Exposici¨®n de 50 manuscritos en homenaje a Quevedo
La celebraci¨®n del IV centenario del nacimiento de Francisco de Quevedo se cierra en Santander con una exposici¨®n de cincuenta manuscritos del escritor barroco, conservados por la biblioteca Men¨¦ndez y Pelayo. La muestra recoge tambi¨¦n sesenta libros impresos de Quevedo, algunos de los cuales corresponden a la primera edici¨®n, entre ellos las obras completas. Entre los manuscritos presentados destacan el texto completo de La virtud militante y un tomo de las comedias de Arist¨®fanes al que Quevedo hab¨ªa a?adido, a pie o margen de p¨¢gina, numerosas anotaciones. Todo este material forma parte de la donaci¨®n que Men¨¦ndez y Pelayo hizo a la ciudad de Santander.Otro homenaje a Quevedo ha sido la cuidada reedici¨®n por parte de Artes Gr¨¢ficas Bed¨ªa de los sonetos que en 1945 public¨® Dionisio Ridruejo en la revista Proel, dedicados a Pedro La¨ªn Entralgo, bajo el t¨ªtulo A Quevedo, con el son de su lira. Magn¨ªfica en su presentaci¨®n y con una tirada reducida (en realidad, se trata de otra felicitaci¨®n de Navidad para los amigos de Gonzalo Bed¨ªa), la edici¨®n recoge, entre otros, el soneto Menos me hospeda el cuerpo que me entierra, en el que Ridruejo resume magistralmente el mundo del intelectual nada encerrado en su torre de marfil que fue Quevedo: el drama del hombre que intervino en la vida p¨²blica de su tiempo, negociando, maquinando e intrigado para que al final.... el mundo ya se rompe sobre su alma, / la fe injerta su angustia y va a la muerte, / hiere el dolor de ser y se convierte, / por la desilusi¨®n, luz y palma.
Los sonetos de Ridruejo formaban parte, precisamente, de un n¨²mero de la revista de poes¨ªa Proel en el que se conmemoraba tard¨ªamente el tercer centenario de Quevedo. Publicado en septiembre de 1945, coincid¨ªa su aparici¨®n con la instalaci¨®n, por parte del ateneo santanderino, de un monolito en el lugar donde se levantaba la casa de los Quevedo y Villegas, en el pueblo de Bejoris, del valle de Toranzo. Ridruejo pas¨® por all¨ª m¨¢s tarde tomando notas para su libro sobre Castilla, y escribi¨® sobre el solar donde estuvo y ya no est¨¢ la casa solariega de Francisco de Quevedo, que, por la abuela paterna, era un Villegas, de la raza de milanos feudales que hicieron de las suyas por estos valles. (Se refiere a los valles de las estribaciones del puerto del Escudo.)
El sol a todas horas
Apunta Ridruejo en sus notas que la casa, de la que s¨®lo quedan escombros, ?era ya pura gotera en vida del poeta, seg¨²n ¨¦l mismo document¨® en sus versos?. Se refiere al romance Responde a las socalinas de unas pelonas, que Jos¨¦ Mar¨ªa de Coss¨ªo traduce en sus Rutas literarias de Cantabria como: Es mi casa solariega / mucho m¨¢s que no las otras, / pues que por falta de techo, / la da el sola todas horas, pero que otros autores y el propio Ateneo de Santander, que la dej¨® reproducida en el monolito levantado en Bejoris, la recitan de la siguiente manera: Es mi casa sola riega / m¨¢s solariega que otras, / pues por no tener tejado / le da el sol a todas horas.
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