mejores secciones r¨ªtmicas de este pa¨ªs, la mezcla aludida tiene m¨¢s gancho de lo que las composiciones base har¨ªan esperar. En conjunto, fue un buen concierto para quienes disfrutan a principio de los ochenta con la m¨²sica que naci¨® una d¨¦cada antes. No son originales, pero nadie ha dicho todav¨ªa que todos los m¨²sicos tengan que ser innovadores para realizar un trabajo decente. Y eso es lo que hace Guadalquivir. Nunca me comprar¨ªa su disco, pero probablemente acudir¨ªa a sus conciertos. Todo depende de lo hippie que uno se encuentre o de lo nost¨¢lgico que se sienta. En todo caso, y viendo conciertos como ¨¦ste, se repite una saludable sensaci¨®n de estos ¨²ltimos tiempos: las audiencias no son homog¨¦neas y, efectivamente, hay lugar para casi todo.
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