Cuando la ley empuja camino de la horca
Tom Horn se defini¨® a s¨ª mismo como un hombre del vicio Oeste que intentaba, sin conseguirlo, vivir en el nuevo. Rastreador y gu¨ªa del Ej¨¦rcito, soldado de fortuna, capaz de capturar al c¨¦lebre Jer¨®nimo, su destino le llevar¨¢, al final de su vida accidentada, al servicio de los granjeros de Wyoming contratado para poner coto a los robos de sus reses.Seg¨²n afirman los t¨ªtulos de cr¨¦dito, se trata de un hombre que existi¨® y son, por tanto, sus aventuras verdaderas. El gui¨®n, algo premioso en ocasiones, nos narra c¨®mo los intereses econ¨®micos, en un principio a su favor, acabar¨¢n volvi¨¦ndosele en contra, a pesar de que Horn se limite a cumplir con lo pactado. La mentira y sobre todo la ley le volver¨¢n la espalda desde el momento en que su representante afirma que la diferencia fundamental entre el hecho de administrarla y matar simplemente, estriba en que el sheriff recibe puntualmente, cada mes, su paga.
Tom Horn
Gui¨®n de Thomas McGuane y Bud Shrake. Direcci¨®n: William Wiard. Fotograf¨ªa: John Alonzo. M¨²sica: Ernest Gold. Int¨¦rpretes: Steve MacQueen, Linda Evans, Richard Farns- Worth, Brian Green. EEUU, 1980. Western. Locales de estreno: Capitol y Richmond.
As¨ª esta breve biograf¨ªa hubiera podido llegar a convertirse en un western maestro y moderno, lo que no es poca cosa, si no fuera porque a medida que su aventura avanza, ya mediada la pel¨ªcula, llegamos hasta el juicio inevitable. En ¨¦l y en su ep¨ªlogo demasiado prolongado, se acumulan una serie de lugares comunes que unidos a ciertas concesiones y convencionalismos, hacen cambiar no s¨®lo el ritmo de la acci¨®n, sino el perfil aut¨¦ntico de caracteres y tipos.
En realidad, la pel¨ªcula producida por y para Steve Mac Queen en su doble empe?o de productor y protagonista, se mantiene en pie gracias a su labor que, de lo tr¨¢gico al humor, acaba por alzar su personaje hasta lo veros¨ªmil. Los restantes int¨¦rpretes se ajustan a los c¨¢nones habituales, incluida la historia de amor con sus inevitables alusiones al pasado, a lo que pudo ser, a a?oranzas de una frustrada libertad en los postreros d¨ªas de la c¨¢rcel.
Bien realizada, en un estilo que parece distanciar la violencia, y que, a la vez, envuelve al espectador en secuencias brillantes y en¨¦rgicas, su particular fotograf¨ªa, apoyada en impecables exteriores, viene a darnos un friso helado, remoto y, a la vez, presente de un hombre y de una ¨¦poca, de este Tom Horn, homicida simp¨¢tico, incapaz de sobrevivir lejos de un mundo hostil y diferente del suyo, todav¨ªa sin ley, pero dentro de una ley capaz de empujarlo camino de la horca, tal como anduvo en d¨ªa, tenaz y solitario.
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