La lucha contra el paro y la pol¨ªtica econ¨®mica
La Prensa de estos d¨ªas se ha hecho eco de la respuesta que dos representantes de la CEOE han ofrecido al an¨¢lisis que Coyuntura Econ¨®mica -revista mensual que edita la Confederaci¨®n Espa?ola de Cajas de Ahorros- ha efectuado en su reciente n¨²mero agosto-septiembre sobre las medidas urgentes para luchar contra el paro, aprobadas hace poco por la organizaci¨®n empresarial,Como director del departamento de estudios de la Confederaci¨®n Espa?ola de Cajas de Ahorros, que edita Coyuntura Econ¨®mica, me puse, el mismo d¨ªa 14 de este mes, en contacto telef¨®nico con el profesor Fuentes Quintana y le expres¨¦ mi deseo de hacer constar p¨²blicamente de modo inmediato su nula responsabilidad en las tareas de direcci¨®n de nuestra revista. El se?or Fuentes Quintana me pidi¨® muy encarecidamente ser ¨¦l quien respondiese primero a las cr¨ªticas que contra su persona hab¨ªan dirigido los representantes de la CEOE.
Ni que decir tiene que no voy a detenerme en responder a las amenazas ni a los deseos de tales representantes de la CEOE en ?achatarrarnos? o -como alternativa m¨¢s suave- ?exportarnos?, porque aspiro a convivir en una naci¨®n en que a nadie se le amenace con ?achatarrarle? o ?exportarle? por sus ideas, y lamentar¨ªa profundamente que expresiones de esta naturaleza pudieran interpretarse como el sentir aut¨¦ntico de los empresarios espa?oles.
En un plano general, las discrepancias entre las medidas urgentes para luchar contra el paro aprobadas por la CEOE y la posici¨®n mantenida por Coyuntura Econ¨®mica, se sit¨²an -a mi juicio- en la tesis que subyace y se manifiesta expl¨ªcitamente en el programa aprobado por la organizaci¨®n empresarial.
La estructura productiva como problema
Como consecuencia de esta tesis, el programa aprobado por la CEOE se?ala en un plano m¨¢s concreto la necesidad y urgencia de actuaci¨®n, tanto p¨²blica como privada, respecto a una larga lista de sectores que denomina de impulsi¨®n: alimentaci¨®n, vestido y calzado, transporte y comunicaciones, repoblaci¨®n forestal, regad¨ªos, conservaci¨®n de tierras, programa energ¨¦tico, exportaciones, construcci¨®n, construcci¨®n naval, siderurgia y transformados met¨¢licos y sector qu¨ªmico y farmac¨¦utico, entre otros. Pero, sobre todo, el programa delimita las condiciones para la reanimaci¨®n de la inversi¨®n privada, situ¨¢ndolas especialmente en torno a una pol¨ªtica de mantenimiento del sistema de coeficientes de inversi¨®n obligatoria para las entidades financieras, de reducciones tributarias muy amplias y de creaci¨®n de un clima favorable a la inversi¨®n privada en el ¨¢mbito general de la econom¨ªa, de las relaciones laborales, de las relaciones mercantiles y de otras varias, cuya descripci¨®n extender¨ªa innecesariamente este obligado resumen.
Es evidente que cuanto pueda contribuir de modo efectivo a la creaci¨®n de un clima favorable al empresario ha de ser propugnado no ya por las organizaciones empresariales, sino defendido tambi¨¦n por quienes nos preocupamos de los problemas de la econom¨ªa espa?ola, y no es en ese ¨¢mbito donde se hallan nuestras discrepancias con el referido programa. Por el contrario, ¨¦stas se sit¨²an b¨¢sicamente en la filosof¨ªa central a que parece responder -la reactivaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola como medio de la lucha contra el paro- y en algunos instrumentos de los que se propugnan en el ¨¢mbito financiero y fiscal.
Coyuntura Econ¨®mica ha venido sosteniendo a lo largo de sus n¨²meros m¨¢s recientes que, si la econom¨ªa espa?ola ha perdido su tradicional capacidad de crecimiento a partir de 1974 -y, consecuentemente, su capacidad de generar nuevos empleos-, ello se ha debido muy directamente a la conjugaci¨®n de tres circunstancias distintas, aunque claramente relacionadas:
Primera. La existencia de un aparato productivo -consecuentemente, de una estructura de la producci¨®n- en el que se aplicaban, y todav¨ªa se aplican, tecnolog¨ªas industriales y m¨¦todos de organizaci¨®n muy atrasados, con fuerte predominio de la utilizaci¨®n de mano de obra por unidad de producto, consecuencia tanto de los relativamente bajos niveles salariales como del marco ¨ªmperante de relaciones laborales, que dificultaba extraordinariamente la adaptaci¨®n de las plantillas.
