Ha muerto Franco Basaglia, creador del movimiento antipsiqui¨¢trico italiano
Franco Basaglia, l¨ªder de la denominada antipsiquiatr¨ªa italiana, responsable de la salida de los manicomios italianos de millares de ciudadanos, que hoy llevan una vida normal, e inductor de la denominada ley 180 de aquel pa¨ªs, seg¨²n la cual nadie puede ser internado contra su voluntad, y seg¨²n la cual tambi¨¦n los manicomios italianos han sido condenados a desaparecer, falleci¨® el viernes, en Venecia, a los 56 a?os de edad, a causa de un tumor cerebral
Giordano Savarin es el nombre de un ciudadano italiano que asesin¨® a sus padres con un gran cuchillo. ?Causas del crimen? Posiblemente en el inconsciente de Savarin existiesen determinantes infantiles, oscuros sentimientos o confusas venganzas que le impulsasen a ese acto, siempre irracional, que es el asesinato de dos seres humanos, pero los jueces italianos determinaron que Savarin era un perturbado mental, que ?andaba suelto?, por lo cual hubo de ser el responsable de su tratamiento el psiquiatra Basaglia, quien tuvo que comparecer para explicar por qu¨¦ aquel ciudadano no estaba internado, si era un ?loco peligroso?. Giordano Savarin era un ?enfermo mental liberado? del hospital psiqui¨¢trico de Gorizia, en la Italia de los primeros a?os de la d¨¦cada de los setenta, donde m¨¢s de 200.000 seres humanos estaban condenados a una de las peores formas de prisi¨®n: el manicomio. Privados de identidad, tanto en aquel como en los dem¨¢s pa¨ªses, los locos, como son etiquetados los ciudadanos de comportamiento excesivamente diferente o con una manifestaci¨®n disidente de su emotividad y su impulsividad, eran o siguen siendo internados en esas sepulturas definitivas del alma que son las llamadas casas de salud, mientras el cuerpo siga viviendo, definitivamente condenados a la no recuperaci¨®n de su identidad.
Pero ?qui¨¦nes van a los manicomios y por qu¨¦? Suenan fuertes y rotundas todav¨ªa las palabras de Franco Basaglia: ?Al manicomio va la gente que no tiene voz, la palabra; es decir, los pobres, los desheredados?. Para el antipsiquiatra italiano, s¨®lo los desheredados van al manicomio, aunque la evidencia tambi¨¦n nos muestra individuos de las clases dirigentes internados en esas ciudadelas de terror perpetuo, de camisas de fuerza, electro-choques y lobotom¨ªas. Pero, en este caso, tambi¨¦n estamos ante desheredados, desheredados del amor de los suyos, individuos, como escribiera Sullivan, que se cuentan las m¨¢s de las veces entre los elementos m¨¢s inteligentes y brillantes de unas familias que les condenaron, por conflictivos, molestos y problem¨¢ticos, a ser ovejas negras, primero, y carne de manicomio, despu¨¦s.
Franco Basaglia se propuso destruir los manicomios. Heredero, sin duda, del esp¨ªritu de Sigmund Freud, quien, en palabras de Castilla del Pino, ?inicio el di¨¢logo con la locura, una locura siempre con significado?, rechaz¨®, sin embargo, ese otro aspecto de la pr¨¢ctica psicoanal¨ªtica, acomodaticio, burgu¨¦s y, en resumen, t¨ªmido y cobarde en sus conclusiones.
Para el l¨ªder antipsiqui¨¢trico, el di¨¢logo con el llamado loco debe ser restaurado; y eso es incompatible con el funcionamiento del manicomio. El psiquiatra del manidomio desempena, seg¨²n Basaglia, el papel de ?difundir la psiquiatr¨ªa como elemento del culto al pesimismo; es decir, haciendo creer que el enfermo mental no puede curarse, que es peligroso, etc¨¦tera?.
