Brzezinski analiza los "errores" de Carter frente a la Uni¨®n Sovi¨¦tica

A la ma?ana siguiente de su salida de la Casa Blanca, Zbigniew Brzezinski piensa en voz alta sobre el pasado y el futuro de las relaciones sovi¨¦tico-norteamericanas. Este examen de los logros y fracasos del pasado quedar¨¢ recopilado a su debido tiempo en un libro que escribir¨¢, al igual que hizo Henry Kissinger, en Washington, en el Centro de Estudios Estrat¨¦gicos de la Universidad de Georgetown. Arrigo Levi, ex director del diario italiano La Stampa y columnista de varios peri¨®dicos europeos, entre ellos EL PAIS, convers¨® largamente con el que fuera presidente del Consejo Nacional de Seguridad de Jimmy Carter.

?Zbig?, pensador pol¨ªtico tremendamente claro, personalidad agresiva y figura pol¨¦mica en Washington (debido principalmente a sus enfrentamientos con el antiguo secretario de Estado, Cyrus Vance), no oculta pasadas discrepancias que pueden contribuir a explicar algunos de los fracasos de la era Carter.Los principales pesares de Brzezinski se centran en torno al a?o 1978. Seg¨²n ¨¦l, en ese a?o, tras la intervenci¨®n de consejeros sovi¨¦ticos y fuerzas cubanas en

Etiop¨ªa y golpes de Estado prosovi¨¦ticos en Yemen del Sur y Afganist¨¢n, hay dos cosas que deber¨ªa haber hecho Estados Unidos: ?Adoptar medidas militares en el ¨¢rea en torno a Arabia Saud¨ª (tal como hizo en 1980 tras la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n), pero tambi¨¦n deber¨ªa haber negociado con la Uni¨®n Sovi¨¦tica la naturaleza y las reglas del proceso de distensi¨®n, incluyendo una mejor definici¨®n de los principios de reciprocidad y limitaci¨®n?.

?Por qu¨¦ no se hizo? ?Creo que no se hizo?, explica Brzezinski, ?por dos razones. Una, que el pa¨ªs estaba todav¨ªa bajo los efectos de la guerra de Vietnam y no estaba preparado para hacer frente a las nuevas realidades y dilemas del poder?.

?La segunda raz¨®n fue que exist¨ªa en el Gobierno la opini¨®n de que hab¨ªa que proteger el tratado SALT II contra ciertas peticiones de "condicionantes econ¨®micos", y de que sacar a colaci¨®n la cuesti¨®n et¨ªope y otras m¨¢s hubiera, ,da?ado las posibilidades de acuerdo en las conversaciones SALT II?.

?Mi opini¨®n por aquella ¨¦poca?, dice Brzezinski, ?era que la ligaz¨®n entre las cuestiones pol¨ªticas y las econ¨®micas era un hecho pol¨ªtico y que, si no reaccion¨¢bamos (a los movimientos expansionistas sovi¨¦ticos del pueblo de Estados Unidos perder¨ªa su inter¨¦s por SALT y la distensi¨®n, mientras que los sovi¨¦ticos se hubieran vuelto m¨¢s atrevidos dentro del proceso de distensi¨®n. Yo pensaba que para crear una situaci¨®n de equilibrio en las relaciones sovi¨¦tico-norteamericanas era necesario establecer ciertas normas de moderaci¨®n rec¨ªproca?.

Reaccionar contra la URSS

?Dije en esos d¨ªas: Sigamos adelante con el control armament¨ªstico y, al mismo tiempo, reaccionemos a las maniobras sovi¨¦ticas; si no lo. hacemos, la audacia de los sovi¨¦ticos y el desencanto norteamericano ser¨¢n tales que, finalmente, no habr¨¢ ni SALT, ni distensi¨®n, ni estabilidad. Yo tambi¨¦n manten¨ªa, contra la opini¨®n contraria del departamento de Estado, que no pod¨ªamos olvidarnos de lo que los rusos estaban haciendo en Etiop¨ªa y en otras partes, y al mismo tiempo abandonar de manera unilateral la ' posibilidad de mejorar nuestras relaciones con China. Los rusos no hab¨ªan mostrado la m¨¢s m¨ªnima moderaci¨®n: ?por qu¨¦ ten¨ªamos. que ser nosotros m¨¢s Sensatos en nuestras acciones??.

Pero esta actitud, ?no les daba a los rusos la sensaci¨®n de que' habr¨ªa ?terreno abierto?, de que se trataba de conseguir todo. lo que se pudiera? ?Por qu¨¦ no iniciaba Estados Unidos- unas amplias conversaciones con los rusos sobre las normas de la distensi¨®n?

