La izquierda laborista, al asalto del partido
Lo que hoy ocurra en el congreso extraordinario de los laboristas brit¨¢nicos no s¨®lo puede provocar una importante escision por su derecha, sino colocar definitivamente el control del movimiento socialista de Gran Breta?a en manos de su izquierda m¨¢s avanzada, partidaria del abandono del Mercado Com¨²n, una m¨¢s amplia pol¨ªtica de nacionalizaciones y la abolici¨®n de la C¨¢mara de los Lores. La reuni¨®n extraordinaria de hoy en Wembley, a las afueras de Londres, parte de una iniciativa de los ultrapoderosos sindicatos en el congreso de Blackpool del pasado oto?o, que -aprobada por aplastante mayor¨ªa- conced¨ªa un plazo de tres meses para que sus bases pudieran discutir la propuesta de la comisi¨®n ejecutiva (dominada por los izquierdistas) de crear un colegio electoral para nombrar al jefe del partido y eventual jefe del Gobierno.
Hasta ahora, y tal como ocurri¨® en la elecci¨®n del intelectual, no precisamente moderado, Michael Foot, el pasado noviembre, el nombramiento del l¨ªder laborista era responsabilidad exclusiva del grupo parlamentario.Tres ser¨¢n, fundamentalmente, las propuestas que hoy discutan los delegados asistentes al congreso extraordinario para determinar c¨®mo elegir¨¢n en el futuro a su l¨ªder m¨¢ximo. El ala m¨¢s a la izquierda, h¨¢bilmente capitaneada por Anthony Wedgwood Benn, defiende el concepto de un colegio electoral integrado a partes iguales por los parlamentarios, los sindicatos y las federaciones locales.
En el extremo opuesto est¨¢n los moderados (ampliamente representados en el grupo parlamentario), encabezados por lo que se ha dado en llamar la banda de los tres: tres ex ministros de James Callaghan, el gran derrotado frente a la conservadora Margaret Thatcher en las elecciones generales de 1979. Se trata de los socialdem¨®cratas Shirley Williams, David Owen y William. Rodgers, quienes amenazan con fundar, bajo el patrocinio del ex laborista y ex presidente de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE) Roy Jenkins, un partido centrista capaz de aliarse en las pr¨®ximas elecciones con los liberales de David Steel. Este ala derechista del laborismo sostiene que al grupo parlamentario s¨®lo puede arrebat¨¢rsele su actual poder de, decisi¨®n a la hora de elegir al l¨ªder del partido si este poder se traspasa al conjunto de los militantes, mediante la f¨®rmula ?un militante, un voto?.
Michael Foot, sin traicionar abiertamente a los que le eligieron, se muestra favorable a que el grupo parlamentario disponga de la mayor¨ªa en el futuro colegio electoral, es decir, del 50% del poder de decisi¨®n.
Pero, debido a los deseos de los influyentes sindicatos -a los que el partido debe, en gran parte, su supervivencia financiera-, lo m¨¢s probable es que el futuro colegio (de crearse efectivamente hoy, s¨¢bado) est¨¦ compuesto en un 40% por el grupo parlamentario, en un 30% por los sindicatos y en el restante 30% por las federaciones locales.
Pocos militantes
En el fondo, lo que la izquierda pretende es que los futuros primeros ministros laboristas sean nombrados por el partido y no, exclusivamente, por sus miembros parlamentarios, quienes pasar¨¢n a desempe?ar el papel de delegados de la m¨¢quina partidaria. El mayor problema con el que se enfrenta actualmente el Partido Laborista es el estructural, ya que ha dejado de ser un partido de masas. En 1928 ten¨ªa 215.000 miembros; en 1951 llegaba a su auge, con un mill¨®n, cifra que ahora se ha visto reducida dram¨¢ticamente a un Ds 200.000.Desde que hace doce a?os se aboliera la acci¨®n disciplinaria contra las infiltracio nes por la izquierda y desapareciera de los estatutos la lista de organizaciones extremistas prohibidas en el seno del movimiento laboralista, el partido ha visto ampliarse, proporcionalmente, su base radical.
No obstante, consciente de que un nuevo acceso al poder del laborismo ha de proceder de una colaboraci¨®n entre sus alas opuestas, la izquierda del socialismo brit¨¢nico har¨¢ todo lo posible para evitar que la banda de los tres no d¨¦ un portazo y transforme sus amenazas en una especie de partido centrista que intente acabar con el bipartidismo que caracteriza la pol¨ªtica de este pa¨ªs.
Aunque quiz¨¢ hubiera que habar de un bipartidismo compartido por el extraordinario poder de las Trade Unions, a¨²n mayor si cabe en el seno del propio movimiento laborista. El voto mayoritario en los congresos laboristas corresponde a los delegados de los sindicatos.
Una encuesta publicada hace escasos d¨ªas mostraba que una coalici¨®n entre socialdem¨®cratas y liberales podr¨ªa hacerse con un 31 % de los votos en una hipot¨¦tica elecci¨®n general, frente a un 27% para los laboristas y un 24% para los conservadores. Sin embargo, estas encuestas suelen ser enga?osas en Gran Breta?a, especialmente cuando a¨²n parecen estar lejos Ias pr¨®ximas elecciones.
Sindicatos conservadores
En los ¨²ltimos tiempos, desde que Margaret Thatcher accediera a lajefatura del Gobierno, en 1979 , se ha registrado un crecimiento inusitado de los sindicatos conservadores, aunados bajo las siglas CTU (Conservative Trade Unionists). Su objetivo oficial es ?apartar a los sindicatos de la pol¨ªtica?, lo que en realidad viene a ser un diplom¨¢tico sin¨®nimo de ?erosionar la influencia laborista en el movimiento sindical?.En la conferencia extraordinaria de hoy, s¨¢bado, los sindicatos laboristas tambi¨¦n tienen mucho en juego, empezando por cu¨¢l habr¨¢ de ser su futura relaci¨®n con el Partido Laborista. Da la impresi¨®n de que en principio no se flan del todo de los izquierdistas, por sospechar que el debate constitucional, por ellos provocado, no es m¨¢s que una pantalla tras la que se esconden las ¨¢mbiciones pol¨ªticas de Benn y Ericfleffer, as¨ª como la competencia entre ambas figuras.
En el ¨²ltimo congreso del Partido Laborista, las Trade Unions dispusieron de seis millones devotos -y votan en bloque-; las federaciones locales, de 676.000, y las organizaciones filiales, de unos 55.000. Y, de hecho, los sindicatos aportaron el pasado a?o mill¨®n y medio de libras al partido, en comparaci¨®n con las 150.000 de los partidos locales.
Existe una segunda relaci¨®n entre el Partido Laborista y sus sindicatos: aquellos diputados cuya elecci¨®n promueven las propias Trade Unions (realidad ya existente antes de que, en 1906, se fundara el actual partido). Adem¨¢s, los sindicatos cuentan con doce de los veintisiete puestos de la ejecutiva.
Y como muchos de los tradicionales votantes laboristas est¨¢n convencidos de que no fue Thatcher quien gan¨® las ¨²ltimas elecciones, sino que fueron los laboristas los que las perdieron (s¨®lo un 28% del electorado vot¨® laborista) al identificarse tan de cerca con los sindicatos, lo que hoy ocurra en el congreso de Weinbley puede determinar decisivamente la futura relaci¨®n entre las alas sindical y pol¨ªtica del movimiento laborista brit¨¢nico.
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