Ass¨ªa vuelve a la carga
Porque dije que escribe ahora, hoy, en este momento, un art¨ªculo de propaganda en Madrid sobre el pintor Solana, que no es exacto, Francisco Umbral contest¨® que yo lo que he sido es ?un contacto con Rusia en Ginebra? y que esto lo dice ?en un libro de historia? V¨ªctor Alba.Porque dije que no hay en esto nada de verdad, Francisco Umbral contest¨® que yo escrib¨ª en dos peri¨®dicos, uno, que estaba en la Barcelona roja y se llamaba Diario Gr¨¢fico, y otro en Burgos, y se llamaba Diario de Burgos, durante la guerra civil.
Porque pongo en rid¨ªculo una simpleza tal y le digo al se?or Umbral que si sigue cayendo en tales filfas corre peligro el dinero capitalista que hoy, en esta ¨¦poca, en este d¨ªa, aqu¨ª en Madrid, cobra de las m¨¢s distintas y contradictorias publicaciones capitalistas por la labor ¨²nica de socavar el capitalismo, el se?or Umbral entra en trance y echa mano de una amalgama tal como un hermano m¨ªo que fusilaron al final de la guerra civil, un presunto cu?ado, de L¨ªster, o Bullejos, o un lo que ?Risco cuenta en gallego de lo que habl¨® con Tob¨ªo y Ass¨ªa?, lo que le dice un ?corresponsal gallego? sobre que ?Ass¨ªa era comunista en la etapa stalinista m¨¢s desaforada? y de mis vacas. Todo este revoltijo de hace inn¨²meros a?os lo agita ahora sobre las p¨¢ginas de EL PAIS y se queda tan ufano.
A la menor cosa que aqu¨ª se critique de hoy, de este momento y de lo que ocurre en Madrid, ?van aqu¨ª, ahora, a salir los cad¨¢veres, las calumnias, las insensateces, los infundios, las tonter¨ªas, los cr¨ªmenes de cincuenta a?os, revolvi¨¦ndolo todo, sin probar nada, ni siquiera sin preocuparse de probarlo, proceder a enlazar medias verdades con mentiras enteras y al rev¨¦s, o apoy¨¢ndose con incre¨ªble ligereza en testimonios como el de L¨ªster o el de Builejos, sino en el de, como el propio Umbral lo define, ?un cu?ado de un cu?ado?? Si son los testimonios de L¨ªster y Bullejos los que van a determinar c¨®mo hay que escribir la historia de Espa?a de hace cincuenta a?os, ?qu¨¦ ?historia? no resultar¨ªa?
En todos los que el se?or Umbral ha confundido y barajado, sin contar la cruel pretensi¨®n de explotar la muerte de mi hermano, uno de los m¨¢s brillantes yj¨®venes licenciados en derecho que dio la Universidad de Santiago en este siglo, s¨®lo es serio el nombre de don Vicente Risco, y, don Vicente Risco no dice nada que no sea verdad y no responda al dominio p¨²blico. En la ¨¦poca en que surgi¨® el nazismo sobre el panorama pol¨ªtico alem¨¢n, coincidente con mi estancia en Berl¨ªn, yo cre¨ª descubrir en la teor¨ªa marxista, que estudiaba con el profesor Lukacs, el mejor debelador y ant¨ªdoto contra el peligro nazi, como tant¨ªsimos otros j¨®venes europeos de aquellos d¨ªas. Sobre esto, y a prop¨®sito de una de sus novelas, sostuve un coloquio con don P¨ªo. Baroja en el Ateneo, uno de los acontecimientos intelectuales m¨¢s ruidosos e importantes del Madrid de entonces, con las colas ocupando toda la calle del Prado y con la asistencia de Unamuno, Aza?a, Negr¨ªn, don Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n, Azor¨ªn, etc¨¦tera. Don P¨ªo ha dejado una versi¨®n un tanto pintoresca de todo ello y no hay nadie de la ¨¦poca que no la conozca. Hasta que el estudio de las actividades del Partido Comunista me descubri¨®, precisamente, que, en vez de su debelador, el marxismo era el complemento del nazismo, yo dije, en poco tiempo, bastantes cosas de las que, gracias a Dios, prontamente me arrepent¨ª y todo lo dem¨¢s, los ?contactos? o la amistad con el guerrillero L¨ªster, puestas en circulaci¨®n, coinciden temente ahora, son infundios e in venciones. Ninguna otra cosa. V¨ªctor Alba da como fuentes dos libros de comunistas de los que el propio Alba dice siete veces en su carta que no han hecho m¨¢s que calumniarle al se?or Alba durante inn¨²meros a?os. Si al se?or Alba le calumnian tanto los comunistas, ?a santo de qu¨¦ han de decir la verdad sobre m¨ª? Respecto a L¨ªster, hasta me sonrojo de tener que mencionarlo, otra vez, apoya unos infundios en otros, pero nunca ha contestado la simple pregunta de en qu¨¦ barrio, en qu¨¦ calle, en qu¨¦ piso vivi¨® quince d¨ªas conmigo y celebr¨¦, la reuni¨®n que, como las otras cosas, inventa. Para terminar, y porque encierra una cierta iron¨ªa, voy a decirle a usted, se?or director, algo sobre el tal piso. ?Sabe usted qui¨¦n viv¨ªa conmigo en el famoso piso ?de L¨ªster??, pues nada menos que precisamente Vicente Risco, uno de los nombres revelados a Umbral y al que me un¨ªa, entonces, una amistad fraternal y me uni¨® siempre y que, en los d¨ªas de Berl¨ªn, don Vicente y yo compart¨ªamos con el diplom¨¢tico Luis Tob¨ªo, otro de los nombres que echa al viento Umbral y que es uno de los pocos de aquel tiempo que a¨²n siguen entre nosotros. Yo cuente. esto ahora porque Luis Tobio no le va a decir a L¨ªster donde yo viv¨ªa ni c¨®mo viv¨ªa,y es quiz¨¢ la ¨²nica persona que lo sabe con detalles. Nada m¨¢s, se?or director, le ruego que me perdone usted la extensi¨®n, quiz¨¢ excesiva para lo que el tema vale, pero es el se?or Umbral, saltando de una cosa a otra, lo que me obliga a dar estas explicaciones, mientras yo sigo firm.e sobre las dos cosas que he mantenido desde el principio: don Francisco Umbral tergivers¨® cuando puso a Solana como ?antecedente? del comunismo y no dijo verdad alguna cuando dijo que era ?contacto con Rusia en Ginebra?. No repito lo del dinero capitalista que cobra por la labor disolver el capitalismo debido que veo que le pone demasiado nervioso, aunque es cosa de hoy no de hace cuarenta a?os.
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