El programa a medio plazo para la econom¨ªa espa?ola: una realidad vigente
Cuando, hace ahora aproximadamente un a?o, el Gobierno hizo p¨²blico su programa a medio plazo para la econom¨ªa espa?ola, dos hechos surgieron con toda claridad, tanto de su contenido como del conjunto de observaciones, cr¨ªticas y comentarios que acompa?aron a su presentaci¨®n.En primer lugar, que el Programa Econ¨®mico (PEG) es un conjunto coherente, en cuyo contenido se establec¨ªa un diagn¨®stico acertado de la situaci¨®n econ¨®mica espa?ola, poniendo de manifiesto sus causas externas e internas; se reiteraba, por otra parte, una filosof¨ªa econ¨®mica de mercado en plena consonancia con la posici¨®n mantenida por el Gobierno en este terreno, y que est¨¢ expl¨ªcita e impl¨ªcitamente reflejada en las diferentes proposiciones del programa; se fijaba una estrategia de actuaci¨®n general para la pol¨ªtica econ¨®mica a corto y medio plazo y, finalmente, y m¨¢s all¨¢ de las simples declaraciones de voluntad, se comprend¨ªa en el programa un conjunto de medidas y actuaciones concretas en cinco ¨¢reas fundamentales: el empleo, la reestructuraci¨®n industrial, la financiaci¨®n de la inversi¨®n, el sector exterior y el sector p¨²blico.
El segundo hecho que se puso claramente de manifiesto hace un a?o y que, guste o no guste, sigue estando vigente, es que el PEG constituye desde las coordenadas pol¨ªticas y econ¨®micas de la sociedad espa?ola actual un programa sin alternativa v¨¢lida y realizable, esto es, sin arbitrismos carentes de fundamentos y sin hacerse eco de los cantos de sirena que ofrecen un desarrollo f¨¢cil que la experiencia -la nuestra y la de todos los pa¨ªses industrializados- ha demostrado reiteradamente que es cambiar una apariencia artificial de mayor actividad hoy por mayor paro y deterioro de la balanza de pagos del futuro inmediato.
No es mi prop¨®sito hacer una defensa a ultranza del programa a medio plazo para la econom¨ªa espa?ola que considerar¨ªa fuera de lugar. S¨ª me importa, sin embargo, insistir una vez m¨¢s en que desde su nacimiento cristalizaba dentro de ¨¦l un planteamiento razonable y ¨²til para afrontar la dif¨ªcil situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola con un horizonte a medio plazo, huyendo de planes al viejo estilo, inoperantes en un marco de incertidumbre internacional, combinando medidas de intencionalidad inmediata con otras de dise?o m¨¢s estructural, pensando en sentar las bases de un crecimiento s¨®lido y estable, sin apoyos artificiales, para el futuro. Las cr¨ªticas que hoy -como hace un a?o- se dirigen al PEG, en muy escasa medida, discuten los aspectos centrales del programa o aportan mejoras concretas a su contenido. En su mayor parte -ayer como hoy- siguen siendo fruto de una preconcepci¨®n dictada por razones pol¨ªticas -leg¨ªtimas, aunque no siempre suficientemente expl¨ªcitas- o por intereses de grupos -no siempre tan leg¨ªtimos, aunque extraordinariamente expl¨ªcitos- que olvidan el necesario equilibrio entre todas las aspiraciones y necesidades de una sociedad pluralista.
Ese punto de partida r¨ªgidamente preconcebido que caracteriza por uno u otro motivo a muchas de las cr¨ªticas dirigidas al PEG y a la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno en general, unido a la situaci¨®n objetivamente dif¨ªcil por la que atraviesa la econom¨ªa espa?ola, hace que, con frecuencia, las discusiones adquieran un aire de generosidad con olvido poco excusable, en un an¨¢lisis objetivo, de lo realizado en el primer a?o de vigencia del PEG. Y tambi¨¦n se olvida, con demasiada frecuencia, que la realizaci¨®n de un programa econ¨®mico que aspira a reformar y sanear en profundidad los mecanismos productivos y financieros debe, l¨®gicamente, abordar en primer t¨¦rmino reformas institucionales que son lentas en su instauraci¨®n y pausadas en sus efectos y requieren, por ello, tiempo y rodaje para que se incorporen, rompiendo h¨¢bitos y abriendo nuevos canales, a las l¨ªneas de comportamiento de los diferentes sujetos y agentes econ¨®micos de la sociedad.
Nada m¨¢s lejos de mi intenci¨®n, en beneficio del lector, que hacer aqu¨ª y ahora un recuento de las realizaciones derivadas del PEG. Pero es injusto negar que desde hace un a?o la Administraci¨®n ha ido adoptando medidas en la l¨ªnea establecida en el programa, como tambi¨¦n lo es hacer a la estrategia del PEG responsable de una dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica cuyas ra¨ªces son m¨²ltiples y complejas.
