El tipo de cambio y los desequilibrios fundamentales de la econom¨ªa espa?ola
Distintos economistas han diagnosticado que la econom¨ªa espa?ola padece cuatro desequilibrios fundamentales, a saber: el energ¨¦tico, el d¨¦ficit del sector p¨²blico, la ecuaci¨®n inversi¨®n-empleo y el desequilibrio de la balanza de pagos. Se ha dicho tambi¨¦n que, sin corregir la estructura productiva, no habr¨¢ soluci¨®n duradera a la crisis actual, y que la ¨²nica forma de encontrar una salida de la crisis es la inversi¨®n. Todas estas aseveraciones, son, por lo menos parcialmente, ciertas. Sin embargo, hay un aspecto de primordial importancia que no ha recibido atenci¨®n y cuyo continuado descuido resultar¨ªa no s¨®lo en un ahondamiento de los desequilibrios anotados, sino tambi¨¦n en un desencanto con la soluci¨®n de salida propuesta. Este aspecto es el tipo de cambio que se podr¨ªa llamar el denominador com¨²n de los cuatro desequilibrios. El prop¨®sito de este art¨ªculo es identificar la relaci¨®n existente entre el tipo de cambio y cada uno de dichos desequilibrios para que se pueda considerar hasta qu¨¦ punto es posible proceder a su correcci¨®n y, por ende, encontrar una salida a la crisis sin realizar antes un replanteamiento de la pol¨ªtica cambiaria.El papel de la pol¨ªtica cambiaria
En cualquier pa¨ªs y en cualquier momento, la pol¨ªtica cambiaria desempe?a dos papeles: es un componente esencial de la pol¨ªtica de desarrollo econ¨®mico y es el regulador por excelencia de las corrientes monetarias a trav¨¦s de la balanza de pagos. En nuestro pa¨ªs se podr¨ªa decir que, en ¨¦pocas recientes, el tipo de cambio desempe?¨® primordialmente un papel desarrollista durante la segunda mitad de 1977 y la primera mitad de 1978, al determinar un equilibrio relativo entre los precios internos en Espa?a y en el resto del mundo, que condujo a una asignaci¨®n de recursos en favor de la exportaci¨®n y en contra del consumo, y que permiti¨® una recuperaci¨®n en la tasa de crecimiento del producto interno bruto. A partir de la segunda mitad de 1978, sin embargo, parece haber recibido prioridad la funci¨®n de regulaci¨®n monetaria, con el consecuente debilitamiento de las exportaciones, relanzamiento de las importaciones y aflojamiento de la tasa de crecimiento del PIB. En el corto plazo, por lo menos, estas relaciones son inmediatas y su efecto se manifiesta, en ¨²ltimo t¨¦rmino, sobre el nivel de empleo. A plazo m¨¢s largo, una pol¨ªtica cambiaria, que busca la regulaci¨®n de las corrientes monetarias, transmitir¨¢ sus efectos a, trav¨¦s de la inversi¨®n, tendiendo a romper la relaci¨®n que existe normalmente entre la formaci¨®n de capital y la creaci¨®n de puestos de trabajo, lo cual resultar¨¢ de la distorsi¨®n de los precios relativos entre los bienes de equipo y la mano de obra, pudiendo llegarse hasta un punto e n que la nueva inversi¨®n sea sustitutiva de puestos de trabajo en vez de creadora de empleo.
El desequilibrio energ¨¦tico
La relaci¨®n entre el tipo de cambio y el desequilibrio energ¨¦tico viene dada por el- hecho de que el comportamiento de la relaci¨®n entre la peseta y las divisas internacionales determinar¨¢ en buena medida hasta qu¨¦ punto el alza de los precios internacionales del petr¨®leo se traducir¨¢ en un desest¨ªmulo al consumo no esencial. En este sentido, no cabe duda de que el que la segunda ronda de alzas en los precios del petr¨®leo, que algunos han denominado OPEP II, haya coincidido con un periodo en el que el tipo de cambio de la peseta se estaba apreciando, ha tenido un efecto amortiguador sobre la repercusi¨®n de aquellas alzas en los precios internos de los combustibles. Seg¨²n los datos de comercio exterior en d¨®lares y pesetas, publicados por Informaci¨®n Comercial Espa?ola, esta amortiguaci¨®n equivali¨® a 18,7% en 1979 y a un 7,9% adicional en el primer trimestre de 1980. Est¨¦- efecto no parecerla ser deseable, por cuanto una mejor conservaci¨®n de energ¨ªa y la reducci¨®n de consumos innecesarios s¨®lo se puede lograr v¨ªa aumento de precios o racionamiento. Siendo el racionamiento una alternativa menos deseable, cualquier pol¨ªtica que implique amortiguar el efecto del aumento de los precios internacionales sobre el consumo interno no parece congruente y adem¨¢s, como indica la experiencia del per¨ªodo 1974-1977, no es sostenible a medio o largo plazo.
