La CEE salva la crisis m¨¢s grave de su historia
En una reuni¨®n aut¨¦nticamente maratoniana, que dur¨® desde las tres de la tarde del pasado jueves hasta las diez de la ma?ana de ayer, viernes (es decir, dieciocho horas), los ministros de Asuntos Exteriores de los nueve pa¨ªses miembros de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE) encontraron una f¨®rmula de compromiso que satisface las demandas brit¨¢nicas de disminuir dr¨¢sticamente su aportaci¨®n al presupuesto comunitario, sin dar la sensaci¨®n de que se someten simple y lisamente a las exigencias de la dama de hierro, la primera ministra Margaret Thatcher.El compromiso debe mucho al ministro italiano, Emilio Colombo, quien a lo largo de toda la noche realiz¨® una labor agotadora de contactos bilaterales. A las seis y pico de la ma?ana, Colombo autoriz¨® a sus colegas a tomarse un breve descanso: una r¨¢pida ducha en las respectivas residencias o embajadas, un caf¨¦ bien negro, la ¨²ltima llamada telef¨®nica a sus jefes de Gobierno y nuevamente al edificio del Consejo de Ministros, en el bulevar Charlemagne. Todos estaban de acuerdo, si bien el documento deber¨¢ ser ratificado en un plazo m¨¢ximo de 48 horas por cada uno de los Gobiernos.
Par¨ªs ya se ha apresurado a anunciar que lo respetar¨¢ ?s¨ª es asumido ¨ªntegramente por los otros ocho pa¨ªses?.
El acuerdo de la CEE satisface las demandas brit¨¢nicas
Lord Carrington asegur¨® a sus colegas que la se?ora Thatcher firmar¨ªa sin dudar, y el ministro de la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA), Hans Dietrich Genscher, salud¨® el acuerdo como ?una fecha decisiva para Europa?.
Los ministros de Agricultura, que hab¨ªan esperado hasta casi las dos de la madrugada la luz verde brit¨¢nica para firmar su paquete de acuerdos, respiraron tranquilos. Solucionado el problema ingl¨¦s, el incremento del 5% en los precios agr¨ªcolas, los reglamentos para el almacenamiento de vino y la regulaci¨®n del mercado de carne ovina (la famosa guerra del cordero entre franceses y brit¨¢nicos) podr¨¢n entrar en vigor inmediatamente.
Los jefes de la diplomacia europea han estado a la altura de su responsabilidad: fracasada la cumbre de jefes de Estado de Luxemburgo y el Consejo de Ministros de Finanzas, se hab¨ªan constituido en la ¨²ltima y ¨²nica instancia posible para encontrar una soluci¨®n a la que muchos han considerado como la crisis m¨¢s grave de la historia de las comunidades europeas.
Durante casi seis meses, el Mercado Com¨²n Europeo se ha encontrado paralizado, sin presupuesto y sin poder adoptar ninguna decisi¨®n econ¨®mica importante ante la decidida posici¨®n de Gran Breta?a de vetar absolutamente todo mientras no se solucionara satisfactoriamente su contencioso presupuestario. La crisis lleg¨® a su cima cuando en Luxemburgo, hace escasamente un mes, los ocho aprobaron el incremento del 5% en los precios agrarios y la dama de hierro interpuso una vez m¨¢s su veto, a sabiendas de la cr¨ªtica situaci¨®n en la que colocaba al presidente franc¨¦s, Val¨¦ry Giscard d'Estaing. Las campa?as agr¨ªcolas comienzan en toda Europa en junio, y los agricultores expresaron inmediatamente su ira. Giscard reaccion¨® amenazando con poner en marcha medidas nacionales: la Europa verde, piedra angular de la CEE, corr¨ªa un grave riesgo de ruptura.
El alcance de la crisis interna de la Comunidad Econ¨®mica Europea, cada d¨ªa m¨¢s profunda.
La completa f¨®rmula aprobada ayer en Bruselas supone una soluci¨®n para 1980 y 1981, es decir, dos a?os en lugar de tres, como ped¨ªa Londres. Pero lo que es m¨¢s importante: antes de fin de junio de 1981, la Comisi¨®n Europea deber¨¢ entregar al Consejo de Ministros una propuesta de modificaciones estructurales tanto de los mecanismos financieros de la CEE como de pol¨ªticas concretas, aunque se advierte ya que ?no pondr¨¢ en cuesti¨®n los principios b¨¢sicos de la pol¨ªtica agr¨ªcola?.
En el caso de que la propuesta de la comisi¨®n no prospere, en 1982 se buscar¨¢ una soluci¨®n ?inspirada? en el acuerdo de Bruselas. Por otra parte, y para satisfacer a Francia, los nueve se comprometen a asegurar que las decisiones comunitarias ser¨¢n puestas en pr¨¢ctica con diligencia, ?especialmente en lo que afecte a la fijaci¨®n de los precios agr¨ªcolas, que ser¨¢n aprobados con tiempo suficiente cara a la campa?a siguiente?.
En s¨ªntesis, la f¨®rmula que ha permitido resolver el problema brit¨¢nico es la siguiente: Gran Breta?a deber¨ªa pagar en 1980 1.784 millones de unidades de cuenta (cada una equivale aproximadamente a 95 pesetas), cantidad de la que se le deducir¨¢n 1.175 millones. Es decir, este a?o el Reino Unido entregar¨¢ a la CEE s¨®lo 609 millones de UCE (Unidad de Cuenta Europea).
En 1981, a Gran Breta?a le correspond¨ªa pagar, seg¨²n las estimaciones de la Comisi¨®n Europea, 2.140 millones de UCE, de los que, proporcionalmente con el acuerdo para el a?o anterior, s¨®lo pagar¨¢ 730 millones.
Si la contribuci¨®n efectiva del Reino Unido en estos dos a?os sobrepasa las cantidades previstas por la comisi¨®n (1.784 y 2.140 millones de UCE, respectivamente), la diferencia se repartir¨¢ del siguiente modo: en 1980, el 25% a cargo de Londres (que ped¨ªa inicialmente el 18%) y el 75%, a cargo de los otros ocho pa¨ªses comunitarios (Grecia, pese a que ingresa en 1981, queda exenta). En 1981, el procedimiento comprende escalones m¨¢s detallados: hasta 850 millones de UCE ser¨¢n pagados al 50% por Londres y los ocho, y por encima de esa cantidad, al 25% y 75%, respectivamente.
En definitiva, no se acepta la teor¨ªa inicial brit¨¢nica, seg¨²n la cual la CEE deb¨ªa fijar una cantidad exacta a pagar y no ?una restituci¨®n?. La diferencia de principio es importante, porque debido a la peculiar estructura econ¨®mica brit¨¢nica y a la crisis que atraviesa, el Reino Unido sobrepasa normalmente en la realidad todos los c¨¢lculos iniciales, y no es lo mismo fijar la cantidad que debe pagar que la que se descontar¨¢ de lo que pague.
A cambio se fija una restituci¨®n muy alta -Gran Breta?a pagar¨¢ aproximadamente s¨®lo el 32% de lo que le corresponder¨ªa y un mecanismo especial para el probable caso de que la contribuci¨®n efectiva brit¨¢nica sobrepase los c¨¢lculos actuales.
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