El empleo en la restauraci¨®n de los bosques
En la Unesco se dijo, hace algunos a?os, que el paro era quiz¨¢ el problema m¨¢s grave con que se enfrentaba el mundo en lo que quedaba de siglo, y en el Club de Roma que, a causa de la escasez de alimentos y su irregular distribuci¨®n, se avecina una era de grandes hambres. Las Cartas del Agua (1968) y del Suelo (1972), del Consejo de Europa, advierten que estos elementos son recursos escasos, y las Naciones Unidas (1972) instan a restaurar, mantener y mejorar la capacidad de la Tierra para la producci¨®n de recursos renovables vitales. El pasado d¨ªa 5 se present¨® en Madrid -capital del pa¨ªs con los mayores problemas de desertizaci¨®n en Europa- la ?Estrategia Mundial para la Conservaci¨®n del Medio Ambiente?, con el fin de parar el deterioro de la naturaleza y sentar un desarrollo sostenido, en base a la utilizaci¨®n de los recursos naturales.Todo hace pensar que no se resolver¨¢ la crisis del modelo actual de sociedad, si no se impone la sensatez de considerar que la producci¨®n primaria es la m¨¢s vital para las necesidades humanas.
Estos d¨ªas se escribe y habla mucho sobre el paro, y, en punto a aportar soluciones, parece fiarse s¨®lo en las infraestructuras artificiales para la producci¨®n secundaria y terciaria, con manifiesto olvido del potencial de empleo que ofrece nuestro medio f¨ªsico natural. Esta actitud concuerda con lo que el profesor Sampedro quiere significar al decir que ?la atenci¨®n p¨²blica es con frecuencia absorbida por el objetivo de la industrializaci¨®n con intensidad superior a la cient¨ªficamente justificada?.
Por este motivo queremos llamar a reflexi¨®n sobre nuestras tierras forestales, que ocupan el 50,6% del territorio, y que constituyen la periferia protectora de los cultivos y los asentamientos humanos. De tales tierras, la mayor¨ªa de las cuales en su d¨ªa deber¨¢n ser calificadas como ?de monta?a?, 11.792.538 hect¨¢reas, aunque deficientemente, est¨¢n arboladas, y 13.771.067 hect¨¢reas, desarboladas (9,7 millones de ellas fueron arrasadas entre los a?os 1850 y 1900). Como medio f¨ªsico esos espacios se hallan francamente deteriorados: las zonas en fase de destrucci¨®n casi irreversible aumentan, y las productivas tienen un rendimiento deficiente por la falta de una pol¨ªtica que ordenara las inversiones suficientes que permitiesen acciones adecuadas, como hicieran otros pa¨ªses europeos ya desde el siglo pasado.
Tal situaci¨®n de hecho y el d¨¦ficit nacional en productos propios de estas tierras justificar¨ªan por s¨ª mismos la necesidad y conveniencia de actuar en ellas. Sin embargo, no queremos ahora argumentar esta justificaci¨®n, sino mostrar como estos territorios -en extensi¨®n, mayores que Alemania Federal, y s¨®lo los desarbolados casi iguales que Irlanda, Holanda y B¨¦lgica juntos-, tan poco considerados hist¨®ricamente, pueden rendir en las circunstancias actuales el inestimable servicio de colaborar sustancialmente a resolver nuestro problema de paro que, no se olvide, es el problema m¨¢s grave a nivel mundial.
A t¨ªtulo indicativo del empleo que puede proporcionar s¨®lo el bosque, sin tener en cuenta otros usos propios tan importantes, como el ganadero, aportamos algunos datos extra¨ªdos de comunicaciones presentadas al pasado Congreso Forestal Mundial
En amplias ¨¢reas reforestadas se ha creado un empleo fijo por treinta hect¨¢reas, tasa trece veces superior a la resultante de la producci¨®n agr¨ªcola y ganadera extensiva (L. Jorge Casta?os, Argentina). Un bosque de 80.000 hect¨¢reas reforestado en 1961 proporcionar¨¢ uno cada 20,25 hect¨¢reas, entre gesti¨®n forestal y transformaci¨®n de productos, para el a?o 2000 (YS,Ferguson, Australia). El bosque de L'Aigoual, con 15.600 hect¨¢reas, arrasado en el siglo XVIII y reforestado a principios del XIX, rinde uno por cada cincuenta hect¨¢reas, entre gesti¨®n forestal, explotaci¨®n y atenci¨®n de la infraestructura recreativa creada (B. Tanton, Francia). El trabajo forestal se est¨¢ considerando como una soluci¨®n parcial a los problemas de empleo (W. Wolf, EEUU).