Segunda. El impacto de fuertes elevaciones en el coste del factor trabajo, consecuencia no s¨®lo de intens¨ªsimas reivindicaciones salariales largamente contenidas y puestas en marcha en un momento especialmente dif¨ªcil e inoportuno, sino tambi¨¦n de unos criterios de financiaci¨®n de costes sociales, a trav¨¦s de la Seguridad Social, que han encarecido sustancialmente la utilizaci¨®n de la mano de obra para los empresarios. Concretamente, entre 1973 y 1976, los salarios reales han crecido en Espa?a a una tasa media anual del 3,6%, la m¨¢s alta de los pa¨ªses industriales de la OCDE, cuya tasa media anual correspondiente ha sido tan s¨®lo del 1,99%, como se?ala el informe anual del Banco de Espa?a. Este encarecimiento relativo del trabajo est¨¢ impulsando aceleradamente su sustituci¨®n en los procesos de producci¨®n, como demuestran las crecientes cifras de paro.
Tercera. El inevitable impacto final de los nuevos precios energ¨¦ticos, a los que hubieron de a?adirse, adem¨¢s, los efectos de los nuevos tipos de cambio generados por la insostenible situaci¨®n de nuestra balanza de pagos. Este impacto se ha renovado recientemente con los efectos de la nueva crisis del petr¨®leo, acaecida a finales de 1979 y durante los primeros meses del a?o actual.
Ante una situaci¨®n como ladescrita, luchar contra el paro no resulta tarea f¨¢cil, porque todo crecimiento de la producci¨®n ha de conseguirse, adem¨¢s, con una mayor eficiencia en la utilizaci¨®n de los factores.
Y mayor eficiencia en la utilizac¨ª¨®n del capital y del trabajo supone conseguir mayores cantidades de producto por unidad empleada de cada uno de esos factores, aplicando t¨¦cnicas m¨¢s avanzadas. A nivel global, ello tambi¨¦n supone reordenar la estructura de la producci¨®n, abandonando aquellos sectores o actividades en que esa mayor eficiencia no puede lograrse e impulsando aquellos otros en que puedan obtenerse ventajas comparativas mayores.
Un problema que de inmediato se plantea en la tarea descrita es el de decidir qu¨¦ sectores o actividades deben subsistir o crecer y cu¨¢les otros desaparecer o reducirse.
Sin duda, en esto existen, al menos, dos posibilidades distintas en su concepci¨®n y tambi¨¦n en su eficacia. Cabe, en primer t¨¦rmino, la posibilidad de planificar la econom¨ªa, decidi¨¦ndose por la autoridad -o por mec¨¢nismos m¨¢s complejos, con intervenci¨®n de los interesados, tales como comisiones, ponencias, consejos o asambleas-; cu¨¢les son los sectores que hay que impulsar y cu¨¢les otros cerrar o abandonar a sus propias fuerzas. Recientemente, el profesor Tamames, en unos interesantes trabajos publicados en EL PAIS, pon¨ªa de manifiesto las ventajas de los sistemas de planificaci¨®n desde su particular -y, desde luego, respetable- ¨®ptica pol¨ªtica. En el trabajo que vengo comentando tambi¨¦n se ofrece una lista de ?sectores de impulso?; es decir, de sectores en los que deber¨ªan concentrarse el esfuerzo p¨²blico y privado, como ya se ha indicado. Resta s¨®lo por se?alar a este respecto que del an¨¢lisis de Coyuntura Econ¨®mica se desprende que no todos los sectores seleccionados tienen efectos de importancia respecto al paro.
Pero frente a esta posible soluci¨®n planificadora existe otra que, a quienes creemos ?en la econom¨ªa de mercado -incluso con las razonables limitaciones y necesarios mecanismos de compensaci¨®n con que se viene practicando en el mundo occidental actualmente-, nos parece mucho m¨¢s eficiente. Esta soluci¨®n se compone de dos actuaciones de distinta naturaleza, pero dirigidas a la misma finalidad com¨²n de alcanzar una mayor eficiencia productiva.