Frente a esta amarga alternativa, la otra, la de la fe en la vida, en cualesquiera de sus manifestaciones, incluso en la de la locura, tremendamente cercana, por otra parte, al arte y a la libertad, es as¨ª expresada por Basaglia: ?Cuando el psiquiatra da la palabra al internado, puede producirse el aut¨¦ntico cambio, porque el desheredado habla y expone sus necesidades?. Necesidades de afecto; necesidades de intelecci¨®n en un medio o entorno, las m¨¢s de las veces incapacitado para entender al loco, en muchas ocac¨ªones, por la superioridad intelectual de ¨¦ste; necesidad de comprensi¨®n en profundidad, etc¨¦tera.
? En ese momento?, concluye Basaglia su magistral descripci¨®n del inicio del di¨¢logo con la locura, ?comenzar¨ªa el verdadero trabajo del psiquiatra y se podr¨ªa comprobar si existe o no la psiquiatr¨ªa una vez que se estableciera la rec¨ªprocidad entre el psiquiatra y la persona que sufre?.
No siempre se da esa reciprocidad ni, menos a¨²n, en el caso de las instituciones. ?Cuando se destruye el manicomio?, asegura Franco Basaglia, ?que es la instituci¨®n que protege al t¨¦cnico, entonces es cuando nos encontramos con el sufrimiento del ciudadano y ya no se podr¨¢ dar una respuesta institucional, sino individual: una respuesta de lucha. Cuando el manicomio ya no existe, desaparece el prejuicio de que dentro est¨¢n los malos y fuera los buenos?.
Franco Basaglia tuvo que comparecer -?c¨®mo no!- en el banquillo de los acusados por una culpa que ¨¦l no ten¨ªa, as¨ª descrita en palabras de otro antipsiquiatra, David Cooper: ?Llevo toda una vida combatiendo contra el sentimiento de culpabilidad. Debe convencerse a las gentes para que acepten su propia locura sin temor. Hay que recuperar a la locura como una propiedad social com¨²n... Sobre todo mandando al carajo a los expertos, cortando la cabeza a los psiquiatras?.
Basaglia, que no fue tan radical en sus expresiones como Cooper, respondi¨® en una ocasi¨®n a la pregunta sobre si era o no antipsiquiatra con estas palabras: ??Psiquiatra? ?Antipsiquiatra? Son palabras sin significado para m¨ª?.
Lo cierto es que en la ciudad de Gorizia, donde el paciente Giordano Savarin asesin¨® a sus padres, se hab¨ªan abierto las puertas de un manicomio. Pero, a?os m¨¢s tarde, Trieste daba la respuesta al experimento: en el hospital psiqui¨¢trico de aquella ciudad, de 1.200 pacientes que hab¨ªa, en 1978, quedaban s¨®lo 420, de los que sesenta eran personas mayores de 75 a?os, trescientos no sab¨ªan ad¨®nde ir y sesenta eligieron formas de vida autogestionaria, comunal, no por casualidad, eligiendo antiguas dependencias de monjas y curas.
La Italia que hereda el esp¨ªritu de Basaglia aprob¨® recientemente, en su Parlamento, la denominada ley 180. Es esta, sin duda, la l¨®gica continuaci¨®n de la sentencia italiana que absolvi¨® a Franco Basaglia, al reconocer, t¨¢citamente, que val¨ªa la pena el riesgo de aquel desdichado asunto del asesinato de Giordano Savarin a sus padres. Los jueces valoraron positivamente el sentido de tantos cientos de vidas de locos de manicomio que recobraron su identidad y salieron de esa c¨¢rcel cuyo nombre, manicomio, viene del griego mania (locura) y komeo (cuidar). Los manicomios comienzan a cerrarse en Italia, y antiguos dementes recuperan su condici¨®n de ciudadanos normales, con una locura normal y un sufrimiento normal. ?Se ha reconocido?, afirm¨® uno de sus abogados defensores, ?el honor profesional de un cient¨ªfico y un profesional que tiene una delicada misi¨®n que cumplir en favor de la humanidad que sufre?.
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