Los 13,5 millones de h¨¦ctareas de bosque franc¨¦s dan traba o, entre la silvicultura, la explotaci¨®n y la transformaci¨®n de productos, a 600.000 personas, lo que representa una tasa de un empleo por cada 22,5 hect¨¢reas. Se estima, empero, que, si intensifica la gesti¨®n silv¨ªcola al nivel de otros pa¨ªses europeos, pueden incrementar los puestos en 50.000 y que cada cien metros c¨²bicos suplementarios de madera producidos demandan un trabajador m¨¢s. Por otra parte lamentan que la mitad d¨¦ sus bosques se aproveche por debajo de la mitad de sus posibilidades.
Nosotros, personalmente, podemos aportar el c¨®mputo de empleo directo resultante de un proyecto que contempla un amplio conjunto de acciones para la conservaci¨®n de la naturaleza sobre un territorio de 400.000 hect¨¢reas. Es el siguiente: 0,81 puestos/cien hect¨¢reas de superficie p¨²blica, y 1,88 puestos/cien hect¨¢reas de superficie arbolada. El total de empleo proyectado, respecto de la comarca, equivale al 16% de la poblaci¨®n masculina activa al 33% de la poblaci¨®n activa de los n¨²cleos rurales y al 29% de la poblaci¨®n masculina empleada en el sector agrario. Del presupuesto total, el 57% corresponde a salarios, y el 43% restante, a maquinaria, transportes y materiales.
Consideramos interesante destacar algunas caracter¨ªsticas ventajosas que tiene este tipo de empleo: 1?. La creaci¨®n de un puesto de trabajo no requiere inversi¨®n previa; al contrario que la industria o los servicios, para los que se estiman necesarios 1,5 millones de pesetas por t¨¦rmino medio. 2.? Puede ser inmediato, puesto que se pone en marcha, pr¨¢cticamente, con la simple disponibilidad de los salarios. 3.? Puede ser fijo o de temporada, por lo cual es muy id¨®neo para los paros estacionales y encubiertos.
El desempleo agrario es menor que el de otros sectores, si bien cabe hacer las observaciones siguientes. 1? Algunos de los parados registrados en otros sectores son realmente poblaci¨®n agr¨ªcola. 2.? En el campo existe un paro encubierto. 3.? Son muy importantes las cifras relativas, adem¨¢s de las absolutas; y 4.? En la medida que provoca ¨¦xodo rural agrava la desordenaci¨®n territorial que implica el crecimiento excesivo de la urbanizaci¨®n.
Aparte de la contribuci¨®n coyuntural que en este momento pueden ofrecer las tierras forestales, hay razones de mucho peso que aconsejan no demorar una actuaci¨®n decidida sobre ellas.
Restaurar los da?os del medio natural, asignar por zonas los usos adecuados del suelo -principalmente bosques y pastos- y crear la infraestructura artificial necesaria para posibilitar su ¨®ptima utilizaci¨®n y disfrute -actualmente tenemos una manifiesta infrautilizaci¨®n- es una acci¨®n estructural firme y potenciadora de riqueza, contra la que no act¨²a la obsolescencia. Retrasar su puesta en marcha o reducir la intensidad necesaria representa una constante y acumulativa p¨¦rdida de capital en buena parte irrecuperable, lo que hay que tener presente si se pretende calcular la rentabilidad de las inversiones. En el punto de desarrollo en que se encuentra nuestro pa¨ªs no deber¨ªamos incurrir en el error de otros muchos al enfocar su desarrollo hacia una industrializaci¨®n a ultranza.
Las medidas que sugerimos no alcanzar¨¢n plena efectividad si falta una pol¨ªtica espec¨ªfica estable, no demasiado dependiente de las coyunturas, tal y como recomienda el Mercado Com¨²n. Hace falta, en suma, una planificaci¨®n a medio y largo plazo, acompa?ada de una regularidad presupuestaria.
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