150 milIones de mujeres han utilizado la p¨ªldora desde que se invent¨®, hace 25 a?os
En el a?o 1956, el americano Gregory Pincus invent¨® un anticonceptivo oral que iba a revolucionar el mundo del control de la natalidad: la famosa p¨ªldora. Son ya veinticinco a?os de utilizaci¨®n en todo el mundo, y se calcula que en ese per¨ªodo de tiempo m¨¢s de 150 millones de mujeres la han tomado para controlar as¨ª su fecundidad.
Hoy d¨ªa, su popularidad comienza a declinar, despu¨¦s de haber conocido un auge espectacular en la ¨²ltima d¨¦cada. En muchos pa¨ªses, como Italia por ejemplo, la p¨ªldora sigue creciendo en influencia, pero Estados Unidos, Francia y Alemania, entre otros, est¨¢n viendo descender de forma acusada la preponderancia de este m¨¦todo anticonceptivo, en gran parte debido a los numerosos, y a menudo contradictorios, informes sobre los posibles riesgos que su consumo entra?a.La p¨ªldora tradicional inventada por Pincus asocia dos hormonas, un estr¨®geno (foliculina) y un derivado de la progesterona, administrados simult¨¢neamente. Su cometido es el de reproducir en el organismo femenino las mismas condiciones que imperan durante el embarazo, es decir, inhibir la ovulaci¨®n natural que tiene lugar una vez al mes.
Posteriormente, se puso a punto la p¨ªldora secuencial; en este caso la mujer toma al principio pastillas que s¨®lo contienen estr¨®genos, y en los diez ¨²ltimos d¨ªas del ciclo toma p¨ªldoras compuestas que asocian progesterona y estr¨®geno.
Ante algunos fallos detectados en este tipo de p¨ªldora, cobr¨® gran auge recientemente (en 1976) la mini-p¨ªldora, que comporta una dosificaci¨®n cualitativa id¨¦ntica a la p¨ªldora tradicional, pero cuantitativamente muy reducida, lo que conllevar¨ªa, aunque una vez m¨¢s tampoco hay unanimidad sobre la cuesti¨®n, una importante disminuci¨®n de los efectos colaterales y de los riesgos.
Finalmente, acaba de aparecer la p¨ªldora bif¨¢sica, mejor dosificada y con menos contraindicaciones; su principio estriba en tomar cantidades muy reducidas de progesterona y estr¨®geno al principio, aumentando luego la dosis.
En todo caso, cuanto mayor es el nivel cultural, dentro de los pa¨ªses desarrollados, m¨¢s aparece una tendencia a disminuir la utilizaci¨®n de la p¨ªldora, a pesar de ser el m¨¦todo anticonceptivo m¨¢s seguro y haber sido considerado el mayor invento del siglo por personalidades m¨¦dicas tan prestigiosas como el profesor Van Keep, director de la Fundaci¨®n Internacional de la Salud.
No es ajena a esta menor aceptaci¨®n de la p¨ªldora, tras el ¨¦xito masivo inicial, la denuncia reiterada por parte de ciertas autoridades sanitarias y, sobre todo, de los medios de comunicaci¨®n m¨¢s conservadores, de los riesgos que entra?ar¨ªa la utilizaci¨®n de un m¨¦todo anticonceptivo que interrumpe el normal ciclo hormonal de la mujer no embarazada. A pesar de que la doctora Edris Roushan Rice-Wray, que lleva preconizando la utilizaci¨®n de la p¨ªldora desde 1956, declar¨® recientemente que los anticonceptivos orales tienen menos riesgos que el parto.
Riesgos identificados
De todas formas, ciertos riesgos han sido identificados, y no parece l¨®gico ignorarlos. En primer lugar, el riesgo cardiovascular, que presenta consecuencias graves al nivel de las arterias: el infarto, los accidentes cerebrales, son m¨¢s frecuentes en la mujer que toma la p¨ªldora que en la que no la toma. Sin embargo, este factor de riesgo es del mismo orden de magnitud que el hecho de fumar, la edad o la obesidad. Lo que en realidad es grave es la asociaci¨®n de dos o m¨¢s de estos factores de riesgo, y as¨ª se ha desaconsejado la utilizaci¨®n de la p¨ªldora a mujeres mayores de 35 a?os que fumen mucho, por ejemplo.Por otra parte, se habla mucho de c¨¢ncer asociado al uso de la p¨ªldora; en este caso, las cosas son mucho menos claras, a pesar de que parece demostrado el papel favorecedor de los estr¨®genos en ciertos tumores (h¨ªgado, ¨²tero). Y es que, en cambio, se ha demostrado que el uso de la p¨ªldora reduce considerablemente el riesgo de c¨¢ncer de mama, por ejemplo.
Por otra parte, hay que recordar que el simple olvido de una dosis diaria elimina el efecto anticonceptivo, y que normalmente la interrupci¨®n de la p¨ªldora favorece la fertilidad. Adem¨¢s, ciertos medicamentos inhiben la acci¨®n anovulatoria de la p¨ªldora, como, por ejemplo, los barbit¨²ricos, los anticonvulsivos y los calmantes en general. Todo lo cual hace de su uso algo delicado y no exento totalmente de riesgos. Lo que quiz¨¢ explique muchas reticencias actuales de mujeres que, en un principio, acogieron la llegada de la p¨ªldora como uno de los elementos m¨¢s positivos para la liberaci¨®n femenina y para el control de la natalidad.
La fuerte oposici¨®n de la Iglesia cat¨®lica a este m¨¦todo anticonceptivo, catalogado como no natural, no ha impedido su proliferaci¨®n en Espa?a. Si en el a?o 1973 se hab¨ªan vendido casi cuatro millones de envases, y hab¨ªan utilizado la p¨ªldora m¨¢s de 360.000 mujeres, va en 1975 el n¨²mero total de envases vendidos en Espa?a fue de m¨¢s de seis millones, y la utilizaci¨®n subi¨® a m¨¢s de 560.000 mujeres. En 1978 se hab¨ªan vendido casi ocho millones y medio de envases, y utilizaron la p¨ªldora 800.000 mujeres, y se calcula que en 1980 casi un mill¨®n y cuarto de mujeres espa?olas han utilizado este m¨¦todo anticonceptivo. Es significativo, a este respecto, el resultado de una encuesta realizada por el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) en 1978, en la que resultaba que un 27% de las mujeres que usaban la p¨ªldora se declaraban cat¨®licas practicantes, y un 37%, cat¨®licas no practicantes.
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