"Luch¨¦ con toda la fuerza de mi conviccion para arrancar de las derechas la idea de la fuerza"
Pregunta. Usted dice en No fue posible la paz que antes de acceder al poder ve¨ªa con bastante frecuencia a Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera y que incluso muchas veces com¨ªan juntos.Respuesta. Antes de acceder al poder, s¨ª; pero no antes de la pol¨ªtica. Es decir, desde el primer momento yo tuve con ¨¦l contactos muy frecuentes, e incluso almorz¨¢bamos peri¨®dicamente, casi todos los meses en el hotel Gaylor, en la calle de Alfonso XI. Ten¨ªamos una relaci¨®n suficientemente cordial y dentro de una discrepancia de puntos de vista que es muy clara desde el primer momento, y que ninguno de los dos ocult¨¢bamos. El ten¨ªa una concepci¨®n que se iba acercando cada vez m¨¢s a una actitud totalitaria, y yo era sinceramente un dem¨®crata de inspiraci¨®n cristiana, y, como es l¨®gico, ten¨ªamos puntos de vista distintos en cuanto a la t¨¢ctica, aunque pudi¨¦ramos tener muchas coincidencias en cuanto a los objetivos a alcanzar.
P. Usted declar¨® a El Heraldo de Madrid, en 1933, que no se puede ser fascista y cat¨®lico a la vez.
R. Rotundamente lo dije. Y lo dije tambi¨¦n en una conferencia que di en Barcelona, a la cual fueron bastantes elementos fascistas a provocar incidentes, con insultos y gritos y todo. Yo mantuve all¨ª la tendencia, la doctrina de que el totalitarismo es una manifestaci¨®n de pante¨ªsmo pol¨ªtico incompatible con la concepci¨®n cristiana de la vida.
P. S¨ª; pero luego El Heraldo pregunta: ??C¨®mo es posible entonces que Mussolini haya recibido el benepl¨¢cito del Papa con el Pacto de Letr¨¢n y todo eso??.
R. Eso son dos potencias que han llegado por distintos caminos a una soluci¨®n de concordia en un problema concreto, y eso no significa ni la aprobaci¨®n de una doctrina ni la corroboraci¨®n de una pol¨ªtica.
P. Sin embargo, mucha gente dec¨ªa entonces, y bastante gente tambi¨¦n sigue diciendo ahora, que usted realmente era casi, casi, un fascista en potencia. Se habla de la atracci¨®n que ten¨ªa para usted Dollfuss y su Estado corporativo.
R. Mire usted: me he convencido que cuando una tonter¨ªa se pone en circulaci¨®n lo dif¨ªcil es pararla. Yo a Dollfuss no le trat¨¦ en mi vida, no tuve con ¨¦l ninguna relaci¨®n. Recuerdo que estaba yo viajando por el norte de Europa...
P. En su luna de miel, ?no?
R. Eso es, y lleg¨® la noticia del asesinato de Dollfuss en agosto de 1934. Ni con ¨¦l ni con su corporativismo tuve nunca relaci¨®n alguna. Los hechos demuestran que yo en ning¨²n momento apoy¨¦ ninguna tendencia antidemocr¨¢tica y que luch¨¦ con toda la fuerza de mi convicci¨®n dial¨¦ctica y de mi posici¨®n pol¨ªtica para arrancar de las derechas conservadoras la idea de la fuerza como elemento de resoluci¨®n de los problemas nacionales.
La derecha espa?ola ha sido siempre muy refractaria a la democracia, y ha sido un campo perfectamente abonado para todas las tendencias totalitarias. Como la Rep¨²blica se implant¨® con un sentido persecutorio, despert¨® todas esas ansias, que fueron recogidas por los partidos submon¨¢rquicos, por la Falange, etc¨¦tera. Y frente a ello yo estuve manteniendo en todo momento la lucha legal. Todos los ataques que se me han dirigido en aquella ¨¦poca y posteriormente han sido por la lucha legal. Y cuando estall¨® la guerra me dijeron que la guerra era poco m¨¢s o menos el resultado funesto de mi lucha por la legalidad. Y se ha dado la circunstancia de que he recibido los ataques de un lado y de otro por seguir una l¨ªnea de pol¨ªtica de acuerdo con mis convicciones.
