La noche de los transistores
Fernando Abril Martorell jam¨¢s volver¨¢ a vivir sin transistor. Gracias a su peque?o aparato de radio y al que otro compa?ero suyo -parece que era Enrique S¨¢nchez de Le¨®n- ten¨ªa en la C¨¢mara, los diputados secuestrados en el hemiciclo pudieron saber que el teniente coronel sedicioso les enga?aba.Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, Eduardo Sotillos, los periodistas de Radio Intercontinental -que dieron, con los dem¨¢s, una lecci¨®n de prontitud y eficacia radiof¨®nicas-, los de Radio Popular y Radio Espa?a y las restantes emisoras espa?olas desmintieron puntualmente las afirmaciones golpistas, seg¨²n las cuales la sedici¨®n hab¨ªa triunfado.
Al o¨ªdo, Fernando Abril Martorell hac¨ªa circular la voz: ?Milans del Bosch ha rectificado?,
No hay enfrentamientos en las calles ?, ? El Rey ha hablado ?, ?La tranquilidad est¨¢ asegurada?, eran las frases con las que ¨¦l relajaba la tensi¨®n del Gobierno y de sus compa?eros de hemiciclo.
La radio fue la hero¨ªna de la noche. Fue la noche de los transistores. Y entre sus personajes, Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, el popular periodista deportivo. A las 22.30 horas decidi¨® que ?no era deporte lo que esperaba el pa¨ªs?, se puso a las ¨®rdenes de Fernando Onega, se situ¨® encima de la unidad m¨®vil n¨²mero dos de la SER, su cadena de emisoras, y comenz¨® a retransmitir en directo las incidencias de la ocupaci¨®n militar desde los aleda?os del Congreso. Al final qued¨® agotado, pero con ganas de analizar el fen¨®meno. ?Lo que ha conseguido la SER es muy dif¨ªcil de superar, y lo ha hecho porque cuenta con t¨¦cnicos muy veteranos, como Emilio Olabarrieta, que tuvo la sagacidad y la sangre fr¨ªa de dejar una l¨ªnea instalada y en funcionamiento en el hemiciclo, con lo cual nuestra cadena pudo asistir, punto por punto, a todo lo que ocurr¨ªa en el interior del Congreso?. Hablando del mismo tema, Fernando Onega, director de informativos de la SER, explica que esa informaci¨®n important¨ªsima s¨®lo fue emitida cuando ya acababa la ocupaci¨®n, para evitar perjuicios a las personas que permanec¨ªan como rehenes.
Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa dice que lo tuvo relativamente f¨¢cil. ?Llegar hasta donde ocurr¨ªa la acci¨®n no fue dif¨ªcil, porque los polic¨ªas y los militares me conocen por mi trabajo en el periodismo deportivo. Y como an¨¦cdota puedo contar que, cuando llegu¨¦ a los alrededores del Congreso para integrarme a la retransmisi¨®n en directo del largo incidente, un capit¨¢n me dijo: "?Pero hombre', Garc¨ªa!, ?a d¨®nde vas, si ah¨ª no est¨¢ Porta?" ?.
No renunci¨® Garc¨ªa a su lenguaje, y habl¨® de avituallamiento cuando un guardia civil ped¨ªa cerveza y bocadillos, y de ?minutos de descuento? cuando se llegaba a la recta final (otro t¨¦rmino de la SER) del dram¨¢tico incidente. ?Es que el del deporte no es un lenguaje privado, sino que hay modismos que sirven para describir cualquier situaci¨®n, y por eso es bueno usarlo ?.
Fue la noche de la radio. Sotillos dec¨ªa que era terrible que se descubriera el verdadero valor de la radio en directo en ocasiones como esta, y que esperaba que a partir de ahora fueran las buenas noticias las que sirvieran de base para esa radio total que mantuvo des pierta a Espa?a durante la fr¨ªa noche del pasado lunes.
Fernando Onega reconoci¨® que hubo momentos de la noche en que llorar no era una alternativa despreciable; el miedo surgi¨® y hubo m¨¢s de un momento en que tanto ¨¦l como su equipo y los directivos de la SER se mostraban extra?ados de que los militares no acudieran a ocupar la emisora central, como hab¨ªan hecho con RNE.
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