La preocupaci¨®n b¨¢sica
Afirmar la existencia de esas realizaciones no supone, bajo ning¨²n concepto, negar la gravedad de la situaci¨®n econ¨®mica presente. Pero, an¨¢logamente, el hecho de una elevada tasa de paro en crecimiento, aunque con algunos indicios de p¨¦rdida de intensidad, que precisamente constituye la preocupaci¨®n b¨¢sica latente en el PEG y cuya mejora estable s¨®lo podr¨¢ alcanzarse a medio plazo corno fruto de modificaciones profundas en la estructura productiva y en el supuesto de que no se produzcan nuevos cambios intensos en los precios energ¨¦ticos, no debe tampoco llevar a negar los avances realizados, incluso en el puro plano coyuntural, en el que no conviene restar la merecida importancia a los logros alcanzados en el crecimiento de los precios; un objetivo considerado como prioritario en la pol¨ªtica econ¨®mica y respecto al ,que hoy se vislumbra para el conjunto de 1980 una tasa de crecimiento de los precios de consumo pr¨®xima al 14 % -con clara aproximaci¨®n a lo que se espera para el promedio de pa¨ªses de la OCDE- y que era impensable hace tan s¨®lo tres a?os.
En un terreno m¨¢s permanente, creo que nadie puede negar objetivamente los avances producidos en terrenos que afectan muy directamente al proceso de ahorro-inversi¨®n en la econom¨ªa espa?ola y al marco de las relaciones laborales. Ah¨ª est¨¢ el Estatuto de los Trabajadores o el esfuerzo realizado por el Comit¨¦ de Inversi¨®n P¨²blica para dotar de mayor racionalidad y eficacia a ese volumen importante de inversi¨®n controlada directa o indirectamente por el Estado, o el apoyo prestado reiteradamente a empresas de sectores en crisis, someti¨¦ndolo a planes de reestructuraci¨®n con visi¨®n de futuro o el est¨ªmulo prestado a la construcci¨®n de viviendas a trav¨¦s del cr¨¦dito oficial.
Una menci¨®n especial creo que merece la reforma del sistema financiero. De una parte no me parece discutible la continuidad en el avance de la liberalizaci¨®n, tanto por lo que se refiere a la reducci¨®n de la inversi¨®n obligatoria de las entidades financieras como a las mayores posibilidades operativas de las instituciones distintas a la banca privada (cajas de ahorro y cooperativas de cr¨¦dito), e incluso la mayor libertad concedida en la apertura de oficinas por parte de estas entidades, ¨²nica forma de asegurar -junto con la creciente penetraci¨®n de la banca extranjera- que la liberalizaci¨®n va a ser un proceso que beneficie finalmente al usuario del cr¨¦dito.
De otra parte, la pol¨ªtica monetaria ha discurrido con rigurosidad, pero sin grandes tensiones, ofreciendo un crecimiento de la liquidez positivo en t¨¦rminos reales. Estas mayores facilidades de financiaci¨®n se han compaginado con la obligatoriedad de canalizaci¨®n de fondos a largo plazo por parte de la banca hacia la financiaci¨®n de la inversi¨®n, y en la misma l¨ªnea se apuntan pr¨®ximas medidas para las cajas de ahorro.
El sector p¨²blico
El sector p¨²blico -al margen de su dimensi¨®n global, que es una responsabilidad parlamentaria- se ha venido financiando en forma m¨¢s ortodoxa que en el pasado, a trav¨¦s del mercado de capitales, en el que por otra parte se ha impulsado en forma continua la potenciaci¨®n de un mercado de renta fija.
Por primera vez, en muchos a?os, se han elaborado un conjunto de disposiciones que intentan abordar en forma coherente y global la reforma de las Bolsas. Proyectos que sobre cuestiones tan decisivas como la informaci¨®n, la transparencia y la contrataci¨®n est¨¢n ya dictaminados por el Consejo Superior de Bolsas y esperan, en tr¨¢mite de urgencia, el informe preceptivo del Consejo de Estado.
Se ha elaborado un proyecto de ley del mercado hipotecario con el que se aspira a agilizar la financiaci¨®n de la construcci¨®n, en general, y de la vivienda, en particular.
Pensar, sin embargo, que estas reformas habr¨ªan de repercutir inmediatamente en la rebaja del tipo de inter¨¦s no deja de ser una ingenuidad, dada la estructura del sistema financiero, en proceso de cambio, y las tasas de inflaci¨®n, aun llevadas pese al ¨¦xito conseguido en la pol¨ªtica de estabilidad.
Creo, en suma, que respecto al programa econ¨®mico del Gobierno se podr¨¢ discutir su filosofla o su ritmo de realizaci¨®n, e incluso aspirar a que en una realidad econ¨®mica cambiante se introduzcan modificaciones que lo vayan ajustando a las circunstancias y lo hagan concordante con las coordenadas de la econom¨ªa internacional en cada momento. Sin embargo, no cabe negar las realizaciones derivadas del PEG en la pol¨ªtica econ¨®mica de este ¨²ltimo a?o, ni cabe responsabilizar al programa de la evoluci¨®n desfavorable del empleo.
Lo que sucede es que el camino que est¨¢ inscrito en el PEG es un camino de libertad, y ¨¦sta exige de esfuerzos y responsabilidades y nada tiene que ver con quienes aspiran a realizar una actividad c¨®moda, exenta de incertidumbres, como flor de invernadero.
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