Felipe Campuzano o el timo de la estampita andaluza
Gran lleno en la madrile?a sala de Florida Park para asistir a la aparici¨®n, por primera vez en directo, del compositor y pianista Felipe Campuzano al frente de su gran orquesta. Presentado por Angel de Echenique, Campuzano fue recibido, acompa?ado y despedido por grandes ovaciones y gritos de entusiasmo. Sin embargo, caben serias dudas sobre la justa relaci¨®n de ese ¨¦xito, popular con las calidades musicales del espect¨¢culo.Pocas veces la sala del Retiro ha contado con tanto fervor previo. Nadie falt¨® al encuentro: Mar¨ªa Jim¨¦nez y Pepe Sancho, Antonio Gonz¨¢lez y Lolita, Manolo Sanl¨²car y un famoso etc¨¦tera. Llavero en mano, Angel de Echenique dijo que Felipe Campuzano era un hombre impar, un poeta de la m¨²sica y un poeta de la poes¨ªa. Y el poeta sali¨® impecablemente peinado, algo t¨ªmido, sonriente, luciendo pantal¨®n negro y una blanca camisa con pechera plisada.
Ya junto al piano, Felipe agradeci¨® la primera ovaci¨®n: ?Yo me he propuesto en mi intelecto terminar la suite titulada Andaluc¨ªa espiritual?. Por lo pronto, iba a ofrecernos, a?adi¨®, todos los temas conocidos por los espectadores a trav¨¦s de la radio y el televisor, extraldos de sus tres elep¨¦s (C¨¢diz, Sevilla, Ja¨¦n) y repulidos para la ocasi¨®n.
Es preciso decir, de entrada, que el p¨²blico sigui¨® con devoci¨®n y entusiasmo el desarrollo del concierto. Aquello les parec¨ªa el no va m¨¢s de lo exquisito. Y parec¨ªan complacidos de poder vibrar, ellos, tan amantes de cosas ligeritas, con una obra musical complicada y excelsa. Se estremec¨ªan con las calurosas piruetas circenses en el teclado. Ped¨ªan, indignados, silencio en los pasajes m¨¢s l¨ªricos. Estallaban de dicha en las notas finales de cada tema.
Pero la dura realidad es que Campuzano, abnegado pianista de variedades y un buen fabr¨ªcante de canciones comerciales, no se conforma con esas virtudes y se dedica a vender una historieta con aires, pretenciosos. El ha o¨ªdo campanas cl¨¢sicas y sabe pachanguarlas al piano. Sin embargo, ni siquiera se conforma con eso: su intelecto ha pensado que el fil¨®n de una Andaluc¨ªa sufriente bien merece un esfuerzo de refinamiento. Y va de refinado: es decir, de hortera trascendental.
Eso hace que su espect¨¢culo se convierta en un circo peque?o burgu¨¦s de c¨¢mara y ensayo, de m¨²sica de fondo para degustar gazpacho en el interior de un cortijo, de popurr¨ª majestuoso a cargo de un aut¨®mata del ¨¦xito. Es el timo de la estampita andaluza. Y el esp¨ªritu aut¨¦ntico de Andaluc¨ªa jam¨¢s ha consistido en dar gato por liebre, alegr¨ªas por gregoriano o casta?as por casta?uelas.
Menci¨®n aparte merecen las breves intervenciones de la bailaora Pastora Vega, nieta de la c¨¦lebre Pastora Imperio. Ella, apasionadamente ¨¢spera y con chispas de humor soterrado, s¨ª fue un destello fiel de la espiritual Andaluc¨ªa, desde la expresi¨®n del sentimiento, enfundado en el cuerpo, la sabidur¨ªa de los gestos y el ritmo de la pasi¨®n.
Babelia
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