Recursos naturales y autonom¨ªas / y 2
La explotaci¨®n de los recursos naturales no renovables, al dar lugar a una disminuci¨®n de las reservas existentes, origina, desde el lado de la oferta, un aumento de precios a lo largo del tiempo. Esta es la base de un proceso autom¨¢tico de conservaci¨®n de las reservas, que tiene lugar a trav¨¦s de cuatro factores:- Transformaci¨®n autom¨¢tica de recursos potenciales en nuevas reservas econ¨®micas, que de esta forma se incrementan.
- Sustituci¨®n por otros materiales alternativos m¨¢s baratos.
- Reducci¨®n de las ventas en el per¨ªodo actual, con el fin de conseguir mayores beneficios en el futuro.
- Investigaci¨®n, que permite, tanto descubrir nuevos yacimientos como reciclar parte de los recursos agotables.
De esta forma tuvo lugar en el campo de la energ¨ªa la transici¨®n de la madera al carb¨®n y la de ¨¦ste al petr¨®leo, aunque en nuestros d¨ªas se haya invertido parcialmente este ¨²ltimo proceso. En otro campo podr¨ªa citarse la sustituci¨®n del acero y el cobre por aluminio; la de los metales en general por pl¨¢sticos, etc¨¦tera.
En este sentido, el proceso de sustituci¨®n de los hidrocarburos por otros tipos de combustible se encuentra todav¨ªa en sus inicios, siendo evidente que, por ejemplo, el crudo de petr¨®leo no est¨¢ hoy d¨ªa a punto de acabarse, cuando para adquirir un litro s¨®lo es necesario pagar catorce pesetas, frente a veinte por el agua embotellada.
El precio es, pues, un factor clave que determina la producci¨®n y reservas de los recursos no renovables, por lo que los Estados, como responsables de regular su aprovechamiento, deben por ello preocuparse especialmente de que el sistema de precios existente conduzca a su tasa ¨®ptima de explotaci¨®n y a un consumo que permita mantenerlas reservas a un nivel adecuado.
Hallazgos de hidrocarburos en Espa?a
En Espa?a est¨¢n empezando a aparecer ¨²ltimamente un gran n¨²mero de peque?os descubrimientos de petr¨®leo y gas. Las razones son muy simples: la primera es que la subida de los precios de la OPEP convierte en rentables a campos que hasta ahora no se tomaban en consideraci¨®n, la segunda y fundamental se deriva del hecho de que los descubrimientos mineros tienen una correlaci¨®n mucho m¨¢s elevada con la legislaci¨®n de cada pa¨ªs que con su geolog¨ªa.
En este sentido, la ley espa?ola de 1974 es una de las m¨¢s generosas del mundo, ya que si en los pa¨ªses ¨¢rabes o en el mar del Norte, el Estado se queda con m¨¢s del 85% de la diferencia entre el precio de venta oficial del crudo y el coste de extracci¨®n, en Espa?a esta cifra es inferior al 45%. En estas circunstancias, las mayores expectativas de beneficio multiplican los sondeos, y de ¨¦stos, estad¨ªsticamente, se derivan los hallazgos.
Pero, ?a qu¨¦ precio se va a vender este petr¨®leo y gas nacional? Como se ha indicado anteriormente, esta es una responsabilidad fundamental de la Administraci¨®n, ya que de ella depende en gran parte que el ritmo de explotaci¨®n y consumo sea el m¨¢s adecuado. Dado el elevado margen existente entre el coste de extracci¨®n y el precio de venta de mercado, la Administraci¨®n puede fijar precios pol¨ªticos con margen de beneficio. Sin embargo, desde un punto de vista, econ¨®mico, el precio de la producci¨®n nacional debe alinearse estrictamente con el internacional, si no se quiere hacer pagar al conjunto del sistema econ¨®mico un sobrecoste adicional.