El d¨¦ficit del sector p¨²blico
El d¨¦ficit del sector p¨²blico alcanz¨® a 358.000 millones de pesetas en 1979. De esta cifra, 140.000 millones de pesetas, es decir, el 39% : corresponde al efecto de menor ingreso por desgravaciones de impuestos indirectos a la exportaci¨®n. O sea, una buena parte del d¨¦ficit es directamente atribuible a una pol¨ªtica cambiaria que no permite el sostenimiento de las exportaciones en base al nivel de los precios relativos. Pero esto no es todo. En realidad, para detectar totalmente el efecto del tipo de cambio sobre el presupuesto habr¨ªa que estimar su impacto sobre las recaudaciones de impuestos de aduana y arancelarios y sobre el resto de las operaciones. En el caso de los impuestos de aduana y arancelarios, el efecto es de una recaudaci¨®n inferior a la potencial, por una cantidad equivalente a la diferencia entre el tipo de cambio corriente y el que ser¨ªa capaz de equilibrar la balanza de pagos. El efecto sobre las otras operaciones es m¨¢s dif¨ªcil de medir, por cuanto ser¨ªa necesario estimar el aumento de gastos que resultar¨ªa de los pagos que hace el sector p¨²blico en moneda extranjera y compararlo con el aumento de ingreso que generar¨ªa una mayor actividad econ¨®mica en t¨¦rminos de exportaciones, renta, ventas, etc¨¦tera. Dado que los pagos en moneda extranjera no son cuantiosos, ser¨ªa posible que este efecto neto tambi¨¦n fuera una reducci¨®n de ingresos. En resumen, se podr¨ªa decir que entre el 40% y el 50% del d¨¦ficit del sector p¨²blico de 1979 se origin¨® en la - existencia de un tipo de cambio no realista. Estimaciones para 1980 sugieren que la proporci¨®n del d¨¦ficit debido al tipo de cambio es similar. '
'. Al considerar este aspecto es necesario tener en cuenta que muchos pa¨ªses practican la pol¨ªtica de desgravar las exportaciones como un instrumento para apoyar a este sector. Sin embargo, llevada m¨¢s all¨¢ de cierto punto, esta pol¨ªtica produce acusaciones de d¨²mping, y los pa¨ªses que reciben las exportaciones levantan barreras arancelarias compensatorias. Esto ya est¨¢ sucediendo con las exportaciones espa?olas en los principales-mercados.
Es decir, una pol¨ªtica de desgravaciones a la exportaci¨®n deja de ser ¨²til en el momento en que traspasa la barrera de tratar de compensar el desequilibrio en el tipo de cambio. De aqu¨ª en adelante no es sostenible en el medio plazo, como han experimentado algunos. de los pa¨ªses m¨¢s agresivos en este campo, tanto por razones internas como exteriores. Internamente, su coste fiscal asume proporciones excesivas. En el exterior crea reacciones contrarias que destruyen el prop¨®sito inicial de apoyar la penetraci¨®n de mercados.
La ecuaci¨®n inversi¨®n-empleo
Las cifras del avance de la contabilidad nacional publicadas por el INE- indican que la formaci¨®n bruta de capital fijo en 1979 qued¨® estancada al mismo nivel de 1978,. lo que implica que el coeficiente de formaci¨®n de capital fijo, que se define como la relaci¨®n porcentual entre la inversi¨®n en capital fijo y el producto interior bruto, volvi¨® a sufrir un descenso, por quinto a?o consecutivo. En efecto, este coeficiente, que hab¨ªa alcanzado el nivel del 23 % en promedio para los a?os 1970-1975, descendi¨® al 21,8% en 1976; al 20,8%, en 1977; al 20%, en 1978, y al 19,5 %, en 1979.
La contrapartida del descenso del coeficiente de formaci¨®n de capital fijo es el aumento del paro. Seg¨²n los datos de la encuesta del INE correspondientes al cuarto trimestre de 1919 el n¨²mero total de parados 'ha alcanzado 1.334.200 personas. Es decir, por segundo a?o consecutivo, el paro ha registrado un aumento de m¨¢s de 250.000 personas. En relaci¨®n a la poblaci¨®n econ¨®micamente activa, estas cifras indican que el paro ha saltado del 6,3% a finales de 1977, al 8,2% en 1978 y al 10, 14% a finales de 1979. Seg¨²n esta misma encuesta, en el primer trimestre de 1980 el n¨²mero de parados ha seguido aumentando, para alcanzar 1.470 900, o sea el 11,21 % de la poblaci¨®n activa.