Si las izquierdas me atacan por no ser suficientemente dem¨®crata, y las derechas me atacan por no ser suficientemente totalitario, quiere decir que estuve en el punto exacto donde deb¨ªa como dem¨®crata de inspiraci¨®n cristiana.
P. Hablemos de la Juventud de Acci¨®n Popular, de la cual se ha dicho que estaba mucho m¨¢s a la derecha que usted.
R. Mire: esto es otra de tantas tonter¨ªas que se han dicho y que se seguir¨¢n diciendo. Es muy dif¨ªcil que estas cosas lleguen a ponerse en claro. En la Juventud hab¨ªa un poco la idea de que hab¨ªa que llevar el tema con procedimientos no pol¨ªticos y de negociaci¨®n, sino de m¨¢xima energ¨ªa. Era el ambiente.
Yo logr¨¦ que tal organizaci¨®n, independientemente de los criterios individuales que pudiera haber, fuera netamente democr¨¢tica y al servicio de una concepci¨®n democr¨¢tica. Lo que pasa es que no se puede evitar que en un mitin, en un acto de propaganda, en un art¨ªculo, haya una pluma que vaya m¨¢s all¨¢ de donde debiera.
'Espa?a est¨¢ poco preparada para la democracia'
P. He notado que, desparramados por su libro No fue posible la paz, hay bastantes juicios sobre el car¨¢cter espa?ol, lo cual no es el caso de las Memorias de Serrano S¨²?er, por ejemplo. Habla usted de la falta de solidaridad social que aqueja a este pa¨ªs y de la dificultad de que los espa?oles trabajen juntos...
R. Esa es una idea que si me da tiempo, si Dios me da vida, la desarrollar¨¦ m¨¢s ampliamente. A la vista de los acontecimientos posteriores a mi actuaci¨®n en la pol¨ªtica activa sigo pensando lo mismo, es decir, que Espa?a es un pa¨ªs que est¨¢ temperamentalmente poco preparado para la democracia, y, adem¨¢s, que est¨¢ deformado por siglo y medio, casi dos siglos, de pol¨ªtica antidemocr¨¢tica en la pr¨¢ctica. Espa?a no ha conocido la democracia. No ha conocido m¨¢s que un momento de democracia, que fue el per¨ªodo entre las elecciones de 1933 a las elecciones de 1936. Ese fue un momento en el cual se respet¨® la voluntad popular en las urnas y en el Parlamento. Esta es la verdad. Antes no ha habido en Espa?a democracia, y despu¨¦s no la ha habido, y en la actualidad no la hay.
P. Pero usted no habr¨¢ perdido la esperanza en que el espa?ol pueda aprender a ser dem¨®crata, ?no?
R. No, no he perdido la esperanza de que lo sea; he perdido, l¨®gicamente, la esperanza de que yo lo vea. Ser¨¢n muchos a?os los que Espa?a necesite. Yo ya me dar¨ªa, por satisfecho con que mis hijos y mis nietos vieran la democracia.
P. Pero, ?en qu¨¦ modelo de democracia piensa usted?
R. Mire usted: nunca se puede decir que sea una democracia de tipo determinado, porque depende mucho de la historia, de la idiosincrasia. Que en los rasgos esenciales sea un pa¨ªs en que la voluntad libremente expresada por los ciudadanos determine la l¨ªnea pol¨ªtica que han de seguir, esto es para m¨ª la esencia democr¨¢tica. Y en Espa?a no la hay, porque todav¨ªa subsiste el caciquismo, por una parte, y, por la otra, la presi¨®n de las masas sociales. Porque mientras no se respete en la propaganda, en la funci¨®n, en la organizaci¨®n de los comicios la voluntad de los ciudadanos, y se ejerza sobre ellos una presi¨®n de tipo partidista, no habr¨¢ democracia.
