Graham Greene llega hoy a Madrid, invitado por el alcalde
El novelista brit¨¢nico Graham Greene llegar¨¢ hoy a Madrid, invitado por el alcalde Enrique Tierno Galv¨¢n, para intervenir en una serie de actos culturales patrocinados por el municipio, que en los pr¨®ximos meses ofrecer¨¢ al pueblo madrile?o la posibilidad de conocer de cerca a una serie de personalidades de la cultura, el arte y la ciencia. El programa de la visita de Graham Greene incluye recepciones oficiales, un encuentro con la cr¨ªtica literaria y un coloquio p¨²blico, que se celebrar¨¢ el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, a las siete de la tarde, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid.
?Cada vez me resulta m¨¢s dif¨ªcil creer en Dios, y hasta se me podr¨ªa definir como un ateo cat¨®lico? Graham Greene, a sus 75 a?os, es uno de los escritores m¨¢s c¨¦lebres del mundo entero. Ha sido durante toda su vida un solitario y su gusto por los viajes le ha llevado por los cinco continentes. En sus libros revela sus extra?os itinerarios, tanto geogr¨¢ficos como espirituales. Suele decir que no cree en el Hombre -as¨ª, con may¨²scula-, sino en algunos hombres, y cada vez que encuentra uno nuevo, lo que no es frecuente, se cree m¨¢s inclinado a enarbolar su fe.Suele decir que no es un novelista cat¨®lico, sino un cat¨®lico que escribe novelas, lo cual no es lo mismo, claro est¨¢. Tras una ni?ez tambi¨¦n solitaria, en su juventud se hizo comunista a los diecinueve a?os: dur¨® cuatro semanas en el partido. Antes de aventurarse en sus peregrinajes experiment¨® una aventura inm¨®vil, la de la ruleta rusa, ese espeluznante juego de azar con un rev¨®lver cargado con una sola bala y el tambor que gira a ver si la contrasuerte acierta. Poco despu¨¦s, a los veintitr¨¦s a?os, se hizo cat¨®lico, y lo sigue siendo, a pesar de todas las dudas del mundo que parecen lastrarle el alma.
Estudi¨® historia en Oxford, fue periodista, secretario de redacci¨®n del Times y cr¨ªtico literario y cinematogr¨¢fico. Pero no le gustan las novelas contempor¨¢neas, por ?demasiado complicadas?. Y del cine prefiere no hablar, a pesar de que diecinueve de sus veintiuna novelas han sido llevadas a la pantalla. Curiosamente, la m¨¢s famosa, El tercer hombre, naci¨® de un relato breve convertido luego en gui¨®n y posteriormente reescrito. Sigue a las puertas de la Academia Sueca, permanente candidato al Nobel, y tal vez s¨®lo Borges pueda merecerlo tanto como ¨¦l. Le gustan El Quijote, Unamuno, Chesterton, Stevenson y, sobre todo, Henry James y Joseph Conrad. Pero tuvo que interrumpir durante veinte a?os la lectura de Conrad: le hac¨ªa da?o, le perjudicaba para su propia tarea de escritor.
Y aborrece a Kipling, cantor del imperio y del colonialismo brit¨¢nico. Le gustan los guerrilleros, pero est¨¢ en contra de los terroristas. Se cas¨® y tiene dos hijos, y ahora vive solitario, una vez m¨¢s, en Antibes, en plena Costa Azul. Pero en verano huye del turismo. Public¨® su primer libro -de poemas, claro est¨¢- hace 55 a?os. En 1935 viaj¨® por Africa, y Sierra Leona le inspir¨® dos de sus mejores libros, la novela El rev¨¦s de la trama y las descripciones de Viaje sin mapas. Tres a?os despu¨¦s, M¨¦xico le inspirar¨ªa otros dos Caminos sin ley y su celeb¨¦rrima El poder y la gloria.
Es amigo de Fidel Castro y Omar Torrijos, y lo fue de Ho Chi Minh. Indochina le inspir¨®, Un americano impasible, Paraguay, El c¨®nsul honorario; Hait¨ª, Los comediantes, y la Cuba precastrista, Nuestro hombre en La Habana. En otro de sus libros, El agente confidencial, aparece la guerra civil espa?ola como fondo. Ha intentado tambi¨¦n el teatro, con ¨¦xitos a veces discutidos, desde El cuarto de estar a El amante complaciente o Tallando una estatua. Por Argentina ya no vuelve desde que falleci¨® su gran amiga y traductora Victoria Ocampo y subi¨® al poder el general Videla.
Primero fue excesivamente apasionado, pero hoy se muestra esc¨¦ptico. ?Apasionadamente esc¨¦ptico?, se?ala. Le gustar¨ªa creer en el futuro de un socialismo humanista y de rostro humano. Utiliza los esp¨ªas como si fueran santos o v¨ªctimas expiatorias. Cuando escribe divertimentos -como ¨¦l los llama, para diferenciarlos de sus obras ?serias?- brilla con humor no exento de ternura, como en Viajes con mi t¨ªa. Ha escrito tambi¨¦n Ensayos cat¨®licos, y hasta una especie de autobiograf¨ªa parcial, Una especie de vida. Y hace un par de a?os volvi¨® al primer plano de la actualidad con su magistral El factor humano, cuyo ¨¦xito no se ha repetido con la f¨¢bula moral y. simb¨®lica de su ¨²ltimo libro, El doctor Fischer de Ginebra.
El dolor es lo m¨¢s importante para ¨¦l, pues es la manifestaci¨®n del mal. Aborrece la piedad, pues estima que la compasi¨®n se da entre iguales, mientras que la piedad viene de arriba y es peligrosa. Es alto, de tez muy clara y grandes bolsas bajo unos ojos excesivamente azules. Prefiere el whisky JB porque es m¨¢s claro, como el Castle de El factor humano. Toda su vida ha buscado la sencillez, y la ha conseguido, sin renunciar por ello a la profundidad. Y aunque le cuesta creer en el para¨ªso, en lo que no cree de ninguna manera es en el infierno. Es el dif¨ªcil testigo de la no menos dificultosa esperanza del hombre del siglo XX. Un solitario marginado, voluntariamente vagabundo, que nos hace conocernos mejor.
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