Ante esta situaci¨®n de inversi¨®n y paro se oye decir a los economistas m¨¢s solventes que la ¨²nica manera de contener el aumento del paro es producir una inflexi¨®n en la tendencia de la inversi¨®n. Aunque esta opini¨®n es, a primera vista, correcta, necesita ser considerada un poco m¨¢s profundamente. En efecto, como se anotaba anteriormente, no toda inversi¨®n crea puestos de trabajo. Para que esto sea as¨ª es necesario que los precios relativos de los factores de producci¨®n, que son los que gu¨ªan la asignaci¨®n de recursos entre trabajo y bienes de equipo, sean correctos. Actualmente, ni el tipo de cambio ni los tipos de inter¨¦s est¨¢n dirigidos a la generaci¨®n de puestos de trabajo, sino a su sustituci¨®n, y el desequilibrio en el tipo de cambio podr¨ªa ser superior incluso al del tipo de inter¨¦s.
El d¨¦rmit de la balanza de pagos
Seg¨²n los datos publicados por Informaci¨®n Comercial Espa?ola, el d¨¦ficit de la cuenta comercial en el primer trimestre de 1980 ascendi¨® a 2.989 millones de d¨®lares comparado con 1. 110 millones de d¨®lares en el mismo trimestre de 1979. El brutal aumento del d¨¦ficit se debe ¨¢ una explosi¨®n de las importaciones frente a un crecimiento mucho m¨¢s lento de las exportaciones. Las importaciones de petr¨®leo crecieron el 92%, las de productos industriales distintos del petr¨®leo, el 37,9%, y las de productos agr¨ªcolas y alimenticios, el 3 1,9 %. Ante este fuerte crecimiento de las importaciones en todos los frentes, las exportaciones s¨®lo han crecido el 21,5%, con las agr¨ªcolas aumentando un 25%, y las no agr¨ªcolas, el 20%. El deterioro de la cuenta comercial se manifiesta tambi¨¦n en todo el resto de la balanza de pagos. En efecto, el registro de caja del Banco de Espa?a indica una sustancial reducci¨®n de las entradas netas por, turismo y por capital a largo plazo. Como resultado, el d¨¦ficit global resultante tiende a exceder las previsiones m¨¢s pesimistas. que se hab¨ªan hecho a principios de a?o.
Conclusi¨®n
Si bien es cierto que Espa?a cuenta con fuertes reservas internacionales para atender su d¨¦ficit de balanza de pagos, el recurso a las reservas s¨®lo se debe hacer para atender dificultades de naturaleza exclusivamente temporal. Es evidente que esta no es la situaci¨®n de la balanza de pagos espa?ola. Apelar al endeudamiento externo en esta situaci¨®n tampoco es aconsejable, porque este recurso s¨®lo se debe utilizar para apoyar un programa de inversiones. En las condiciones actuales de la econom¨ªa espa?ola, cualquiera de estas dos soluciones s¨®lo significa posponer el ataque al problema central, que es el desequilibrio del tipo de cambio. Entonces cabe preguntar.?por qu¨¦ se espera y no se corrige ya? A la vista de todas las consideraciones anteriores, la respuesta a esta pregunta es muy simple: no se corrige el desequilibrio del tipo de cambio para no aceptar el efecto que tendr¨ªa esta medida sobre el comportamiento de los precios internos. Pero lo que tambi¨¦n resulta muy claro de las consideraciones anteriores es que, a no ser que el pa¨ªs se encuentre con un hallazgo imprevisible de nuevos recursos, cuya explotaci¨®n permita aliviar la situaci¨®n descrita anteriormente, los desequilibrios b¨¢sicos de la econom¨ªa son de tendencia creciente, y eventualmente s¨®lo habr¨¢ una salida, que ser¨¢ un ajuste del tipo de cambio. Es decir, lo que se est¨¢ posponiendo en la correcci¨®n del nivel de precios relativos y el efecto de esta posposici¨®n es de encorsetar, cada vez m¨¢s apretadamente, la capacidad de crecimiento y de empleo. Para evitar esto se deber¨ªa permitir una flotaci¨®n limpia del tipo de cambio que le deje buscar su precio liberalizando el juego de las fuerzas de mercado, a cuyos efectos no hay que oponerse artificialmente. Cuanto m¨¢s se demore este cambio, el desliz ser¨¢ m¨¢s violento, y sus efectos, peores.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.