En efecto, Arrow, premio Nobel de Econom¨ªa, se ha referido en un reciente trabajo, al sobrecoste en que incurre la econom¨ªa de Estados Unidos por el mantenimiento artificial del precio del petr¨®leo dom¨¦stico por debajo del internacional. Dicho sobrecoste se produce a trav¨¦s de un doble efecto. Desde el punto de vista de la demanda, se sobreestimula el consumo, de forma que con cada barril de crudo importado se producen bienes y servicios que le valen menos al consumidor americano que el coste de adquirir dicho crudo, por lo que se produce un despilfarro anual de unos trescientos millones de d¨®lares. Con respecto a la oferta, la regulaci¨®n del petr¨®leo dom¨¦stico desincentiva la producci¨®n nacional y favorece las importaciones, de forma que se acaba pagando por ¨¦stas un precio superior al necesario para satisfacer la demanda, o que origina una p¨¦rdida neta que estima Arrow en ochocientos millones de d¨®lares al a?o, que se elevan hasta 2.300 si se toma en cuenta el efecto de desincentivaci¨®n sobre la explotaci¨®n y desarrollo de la producci¨®n nacional.
En Espa?a se ha venido fijando el precio del crudo nacional en funci¨®n del internacional, a un nivel que ¨²ltimamente se sit¨²a en un 90% de aqu¨¦l. En el caso del gas de Andaluc¨ªa, que es el primero de importancia sobre el que se ha de pronunciar la Administraci¨®n, parece, por la informaci¨®n aparecida en la Prensa, que se va a aprovechar, sin embargo, la posibilidad de fijar sus precios a niveles inferiores, para resucitar un viejo proyecto de fabricas prerreducidos en la zona, de rentabilidad dudosa, incluso partiendo de un gas p¨²blico contemplado a un precio del orden del 35-40% m¨¢s barato que el importado.
De confirmarse estas cifras, dicha actuaci¨®n marcar¨ªa adem¨¢s un peligroso precedente para fijar el nivel de venta a otros posibles grandes consumidores, pr¨®ximos a ¨¦ste y a otros campos nacionales. Con elloy dado el volumen limita do de reservas, no se promover¨ªa en el abastecimiento nacional una sustituci¨®n de petr¨®leo por gas (en el suroeste, el consumo de productos petrol¨ªferos potencialmente sustituibles por gas es tres veces superior a la producci¨®n prevista en Huelva), foment¨¢ndose en cambio artificialmente un consumo adicional en industrias no competitivas.
Adem¨¢s, este tipo de desarrollo, basado en industrias de gran consumo, favorecer¨ªa un r¨¢pido agotamiento deI yacimiento, en detrimento de la generaci¨®n siguiente, que no se beneficiar¨ªa del posible efecto de arrastre de este recurso sobre otro tipo de industr¨ªas, en las que el gas tenga un uso de m¨¢s calidad y que genere mayor valor a?adido. Por el contrario, seguir insistiendo a estas alturas en que en Espa?a se instalen industrias de alto consumo energ¨¦tico, como acero com¨²n el¨¦ctrico, aluminio prerreducido, es no percatarse de la desventajosa posici¨®n espa?ola en un contexto internacional en el que, en los pa¨ªses en desarrollo con fuentes de energ¨ªa mucho m¨¢s barata y sin otra utilizaci¨®n posible, podr¨¢ siempre, por ejemplo, producirse un prerreducido con el que ser¨¢ imposible competir al espa?ol, que no podr¨¢, en una econom¨ªa de mercado abierta, ser ya impuesto a sus utilizadores sider¨²rgico-privados.
Si de verdad se quiere el desarrollo industrial de Andaluc¨ªa, de lo que debe preocuparse el pueblo andaluz es de que al gas de C¨¢diz se le saque el m¨¢ximo beneficio, posible y que pueda venderse, al menos, al mismo nivel que los ¨¢rabes logran vender el suyo. A cambio de la explotaci¨®n de ese recurso, es asimismo evidente que la Junta de Andaluc¨ªa y los ¨®rganos locales afectados deber¨¢n obtener de la riqueza generada una recaudaci¨®n justa que les permita contribuir a superar el infraequipamiento actual y promover una industrializaci¨®n competitiva, que es la ¨²nica que puede asegurar en el futuro los puestos de trabajo que se creen.
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