La primera de estas actuaciones se orienta hacia el sector privado, y consiste en introducir en el mismo las mayores dosis de libertad posible, como ¨²nico medio de que el sistema econ¨®mico acabe seleccionando las empresas y actividades.m¨¢s eficientes. La segunda de tales actuaciones se dirige hacia el sector p¨²blico, y se concreta en una reestructuraci¨®n de sus tareas, de modo que su ¨¢mbito de actuaci¨®n se ci?a al terreno que le es propio: la producci¨®n de bienes sociales, complementada con aquellas acciones que coadyuven eficazmente a la reconversi¨®n de los sectores en crisis o garanticen el abastecimiento de suministros vitales para el funcionamiento de nuestra econom¨ªa.
Reestructuraci¨®n frente a reactivaci¨®n
Como puede observarse, las discrepancias que quienes redactamos Coyuntura Econ¨®mica hemos expuesto frente al programa aprobado por la CEOE se inician en el plano de la concepci¨®n de la pol¨ªtica m¨¢s adecuada. Para las ?medidas? aprobadas por la organizaci¨®n empresarial el problema de la econom¨ªa espa?ola parece reducirse a reactivar la actividad productora, eligiendo unos sectores de impulso sobre los que volcar la actuaci¨®n inmediata, reanimando as¨ª la inversi¨®n privada sobre la base de privilegios en la financiaci¨®n y exenciones tributarias generosas. Para quienes redactamos Coyuntura Econ¨®mica, el primer problema de nuestra econom¨ªa, en suineludible y urgente lucha contra el paro, es el de alcanzar una mayor eficiencia en la estructura de su producci¨®n p¨²blica y privada, pues de nada valdr¨ªa forzar sin m¨¢s el ritmo de la producci¨®n nacional, mediante las conocidas t¨¦cnicas de impulsi¨®n de la demanda. La ?reactivaci¨®n? asi conseguida s¨®lo servir¨ªa para incrementar las existencias de producci¨®n sin salida o la acumulaci¨®n de bienes de capital sin valor respecto a su capacidad de producci¨®n posterior.
Otras falsas alternativas: inflaci¨®n y costes sociales
Desde luego, la alternativa analizada de reestructuraci¨®n sectorial o reactivaci¨®n indiscriminada no cierra el campo de posibilidades de la econom¨ªa espa?ola. Quedan, al menos, otras dos disponibles y practicadas intensamente en los ¨²ltimos a?os.
La primera de ellas es la de la inflaci¨®n. Cuando una mayor eficiencia en la producci¨®n no es capaz de soportar los mayores niveles de coste, la soluci¨®n en apariencia puede consistir en elevar los precios para recuperar el excedente. Sin embargo, en una econom¨ªa en su conjunto esta aparente salida no acaba conduciendo sino al agravamiento de los problemas, porque mayores precios de los productos acarrean inevitablemente mayores exigencias de retribuci¨®n por parte de los factores utilizados y -si la inflaci¨®n interna supera a la de otros pa¨ªses- p¨¦rdidas progresivas del mercado exterior e interior ante la competencia extranjera.
La segunda de esas otras alternativas la constituye, sin duda, la tentaci¨®n permanente de transformar en costes sociales lo que constituyen costes privados. En definitiva, en traspasar a la sociedad en su conjunto, o al Estado en concreto, parte de los costes privados de producci¨®n. Los ejemplos m¨¢s claros de esta actitud los constituyen las continuas pretensiones de muchos sectores en orden, a disfrutar de un tratamiento fiscal discriminatorio o de circuitos de financiaci¨®n fuera de los precios de mercado. En estas tentaciones tambi¨¦n incurre el programa aprobado por la CEOE.
Pol¨ªtica financiera: consolidaci¨®n de privilegios
La l¨®gica de la reactivaci¨®n a ultranza en que se embarca el programa que vengo comentando exige de fuertes apoyos de todo orden a los sectores seleccionados, y entre esos apoyos no pod¨ªa faltar tampoco el de los circuitos privilegiados de financiaci¨®n.
