?Es necesario ingresar en la OTAN?
El ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, cuando olvida la cautela a que la funci¨®n obliga, arriesga extempor¨¢neas im¨¢genes. ?El Congreso se divierte? fue una excelente pel¨ªcula en que se mostraba a los diplom¨¢ticos paseando ociosas, frivolidades; mas cuando se cerraban las puertas de los salones se adoptaban decisiones y aquella frivolidad se convert¨ªa en mero barniz de horas perdidas y jam¨¢s en respuesta a incentivos dif¨ªciles.As¨ª, el ministro sorprendi¨® a la opini¨®n p¨²blica, el pasado 15 de junio, anunciando en EL PA?S la adhesi¨®n de Espa?a a la OTAN y se?alando plazo -antes de 1983- y modo -una mayor¨ªa parlamentaria, la cual habr¨¢ de ser simple, por no requerir la Constituci¨®n la cualificada de las leyes org¨¢nicas-.Unos d¨ªas antes, el de Defensa, en Pe?¨ªscola, manifestaba la misma proclividad, mas insistiendo en que el asunto carec¨ªa de presentaci¨®n urgente y que habr¨ªan de medirse los pasos en dicha direcci¨®n.
?Qu¨¦ hab¨ªa acontecido para que una posici¨®n de principio se encarnara, en tan breve plazo de tiempo, en una decisi¨®n a realizar en forma y tiempo? Quiz¨¢ la intervenci¨®n del presidente Giscard ante una asamblea de agricultores, frenando el ingreso de Espa?a en el Mercado Com¨²n, haya sido el detonante de la ¨²ltima formulaci¨®n gubernamental. De ah¨ª que las palabras. de Oreja tengan fundamento, mas no justificaci¨®n.
Pretender vincular a la OTAN la entrada en la Comunidad contrariando anteriores declaraciones de miembros del Gabinete, de l¨ªderes europeos y americanos y del mismo sentido com¨²n- parece dislate cuando Francia, que con m¨¢s obstinaci¨®n se opone, es, precisamente, la que menos caso hace de la Alianza, de cuya organizaci¨®n militar sali¨® en tiempos de De Gaulle. Pero el dislate resulta algo balad¨ª cuando, en el supuesto de prosperar la intenci¨®n del ministro de Asuntos Exteriores, llegar¨ªan a quebrarse las grandes coincidencias exigidas por la pol¨ªtica, internacional.
En los pa¨ªses democr¨¢ticos, gobiernen conservadores o socialistas, se modulan interpretaciones, se diversifican l¨ªneas de actuaci¨®n, se complementan pragmatismos, se plantean interpretaciones plurales, mas no se transforman los datos permanentes de las opciones decisivas, vinculadas a la geoestrategia, a la tradici¨®n hist¨®rica, a la condici¨®n de amigos y adversarios delimitadora de riesgos y amenazas y, sobre todo, a las vivencias de la ciudadan¨ªa que han de acentuar con vigor y convicci¨®n aquellas opciones. Y esto viene determina do porque los grandes temas internacionales pueden incidir gravemente sobre la independen cia del pa¨ªs e incluso sobre su supervivencia.
Pero es que adem¨¢s el ingreso en la OTAN asumido por la referida mayor¨ªa ser¨ªa un fraude a las mismas bases electorales de UCD. Es cierto que este partido, en su amplio programa electoral -como el socialista en el suyo opuestamente-, dedic¨® un corto pronunciamiento positivo sobre su vocaci¨®n atlantista; pero no lo es menos que no pas¨® de ah¨ª, y que, por tanto, se trat¨® de una notable preferencia intelectual, que al no se?alar plazo y conducto no se convirti¨® en materia pol¨ªtica de la confrontaci¨®n electoral, pues, de lo contrario, por su importancia, hubiera sido uno de los ejes de la misma, y su influencia sobre el electorado hubiese tenido el peso de que careci¨®. Sabiendo que la ciudadan¨ªa ha adquirido determinados h¨¢bitos a consecuencia de la no intervenci¨®n espa?ola en las dos ¨²ltimas guerras mundiales, el actual intento de prevalecerse de un sufragio, sobre el que no incidi¨® aquel problema, ha de ser calificado de trampa con car¨¢cter retroactivo.
En nuestra oposici¨®n a la OTAN no se nos pueden atribuir motivaciones inconfesables. Espa?a no se encuentra vinculada a un tercermundismo, cada vez m¨¢s agrietado, ya que pertenece a Europa occidental por convicci¨®n y voluntad, a un ¨¢mbito institucional que ha de ser mantenido, porque s¨®lo a trav¨¦s del mismo puede la libertad presidir la inequ¨ªvoca singladura de la justicia. Cualquier agresi¨®n exterior contra esa ¨¢rea nos encontrar¨¢ enfrente, porque nos defendemos al defenderla. Pero ello requiere, ante todo, restar condiciones a la eventual agresi¨®n, lo que pasa por el sostenimiento del statu quo, el cual si, dentro de su marco, no impide que el equilibrio de fuerzas se descompense en un momento, permite restablecerlo en el siguiente, lo que ser¨ªa problem¨¢tico si un pa¨ªs como el nuestro, de afirmado valor econ¨®mico y potencialidad militar, ingresara en la OTAN. ?Se imagina las cotas que adquirirla la tensi¨®n? La respuesta sovi¨¦tica sobre la Yugoslavia postitista para torcer su orientaci¨®n, u otra semejante -vinculada a lo que sucede en Africa y en el Oriente Medio-, constituir¨ªa inminente riesgo para la paz.
Y, sin embargo, el statu quo no se romper¨ªa si el tratado con Estados Unidos se renegociara sobre bases igualitarias, si se suscribieran acuerdos y cooperaciones con pa¨ªses europeos, si se afirmara protagonismo internacional en virtud de manos libres, todo ello en beneficio de nuestros intereses y del reforzamiento de nuestras Fuetzas Armadas, las cuales queremos poderosas para cumplir sus funciones constitucionales; dispuestas para defender las libres instituciones en las que los pueblos europeos reconocen su identidad; y enaltecidas para que, en misiones de paz, las banderas espa?olas -integradas en las Naciones Unidas- puedan garantizar la seguridad en cualquier parte del mundo.
Hace falta imaginaci¨®n suficiente para plantear autonom¨ªa de decisi¨®n en la defensa, sin detrimento de las necesarias coordinaciones.
?Impulsa el ingreso en la CEE la adhesi¨®n a la OTAN? Habr¨¢ que pregunt¨¢rselo a Portugal, que pertenece a la Alianza desde su fundaci¨®n, pero que con nosotros comparte el actual par¨®n.
?Nos asegura la recuperaci¨®n de Gibraltar? Ser¨ªa ilusorio plantear el interrogante a los ingleses, como tenemos la certeza de que tampoco contribuye a la defensa de Ceuta, Melilla y Canarias, por encontrarse al margen de su ¨¢mbito. Sin embargo, hay un interrogante que debe preocupar: ?por qu¨¦ una mayor¨ªa de la oficialidad de nuestros Ej¨¦rcitos, encuestada por la revista Defensa, no es partidaria de la Alianza? Y una certeza que confirma nuestra posici¨®n: en la Alemania Federal, donde el comunismo no llega a alcanzar ni el 1% del sufragio, s¨®lo el 20% de los preguntados en una prospectiva realizada por el Instituto de Estudios Sociales de su Ej¨¦rcito conf¨ªa plenamente en la OTAN.
Sus fervorosos partidarios, ?reflexionar¨¢n algo m¨¢s?
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