Actuaci¨®n de Madness en "El Gran Musical"
El domingo se presentaba excitante. A ¨²ltima hora de la tarde, el centro y la periferia se la jugaban de nuevo (s¨®lo que esta vez en f¨²tbol). Por la ma?ana, que, afortunadamente, se presentaba l¨²cida y rutilante, ten¨ªa lugar el Gran Musical, esta vez con la inopinada presencia de Madness, uno de los grupos m¨¢s sorprendentes que ha producido Inglaterra en los ¨²ltimos a?os.La discoteca Consulado (lugar donde se celebraba la fiesta) presentaba un p¨²blico heterog¨¦neo, entre los que destacaban unos extra?os muchachitos que hac¨ªan las veces de servicio de orden y que, al parecer, portaban con rara unanimidad banderitas espa?olas y blaugranas, por mucho que ¨¦stas no se correspondieran con la expectaci¨®n futbolera del d¨ªa, sino con algo relacionado con la pol¨ªtica m¨¢s cavern¨ªcola.
Resulta que el Madness es el ojo derecho de los fachas ingleses y de sus parientes cercanos, y algo menos politizados los skinheads (estos ¨²ltimos, sobre todo, bestias), por lo cual alguien debi¨® pensar que era conveniente la presencia de fascistas lugare?os para ambientar mejor el recital.
Y as¨ª, con el ¨ªnclito Pepe Ca?averas empu?ando el micro, comienza una fiesta que, por lo general, s¨®lo contempla los gorgoritos de Pecos o, a todo tirar, los ¨¦xitos de Tequila. Rafael Revert, gran jefe musical de la SER y hombre inteligente, ha decidido abrir su cadena y las actuaciones por ella organizadas a grupos que no son todav¨ªa super¨¦xito, pero que tal vez puedan serlo dentro de nada. Es una suerte, ya que de esta forma quienes no vivan en Madrid, Barcelona y aleda?os podr¨¢n escuchar, aunque s¨®lo sea de cuando en cuando, una m¨²sica decente.
Y Madness comienza su actuaci¨®n a la carrera. Una carrera que durar¨ªa cuarenta minutos (tanto la actuaci¨®n como la entrada son gratis), y que hizo un recorrido bastante completo por las canciones de su primer elep¨¦ (Un paso adelante). Lo suyo es m¨²sica de baile, f¨¢cil y directa. Tanto, que un par de se?ores que deb¨ªan andar por los sesenta no pararon de bailar como descosidos, al igual que los participantes en un concurso de baile que tambi¨¦n salieron sobre la palestra. El sonido era peor que malo, y all¨ª se pod¨ªa esperar de todo menos matices.
Pero ah¨ª no acab¨® la fiesta Madness. La casa de discos invit¨® al grupo, a la prensa especializada y a unos cuantos que se descolgaron con visi¨®n de la jugada a una comida (en Pozuelo) que debiera ir seguida de rueda de prensa. Madness y la concurrencia ligaron una tajada importante, tomaron en usufructo unas bicicletas del restaurante y, finalmente, y para seguir pareci¨¦ndose a los hinchas del Celtic, agarraron un bal¨®n con el que retaron a los hispanos. As¨ª, en vez de entrevista, hubo partido, art¨ªstico antecedente del que el pr¨®ximo mi¨¦rcoles celebrar¨¢n las selecciones. Por ahora, la cosa qued¨® Espa?a, 3; Inglaterra, 4. Por la tarde, el Madrid empat¨® a la Real. Un domingo completo.
Babelia
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