Ma?ana llegan del exilio los restos mortales del intelectual socialista Fernando de los R¨ªos
Laura de los R¨ªos habla sobre la personalidad de su padre
Ma?ana llegan a Madrid los restos mortales del que fue gran intelectual y l¨ªder socialista Fernando de los R¨ªos, que falleci¨® en 1949 en el exilio, en Nueva York. Durante toda la jornada de ma?ana ser¨¢n expuestos en la sede de la Federaci¨®n Socialista Madrile?a (Tom¨¢s Bret¨®n, 55). La inhumaci¨®n de los restos en el cementerio civil de Madrid se efectuar¨¢ pasado ma?ana, a las 16.30 horas. Con este motivo, su hija, Laura de los R¨ªos, evoca en esta entrevista recuerdos de la vida de su padre.
?He dispuesto el traslado de los restos de mi padre, Fernando de los R¨ªos, porque me ataba con ¨¦l y con mi madre una promesa de que lo har¨ªa tan pronto como fuera posible. Y se lo he comunicado al Partido Socialista porque en ning¨²n momento dej¨® de ser el partido de mi padre?, dice Laura de los R¨ªos a EL PAIS. Y Laura de los R¨ªos, que tiene el sello de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, y que no parece mujer de emociones f¨¢ciles, se deja notar conmovida por todo esto, porque se fuerza a recordar la figura de Fernando de los R¨ªos viva, porque est¨¢ marcada por la Historia, porque toda esa especie de designio tr¨¢gico est¨¢ demasiado cerca.?Lo que la burgues¨ªa nunca perdon¨® a mi padre?, dice Laura de los R¨ªos, ?es que un hombre que hab¨ªa nacido en una familia de posici¨®n acomodada se pusiera del otro lado?. ?Para entender a Fernando de los R¨ªos?, sigue, ?hay que hacer un poco de historia. Para empezar, naci¨® en Ronda, aunque pasa por ser granadino, porque fue en Granada donde desempe?¨® su c¨¢tedra mucho tiempo. Ese pueblo de la sierra andaluza, donde su familia era lo que podr¨ªamos llamar acomodada, le ense?¨® a ver los desniveles sociales desde el principio, y mi padre tuvo desde ni?o el sentimiento de su injusticia?.
?Cuando termin¨® el bachiller -por cierto, en una escuela religiosa, la misma de Ortega-, mi abuela, Femanda Urruti, que ya entonces era viuda con todos sus hijos a su cargo, y que no quer¨ªa que ellos se educaran como se?oritos andaluces, les sac¨® del pueblo y se vino a Madrid. Fernanda Urruti era una mujer de gran talento y era absolutamente la esencia de vieja cristiana... A ella se debe el fondo profundamente religioso que hay en mi padre, que tuvo siempre por ella una devoci¨®n muy especial. Por otro lado, el parentesco con Francisco Giner de los R¨ªos, el fundador de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, facilit¨® el otro dato importante para conocer su personalidad. En la instituci¨®n encontr¨® Fernando de los R¨ªos un ambiente en que primaba la concepci¨®n ¨¦tica de la vida, una gran tolerancia y una seria preparaci¨®n cient¨ªfica?.
?En este sentido?, y sigue Laura de los R¨ªos haciendo la semblanza de su padre?, el viaje a Alemania, su contacto con neokantianos y neokrausistas, fue muy importan te. Y ya en 1911 gana la c¨¢tedra de Derecho Pol¨ªtico de Granada. Poco despu¨¦s se casar¨ªa con la ¨²nica sobrina de Francisco Giner, compa?era de Mar¨ªa de Maeztu, profesora de la Normal de Granada, y consigue, en definitiva, hacerlo con la persona con la que se puede compenetrar en todo?.
?En Granada, donde ambos trabajaban en la ense?anza, tuvieron una vida sumamente aislada, salvo gentes muy excepcionales. Y es que es ¨¦sta una ciudad dif¨ªcil... Lo que a mis padres no les perdonaba la derecha es que, siendo gente de otra clase, estuvieran donde estaban. Mi padre, con toda dedicaci¨®n a dos temas, que separ¨® claramente siempre: la c¨¢tedra y la pol¨ªtica. Era Fernando de los R¨ªos?, sigue diciendo su hija, ?la simpat¨ªa y el don de la palabra, y al tiempo, el palad¨ªn de las causas perdidas. Y el mismo hombre que llevaba levita y sombrero de copa para asistir a su c¨¢tedra, como era costumbre en la ¨¦poca, iba luego a las manifestaciones y las luchas contra el caciquismo y se le vio correr delante de la Guardia Civil... Todav¨ªa vuelve a mis pesadillas la llamada de la fuerza del orden a mi casa, por la noche, o la de la gente del pueblo, que tambi¨¦n llamaba pidiendo alg¨²n socorro para alguna calamidad inmediatamente reciente? ?Por otro lado, mi padre era famo so porque manten¨ªa trato normal con los estudiantes. Sin embargo, a la hora de hacer pol¨ªtica, la sinti¨® siempre como otra cosa: nunca la llev¨® a la c¨¢tedra y, en cambio, s¨ª llev¨® la c¨¢tedra a la pol¨ªtica. Y el tema de la educaci¨®n fue una obsesi¨®n toda su vida?. ?Como en los a?os veinte hab¨ªa tan pocos intelectuales, as¨ª en seguida se hizo odioso a las derechas: ellos podr¨ªan aceptar la existencia de un Largo Caballero o un Indalecio Prieto, pero lo de mi padre lo consideraban algo como una traici¨®n, y eso les irritaba profundamente?.
Protagoniza Fernando de los R¨ªos, en 1921, un viaje a Rusia, a la reciente Uni¨®n Sovi¨¦tica, a¨²n regida por Lenin, y all¨ª oir¨¢ la c¨¦lebre frase ?libertad, para qu¨¦?. A la vuelta, y como consecuencia de las disparidades entre los dos delegados socialistas al informar sobre ?la rep¨²blica sovietista?, dio lugar a la escisi¨®n en el seno del Partido Socialista y la aparici¨®n del otro lado del Partido Comunista, en 1922.
La vida de Laura de los R¨ªos quedar¨¢ vertebrada en tomo a la guerra civil, como, por citra parte, la de su padre. ?Estaba ¨¦l en la Sociedad de Naciones, en Ginebra, cuando estalla lo que sab¨ªamos que podr¨ªa ser una guerra. De all¨ª pas¨® a Washington, a la Embajada, y durante toda la guerra hizo frecuentes viajes a Espa?a, a los frentes, al tiempo que negociaba la pol¨ªtica exterior. Cuando todo termin¨®, entreg¨® su Embajada al representante espa?ol en M¨¦xico, para no d¨¢rsela directamente a los franquistas, y comenz¨® el exilio. Nunca pens¨® mi padre que el exilio durara tanto. Por eso rechaz¨® importantes puestos acad¨¦micos en Norteam¨¦rica y en Am¨¦rica Latina, como el rectorado de la Un¨ªversidad de Puerto Rico. Y hasta su fracaso en Gran Breta?a, al final de la guerra europea, cuando vieron que el final del fascismo se quedaba a las puertas de Espa?a, conserv¨® la esperanza. Luego ya empez¨® lentamente a morir en el exilio?. Un exilio que llega hasta estos d¨ªas.
Babelia
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