Dejando aparte el hecho -no despreciable, desde luego- de que tales circuitos s¨®lo parecen aplicarse hoy todav¨ªa en Grecia y Espa?a y que hace d¨¦cadas que fueron desechados en los pa¨ªses de la CEE, si es que alguna vez llegaron a tenerlos, el programa comentado parece olvidar que toda financiaci¨®n a precios inferiores a los de mercado la soporta alguien en concreto: los restantes usuarios del cr¨¦dito -es decir, las empresas no privilegiadas, que han de soportar costes financieros m¨¢s altos- o quienes depositan sus ahorros en las entidades financieras obligadas a mantener tales inversiones.
No por casualidad la reciente asamblea anual de cajas de ahorro puso en guardia a las empresas y a la sociedad espa?ola en general frente a las tremendas injusticias y fuertes insuficiencias que generaban tales circuitos privilegiados, presentados generalmente por sus beneficiarios como ?algo que no paga-nadie?. Pero, sobre todo, propuso p¨²blicamente a las autoridades econ¨®micas una soluci¨®n razonable para garantizar plenamente la financiaci¨®n empresarial indiscriminada a largo plazo, coincidiendo en esta propuesta con otras entidades financieras privadas, tambi¨¦n afectadas por estos temas. Es de lamentar que el programa aprobado por la CEOE haya ignorado tan constructiva postura y se haya inclinado claramente por el obsoleto sisteriria de los coeficientes.
Pol¨ªtica fiscal: ?cu¨¢l ser¨¢ el d¨¦ficit p¨²blico?
El ¨²ltimo punto de discrepancia con el programa aprobado por la CEOE es el relativo a algunas de las medidas que se propugnan de pol¨ªtica fiscal. Entre ellas, sin duda, no se encuentran las relativas a la correcci¨®n de los perniciosos efectos de la inflaci¨®n sobre las tarifas impositivas, medida que Coyuntura Econ¨®mica ha pedido insistentemente en sus p¨¢ginas.
Pero otras muchas de las propuestas en el mencionado programa es evidente que debilitar¨ªan peligrosamente la recaudaci¨®n y agrandar¨ªan considerablemente el ya importante d¨¦ficit del sector p¨²blico, ante la enorme rigidez de los gastos actuales, aparte de lo sorprendente que resulta solicitar ayudas y subvenciones al tiempo que se pide la reducci¨®n de los tributos necesarios para financiar tales ayudas. Ante esta actitud, quienes redactamos Coyuntura Econ¨®mica queremos subrayar que un mayor d¨¦ficit p¨²blico suele acabar resolvi¨¦ndose en mayor inflaci¨®n o en menores cr¨¦ditos para el sector privado. Tambi¨¦n aqu¨ª alguien acaba siempre pagando lo aparentemente gratuito.
La urgencia de la lucha contra el paro
Cuanto hasta aqu¨ª se ha comentado no ha pretendido m¨¢s que exponer muy resumidamente -y sin ¨¢nimo, desde luego, de avivar una pol¨¦mica- los criterios que han merecido para algunos representantes de la CEOE el duro juicio de pretender convertir en chatarra o exportar a quienes nos hemos atrevido a mantenerlos en aparente soledad. Soledad, desde luego, tan s¨®lo aparente, porque los recientes informes de la OCDE y del Fondo Monetario Internacional sobre nuestro pa¨ªs -que no pueden tacharse de ?te¨®ricos?, sin duda- apoyan con sus recomendaciones nuestros planteamientos, se?aladamente el de la urgencia de reestructurar la producci¨®n y el de finalizar la liberalizaci¨®n del sistema financiero, eliminando -y no aumentando, como pretende el programa objeto del este comentario- los circuitos privilegiados de financiaci¨®n.
El programa que en su d¨ªa aprob¨® la CEOE no parece bueno en su conjunto, porque no responde razonablemente a los problemas de fondo que hoy tiene la econom¨ªa espa?ola. Y esto hay que decirlo aunque se enfaden y amenacen con hacernos chatarra o exportarnos algunos representantes de los empresarios.
En todo caso, descartadas tan desagradables alusiones personales, bueno ser¨ªa que, como resultado de este peculiar intercambio de opiniones, quedase fuera de dudas que nuestra situaci¨®n econ¨®mica exige de la mayor atenci¨®n de los pol¨ªticos durante los pr¨®ximos meses. El grave problema del paro y las vacilaciones de una econom¨ªa que no acaba de encontrar el camino de sus innegables posibilidades potenciales de crecimiento as¨ª lo demandan.
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