Para m¨ª, lo grave en Espa?a es que ni las derechas son democr¨¢ticas, ni tampoco las izquierdas. Y cuando se enfrentan dos tendencias antidemocr¨¢ticas, si no se resuelve por una conversaci¨®n, un pacto, como ahora dicen, un consenso, acabar¨¢ con un choque. Eso es lo que temo: que en la situaci¨®n actual en Espa?a, que no ha sido nunca democr¨¢tica, desde Franco para ac¨¢ tampoco ha sido democr¨¢tica, no se sepa actuar con el m¨ªnimo de democracia necesario para evitar un enfrentamiento.
P. Desde mi punto de vista, estos tonos me parecen un poco negros. Claro, usted lo ve desde otra ¨®ptica, la de la experiencia...
R. ?Cuarenta y tantos a?os de experiencia directa!
'El espa?ol es esc¨¦ptico'
P. Hay aqu¨ª mucha gente joven deseosa de cambiar las cosas, de trabajar...
R. Yo tambi¨¦n lo cre¨ª en un momento, pero yo he visto despu¨¦s que en la gente joven hay una parte que no es pol¨ªtica, que no siente los ideales pol¨ªticos, que, por tanto, no son ciudadanos en desarrollo. Son todav¨ªa una serie de pasiones mal definidas. Y los que tienen aficiones pol¨ªticas tienen afici¨®n de mando, que no es lo mismo que hacer pol¨ªtica a favor del pa¨ªs.
P. No es una pol¨ªtica de di¨¢logo.
R. Ni de di¨¢logo ni de sacrificio. Es pol¨ªtica de provecho propio.
No soy pesimista, pero s¨ª soy realista. Viajo mucho, tengo ocasi¨®n de viajar much¨ªsimo por Espa?a y fuera de Espa?a. Pero, en fin, vamos a limitarnos a Espa?a. Hablo con mucha gente y veo que el resultado que se est¨¢ obteniendo es la del escepticismo. La nota caracter¨ªstica del espa?ol es el escepticismo.
P. Bueno, pero un escepticismo positivo no ser¨ªa tampoco muy mala cosa, ?no?
R. No, perdone; el escepticismo, a mi juicio, nunca es positivo, es negativo.
P. Pues no fue la opini¨®n de Antonio Machado, que hablaba mucho de...
R. Antonio Machado era un
poeta.
P. Y un pensador tambi¨¦n.
R. Pero principalmente un poeta, que l¨®gicamente no est¨¢ en las cosas de la tierra.
P. Desde un punto de vista cat¨®lico es evidente que el escepticismo es mala cosa. Pero no s¨¦ si desde otros puntos de vista... Yo me siento bastante esc¨¦ptico tambi¨¦n y creo que puede ser una actitud positiva en un hombre.
R. No me refiero al esc¨¦ptico religioso, sino pol¨ªtico. El esc¨¦ptico lo es frente a todos los problemas de la vida y, por tanto, nunca se volcar¨¢ en buscar una soluci¨®n. Dejar¨¢ que otros lo hagan. Es un elemento muy inerte el esc¨¦ptico, Como no cree en nada (no me refiero al esc¨¦ptico religioso, al esc¨¦ptico pol¨ªtico), no cree en las personas, no cree en los sistemas, no cree en la sinceridad de las ideas. Y, por tanto, se deja llevar por un quietismo al servicio de aquel que le resuelva el problema de cada momento. Lo que pasa es que estos esc¨¦pticos lo son en cuanto a las soluciones que requieren su esfuerzo. Pero no son esc¨¦pticos en cuanto a saber lo que les interesa. Y si el gobernante satisface sus intereses, no les importa que vaya en contra de la justicia.
P. Esto me parece cinismo m¨¢s que escepticismo.
R. Pues es muy f¨¢cil que un esc¨¦ptico pueda degenerar en un c¨ªnico con una facilidad extraordinaria. Es una pendiente que empieza por un desencanto, genera en un escepticismo y acaba en una conducta que es c¨ªnica.
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