?Esto?, dice Brzezinski, ?nos lleva a la cuesti¨®n del estilo y m¨¦todo de las negociaciones. El estilo y el m¨¦todo de los que llevaron realmente las negociaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica (en el Departamento de E3tado) era diferente. Se concentraban en temas espec¨ªficos; no estaban dispuestos a pensar en t¨¦rminos estrat¨¦gicos; su manera de abordar la cuesti¨®n era m¨¢s legalista, tema a tema?.

?La ¨²nica excepci¨®n?, recuerda Brzezinski, ?fue cuando el mismo Carter abord¨® un amplio examen de las relaciones sovi¨¦tico- norteamericanas en la cumbre de Viena?. Sin embargo, esto no tuvo continuaci¨®n, y seis meses despu¨¦s los sovi¨¦ticos invadieron Afganist¨¢n. Si los norteamericanos hubieran adoptado una actitud diferente, tal como la define ahora Brzezinski, con reacciones m¨¢s firmes y negociaciones m¨¢s estrat¨¦gicas, ?hubieran podido influir y cambiar la actuaci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica?

Brzezinski responde: ?Es dif¨ªcil saberlo; quiz¨¢, hasta cierto punto, s¨ª lo hubiera logrado. Pero los sovi¨¦ticos estaban euf¨®ricos, con mucha confianza en s¨ª mismos, tanto por su reci¨¦n adquirido poder¨ªo militar como por la experiencia norteamericana en Vietnam y las reacciones que hab¨ªa provocado. Quiz¨¢ fuera inevitable tener que pasar por esa fase de una pol¨ªtica sovi¨¦tica profundamente en¨¦rgica. En los dos ¨²ltimos a?os de la Administraci¨®n Carter hubo un endurecimiento de la pol¨ªtica exterior norteamericana, y puede que los rusos se plantearan la pregunta de si no hab¨ªan ido demasiado lejos?.

Contribuciones

Entre sus principales contribuciones de la ¨¦poca Carter, Brzezinski incluye: la normalizaci¨®n de las relaciones con China; la modernizaci¨®n de la doctrina estrat¨¦gica norteamericana y de las fuerzas de intervenci¨®n inmediata; la definici¨®n de una pol¨ªtica encaminada a establecer un marco de seguridad en la regi¨®n del golfo, cambiando la tendencia anterior, proclive a la retirada de Estados Unidos de la zona.

Mirando al futuro, y declinando hacer cualquier comentario directo sobre la pol¨ªtica exterior de Reagan, en el primer d¨ªa de la nueva Administraci¨®n, dice Briezinski: ?El futuro depender¨¢ principalmente de lo que haga Occidente.. Occidente tiene la obligaci¨®n de intentar convencer a los sovi¨¦ticos de que deber¨ªa darse una distensi¨®n m¨¢s equilibrada, aceptando las limitaciones de manera rec¨ªproca, y de que en este contexto existe la posibilidad de avanzar hacia el control de armamento. Occidente debe tambi¨¦n fortalecerse, especialmente en la regi¨®n del golfo P¨¦rsico?.

?Si nos hacemos fuertes, manteniendo abierta la opci¨®n de negociaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, puede que entonces vean los sovi¨¦t¨ªcos las ventajas de una pol¨ªtica de mutua moderaci¨®n. Es decir, tenemos que seguir una pol¨ªtica doble?.

Volviendo un momento al pasado, para poder preparar mejor el futuro, dice Brzezinski: ?Hab¨ªa cierta tendencia, en el Partido Dem¨®crata, entre los seguidores de McGovern, a elegir una pol¨ªtica unilateral de conformismo, y esto se reflej¨®, en cierto modo, en la Administraci¨®n Carter. Al igual que existe la tendencia entre la gente de Reagan a elegir exclusivamente una pol¨ªtica de enfrentamiento y refuerzo militar. Si el objetivo es evitar una nueva guerra fr¨ªa y una nueva carrera armamentista sin l¨ªmites, lo que tiene que haber es un equilibrio entre estas dos posturas ?.

Mi ¨²ltima pregunta se refiere a las SALT Il. Brzezinski me responde: ?Tiene que haber un per¨ªodo de examen, pero seguido de un movimiento de avance: no obstante, si dejamos que el per¨ªodo de examen sea demasiado largo, los sovi¨¦ticos empezar¨¢n a traspasar los l¨ªmites de SALT ll?.